La profesora adjunta en la Escuela McCourt de Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown, Ning Leng, experta en política y economía china, visitó Colombia como parte de la agenda académica que adelanta el U.S. Speaker Program, y habló con EL TIEMPO sobre los riesgos del control autoritario y la politización de los mercados que ejerce el gigante asiático en medio de un incierto panorama global por cuenta de la guerra comercial emprendida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En su primer libro, ‘Politicizing Business’, publicado por Cambridge University Press, Ning Leng analiza cómo el Estado chino moviliza tanto a empresas estatales como privadas para servir a los intereses del Partido Comunista China, generando un entorno de inversión inestable y resultados de desarrollo inesperados.
China tiene muy poco margen para negociar con Estados Unidos sin perder la legitimidad en su territorio, puesto que el nacionalismo es un fenómeno de peso en China, y si el Partido Comunista Chino le da a Estados Unidos un respiro, eso se verá realmente muy mal en casa
En el contexto actual, ¿cómo describiría la relación entre China y Estados Unidos?
Definitivamente, no es un buen momento para Estados Unidos y China, en particular, con la guerra comercial actual, y creo que la gente está preocupada porque, el desacoplamiento probablemente ya esté en los planes.
Aunque Pekín es el principal competidor económico de Washington, también es un socio comercial esencial...
Hasta ahora, China ha estado tomando una posición muy difícil contra Estados Unidos y creo que, probablemente, deba continuar haciéndolo porque China tiene muy poco margen para negociar con Estados Unidos sin perder la legitimidad en su territorio, puesto que el nacionalismo es un fenómeno de peso en China, y si el Partido Comunista Chino le da a Estados Unidos un respiro, eso se verá realmente muy mal en casa. Así que, en este punto, creo que estamos en medio de un juego de gallinas en el que no tengo ni idea de quién se acobardará primero.
Ning Leng, experta en política y economía de China. Foto:Sergio Acero
El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, afirmó: “Los aranceles son un veneno para la economía global, y Estados Unidos está obligando a todos a beberlo”. ¿Comparte esta visión?
Creo que usar los aranceles como armas es una forma extremadamente peligrosa de obligar a los países a negociar. Así que yo no usaría palabras tan fuertes, pero, en todo caso, diría que este es un juego muy peligroso para Estados Unidos.
¿Debemos preocuparnos ante el aumento de tensiones en torno a las ambiciones de China sobre Taiwán?
Personalmente, estoy muy preocupada por lo que sucederá entre China y Taiwán. El derecho que exige China sobre la soberanía de Taiwán no es solo un asunto político, es un asunto de vieja data con el que el Partido Comunista podría reforzar enormemente su legitimidad a nivel nacional. De esta manera, podría alimentar el nacionalismo con miras a apaciguar a una gran parte de la población, especialmente hombres jóvenes, que se enfrentan a una de las crisis de desempleo más graves de la historia reciente de China. Así que creo que la posibilidad de una invasión a Taiwán es considerable.
Su investigación se centra en cómo los modelos no democráticos generan consecuencias imprevistas en las relaciones entre el Estado y las empresas. ¿Qué descubrió?
De esta saldrá mi primer libro, que se publicará en septiembre con la editorial Cambridge University Press. Básicamente, descubrí que existe un debate teórico de vieja data en la ciencia política sobre si importa que un país sea un Estado autoritario o una democracia para atraer inversión. Hay dos perspectivas. Una dice que el potencial de inversión no tiene nada que ver con el tipo de régimen o la buena gobernanza establecida en un país y la otra sostiene que, en realidad, sí tiene que ver.
¿Qué modelo respalda la segunda teoría?
Que la democracia atrae y retiene mejor la inversión porque cuenta con un Estado de derecho y un compromiso creíble. Así que mi libro aborda ese debate estudiando el caso de China, siendo el ejemplo perfecto de un país autoritario y exitoso en la atracción de inversión.
¿Qué halló?
En el proceso, me di cuenta de que el modelo político de un país sí importa para atraer inversiones. En el caso de China, su sistema tiene debilidades fundamentales. Una de ellas es que el gobierno chino no confía en ningún actor social, incluidas las empresas. Desde el inicio de la reforma económica (1978), el gobierno chino ha mantenido su poder y derecho de controlar políticamente las empresas de muchas maneras que analizo en el libro.
Entonces, cuando el gobierno chino siente la necesidad, politiza las empresas y las convierte en actores políticos al servicio de los intereses del Partido Comunista Chino. En este proceso, se mina la confianza de los inversores en el sistema. Esto explica por qué vemos muchos cambios, aparentemente, arbitrarios en el panorama empresarial.
