Japón no solo es reconocido por su desarrollo tecnológico, sino también por sus tradiciones que favorecen el bienestar y la longevidad. Este país tiene una de las esperanzas de vida más altas del mundo, y su alimentación equilibrada es un factor clave en este fenómeno.
Entre sus hábitos destaca una cena antiinflamatoria que muchas mujeres japonesas eligen para mantenerse en forma y cuidar su salud, una práctica que también puede ser adoptada por mujeres latinas.
Un enfoque basado en la reducción de la inflamación
La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante infecciones o lesiones. Sin embargo, cuando se mantiene en el tiempo, puede volverse crónica y afectar diversos aspectos de la salud. En las mujeres, este proceso se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas metabólicos y trastornos autoinmunes. Además, influye en la apariencia de la piel y en los niveles de energía diaria.
A medida que pasan los años, la inflamación persistente puede desarrollarse sin que se note de inmediato. Este fenómeno, denominado inflammaging, acelera el envejecimiento y afecta tejidos y órganos, según un estudio del National Institute of Aging. Por esta razón, controlar la inflamación es esencial para mantener el equilibrio del organismo y mejorar la calidad de vida.
La inflamación crónica acelera el envejecimiento y afecta la salud cardiovascular y metabólica. Foto:iStock
La tradición japonesa del ichi-jū-san-sai
Una de las estrategias alimenticias de Japón para combatir la inflamación es el ichi-jū-san-sai, un estilo de comida basado en la moderación y la combinación equilibrada de distintos grupos de alimentos. Este enfoque no solo se centra en la variedad de nutrientes, sino también en la manera en que se consumen, sin excesos y respetando la armonía entre los ingredientes.
Según Taste of Japan, un sitio especializado en gastronomía japonesa, el ichi-jū-san-sai se basa en el concepto de “una sopa y tres acompañamientos”, lo que implica:
- Un bol de arroz, fuente de carbohidratos complejos que se digieren lentamente. Este tipo de energía estable ayuda a evitar fluctuaciones bruscas en los niveles de azúcar en sangre y contribuye a la regulación de la insulina, reduciendo la inflamación.
- Una sopa, generalmente de miso, un alimento fermentado con probióticos que favorecen el equilibrio de la microbiota intestinal. La salud del intestino está estrechamente vinculada con la inflamación, ya que un microbioma en buen estado ayuda a modular la respuesta inmune y a disminuir la producción de sustancias proinflamatorias.
- Un plato principal, a menudo pescado, que aporta ácidos grasos omega-3 como EPA y DHA. Estos componentes ayudan a reducir la producción de citoquinas inflamatorias y mejoran la salud vascular, favoreciendo el funcionamiento del sistema cardiovascular y disminuyendo la inflamación persistente.
- Dos acompañamientos, que pueden incluir vegetales, algas, tofu o legumbres. Estos ingredientes aportan una combinación de fibra, antioxidantes y fitoquímicos. Los polifenoles presentes en los vegetales y las algas contribuyen a neutralizar los radicales libres, mientras que la fibra favorece la digestión y disminuye la inflamación intestinal.
Cada persona tiene necesidades nutricionales particulares, por lo que cualquier cambio en la alimentación debe ajustarse a su estilo de vida y condiciones de salud. Consultar con un especialista en nutrición puede ayudar a adaptar estos hábitos de manera adecuada.
Estrategias adicionales para reducir la inflamación
Además de una alimentación basada en principios antiinflamatorios, existen otras medidas que pueden ayudar a mantener el bienestar general. Según un artículo de Cleveland Clinic, algunas recomendaciones incluyen:
- Aumentar el consumo de frutas y verduras de distintos colores. Los compuestos bioactivos en estos alimentos, como polifenoles y carotenoides, poseen propiedades antioxidantes que contribuyen a reducir el estrés oxidativo y la inflamación.
- Disminuir la ingesta de azúcares refinados y productos ultraprocesados. El consumo frecuente de azúcares simples y alimentos con grasas trans puede activar mecanismos inflamatorios y estimular la producción de citoquinas proinflamatorias.
- Optar por grasas saludables, como las presentes en el aceite de oliva y los frutos secos. Estas fuentes de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados han demostrado tener efectos antiinflamatorios.
- Mantener una hidratación adecuada con agua y té verde. La falta de líquidos puede afectar el funcionamiento celular y promover la inflamación. El té verde, además de hidratar, es rico en catequinas, compuestos con propiedades antiinflamatorias.
- Reducir el consumo de sal y productos con alto contenido de sodio. Un exceso de sodio puede contribuir a la retención de líquidos y elevar la presión arterial, lo que favorece procesos inflamatorios en los vasos sanguíneos.
- Realizar actividad física con regularidad. El ejercicio moderado favorece la producción de mioquinas, proteínas que regulan la inflamación y optimizan el metabolismo.
- Dormir entre siete y ocho horas por noche. La falta de descanso está relacionada con niveles elevados de cortisol y otras hormonas del estrés, lo que puede aumentar la inflamación en el cuerpo.
Las verduras y frutas pueden ayudar a reducir la inflamación. Foto:iStock
La ciencia revela cuál es la verdadera actividad que retrasa el envejecimiento
La Nación (Argentina) / GDA
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.