La República Popular China es un Estado socialista. Foto:AFP
Nos podría dar un ejemplo...
En 2022, el gobierno chino reprimió repentinamente al sector privado –caso de Alibaba- de ciertos sectores enfocados a clases particulares, así como de la posibilidad de financiación privada.
¿Y si una empresa privada se niega?
He llegado a la conclusión de que el gobierno chino necesita que los actores privados sigan la línea del partido y modifiquen sus operaciones. Cuando las empresas privadas se niegan a hacerlo, entonces, el gobierno chino los mantiene bajo control y les advierte que se pueden someter a una reestructuración y regulación. Y, justamente, esta politización del mercado es uno de los grandes problemas del modelo político-económico de China. Y es perjudicial para la atracción y retención de inversiones. Y es perjudicial para el crecimiento económico futuro de China.
¿Qué tipos de amenazas enfrentan las empresas por parte de China?
El gobierno chino puede amenazar a las empresas con diversas herramientas. Por ejemplo, cuando se trata de dirigirlas, China controla la gestión del personal y los nombramientos de los directivos. Asimismo, el gobierno chino tiene derecho a reestructurar todas las empresas, pues controla el sector privado con un complejo sistema fiscal donde es fácil cometer infracciones. Así que, cuando el Gobierno necesita que las empresas hagan algo, las amenaza con sus antecedentes de infracción fiscal, a la vez que da incentivos al sector privado a través de subsidios.
¿Cree que existen paralelismos entre el caso chino y la relación que el presidente Trump activó con empresas privadas?
No es mi campo de investigación, entonces no podría responderlo. Lo que sabemos es que en Estados Unidos casi no hay empresas cuyos negocios sean dirigidos por el Estado, por lo que la administración Trump no puede controlar los nombramientos de personal o reestructurándola, puesto que no está en el derecho de poder hacerlo.
He llegado a la conclusión de que el gobierno chino necesita que los actores privados sigan la línea del partido y modifiquen sus operaciones. Cuando las empresas privadas se niegan a hacerlo, entonces, el gobierno chino los mantiene bajo control
¿Considera que China está exportando un modelo de gobernanza autoritaria?
No lo creo. En primer lugar, como académica, solo trabajo con datos de fuentes abiertas. En lo que respecta a muchas actividades políticas como el funcionamiento del Departamento Central de Enlace de China, un órgano del partido para las relaciones exteriores, sabemos que este órgano viaja a países extranjeros para capacitar a partidos políticos de otros países. También establece relaciones con partidos políticos que no pertenecen, por ejemplo, a la coalición gobernante, para fortalecer la relación de China con estos países. Pero, qué incluye exactamente esa capacitación o si están capacitando a otros partidos lo desconozco.
Las bolsas se caen tras tensión comercial entre Estados Unidos y China. Foto:Montaje con fotos de AFP
¿Y las empresas?
En el ámbito empresarial, creo que las empresas chinas podrían estar, inconscientemente, exportando algunas prácticas comerciales desde China. Ahora, saber si este tipo de práctica comercial podría realmente desarrollarse y crecer con una inversión extranjera dependerá en gran medida del Estado de derecho del país anfitrión de las empresas chinas.
¿Qué riesgos podrían surgir de esta nueva realidad?
Algo que probablemente ocurrirá es que, como China sabe que está perdiendo un gran mercado, que es Estados Unidos, y está muy preocupada por perder también Europa, ahora mismo depende del éxito de las exportaciones y la manufactura. Así que, creo que lo que podría ocurrir es que los productos chinos se abaraten mucho más que antes y que inunden el resto del mundo, especialmente los países en desarrollo. Y, si consideramos el tipo de productos chinos que se exportan actualmente, en su mayoría obedecerán a productos electrónicos, chips, maquinaria, etc. Es decir, productos de valor añadido.
¿Considera que se enfocarán en alguna región puntual?
Cuando China inunde el mundo, habrá países objetivo. Se centrarán en aquellos sin una base industrial sólida y propia, y con una clase media grande, estable y fuerte. Esto hará que el Sudeste Asiático y América Latina, en general, sean muy vulnerables a la próxima ola de importaciones chinas en el mundo.
China impulsa con rapidez e insistencia la Iniciativa de la Franja y la Ruta, ¿cómo lee usted esta estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional?
Por lo que entiendo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta tienen como base una victoria simbólica de Pekín. Es decir, cuantos más países se sumen a la Iniciativa, mejor se proyecta su poder global. Pero, si analizamos los países que realmente se adhirieron a la Iniciativa, veremos una gran variación en cuanto a la cantidad de proyectos implementados y la inversión china en los mismos. Por ende, no basta con la adhesión para traer beneficios.
Ning Leng estuvo de visita en Colombia por segunda vez. Foto:Sergio Acero
Entonces, ¿podría limitarse la ayuda que China brinda a estos países?
Como todos sabemos, la economía china está en serios problemas. Enfrentan una crisis económica sin precedentes desde 1978, agravada por la acumulación de la deuda local. Todo esto significa que, en este momento, la capacidad del gobierno chino para invertir y financiar proyectos en el extranjero ha disminuido considerablemente. Por lo tanto, en lo que respecta al futuro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, creo que China será mucho más cuidadosa en que lo que hará en los próximos cinco o diez años, puesto que no están en capacidad de poder invertir en tantos proyectos como antes. Asimismo, en cuanto a la financiación de proyectos, probablemente cambiarán su enfoque.
¿Por cuál?
En lugar de depender de los bancos chinos, podrían tener que buscar la cooperación de bancos privados y de sindicatos bancarios. Por lo tanto, en mi opinión personal, la escala de la Iniciativa va a disminuir. El propio Xi Jinping (presidente chino) afirmó que China debería concentrarse en proyectos pequeños y atractivos en la próxima etapa de esta estrategia.
¿Cómo puede China contribuir a la estabilidad geopolítica, particularmente en regiones como América Latina y Oriente Medio?
Tradicionalmente, cuando pensamos en estabilidad geopolítica, hablamos de una superpotencia o una potencia hegemónica regional que proporciona seguridad. Por ejemplo, Estados Unidos envía flotas por todo el mundo. China no lo hace, por lo que la pregunta interesante es: ¿lo hará? Y ese es un debate interno actualmente en China. El debate más candente se da con relación a Oriente Medio.
Cuando China inunde el mundo, habrá países objetivo. Se centrarán en aquellos sin una base industrial sólida y propia, y con una clase media grande, estable y fuerte. Esto hará que el Sudeste Asiático y América Latina, en general, sean muy vulnerables a la próxima ola de importaciones chinas en el mundo.
¿Cuál es el debate?
El debate gira en torno a si el gobierno chino debe proporcionar seguridad en esta región, lo que equivale a una intervención directa. Pero, sabe, por lo que observa, de la relación de Estados Unidos con los países de Oriente Medio, que no es sencillo y puede ser realmente muy complejo de abordar. Así que, en lo que respecta a la estabilidad geopolítica, creo que China aún no sabe qué debería hacer y no creo que, en este momento, tenga la ambición ni la visión de convertirse en un proveedor global de seguridad y estabilidad.
¿Qué hay en juego?
China observa que la participación y el compromiso de Estados Unidos en Oriente Medio están disminuyendo y eso un desafío puesto que al gobierno de China le preocupa mucho la seguridad en esta zona del mundo debido a que el 60 por ciento de sus exportaciones e importaciones tendrán que pasar por el estrecho de Ormuz (controlado por Emiratos Árabes Unidos, Omán e Irán), así que necesita mantenerlo abierto.
¿Cree que estamos entrando en una nueva Guerra Fría?
No sé si ese concepto sea útil. Sí creo que estamos entrando en una fase definitivamente turbulenta e inestable de las relaciones internacionales.
China promete neutralidad de carbono para 2060. ¿Este compromiso es realista dada la dependencia del país de los combustibles fósiles y su rápido crecimiento industrial?
Creo que el gobierno chino realmente quiere mejorar el medioambiente porque la degradación ambiental en China es un problema real y grave. Particularmente, en este momento, el gobierno chino se preocupa mucho por la seguridad alimentaria y la independencia agrícola. Sin embargo, en este momento, la industrialización ha vuelto a ser el principal motor económico de China y eso definitivamente entra en conflicto con una ley ambiental muy estricta. En todo caso, creo que la principal prioridad es contener la actual crisis de desempleo, asegurar que China siga exportando y que los chinos puedan tener trabajo
¿Qué destaca de su visita a Colombia?
Me encanta este país. Esta es mi segunda vez en Colombia y creo que las personas realmente son muy amables y abiertas. Me impresionó mucho, y lo he repetido una y otra vez, cómo los colombianos tratan a sus animales. Los veo llevarlos a los restaurantes, tratar muy bien incluso a los perros callejeros y cuando estuve en la iglesia de sal de Zipaquirá, a pesar de ser subterránea, había una familia con su perro en un coche ¡Increíble! Siempre he pensado en que el trato que le den a sus animales dice mucho de un país. Así que tengo un profundo respeto por la esencia colombiana.