‘La buena música no morirá’: Andrea Bocelli

hace 2 meses 21

Hay una frase que repiten mucho los confesos católicos que podría describir el misterio que acompañó la niñez de Andrea Bocelli, que, por cierto, es un hombre de fe: “Dios quita, Dios da”. Perdió la vista a los 12 años, cuando un balonazo en la cabeza le generó una hemorragia que, sumada a tener glaucoma congénito, lo cegó por completo; pero a cambio, el italiano fue provisto de un talento que, desde niño, lo acompañó a transitar la oscuridad de su mundo. “La voz es un don del cielo”, dijo hace dos años a EFE, en una conversación en la que reflexionó sobre sus más de 30 años de carrera.

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“Bocelli me confesó que la gente ciega gran parte del tiempo se siente avergonzada por su condición y por eso hace todo lo posible para aparentar normalidad y no avergonzar a nadie”, le dijo en 2018 a ABC de España Michael Radford, el director de La música del silencio, el biopic que cuenta la historia del tenor italiano. Pero, lejos de generar vergüenza, Bocelli es un artista a quien otros artistas quieren acercarse, con quien quieren cantar y compartir escenario. Su versatilidad, su empatía con el público, su sencillez que no se embriaga con la fama y su constancia lo han llevado a construir un legado respetado en la industria musical de todo el mundo.

Andrea Bocelli presenta sus grandes éxitos a dueto con los cantantes más icónicos.

Andrea Bocelli presenta sus grandes éxitos a dueto con los cantantes más icónicos. Foto:Universal Music

Con sabiduría, supo esperar la fama, que llegó tardía, a sus 36 años, cuando ganó en la categoría de nuevos talentos del 44.º Festival de la Canción de San Remo, en 1994. El mundo sabría de él años después. Hoy su nombre hace parte del Paseo de la Fama de Hollywood, un reconocimiento a su influencia cultural y artística.

Y su música, aunque es en su mayoría ópera clásica romántica y muy italiana, está más vigente y global que nunca. Jóvenes y adultos esperan años por verlo en tarima, convirtiéndose en un puente generacional que sin importar sus 66 años conecta con todo tipo de públicos.

Bocelli ha sido escogido en varias ocasiones para cantarle a cuatro presidentes de Estados Unidos, tres papas y la realeza británica. Ha sido invitado a los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo. Sus pies han pisado los principales escenarios internacionales.

En diálogo con EL TIEMPO y a días de presentarse en Bogotá, el 21 de febrero, 14 años después de su primera visita, el tenor hace un repaso por su carrera y la industria musical, entre otros temas.

Usted tiene más de 30 años de carrera artística, ¿qué ha sido lo más extraordinario en este tiempo?

Siempre he pensado que cada carrera representa un camino único, irrepetible, al igual que cada vida, que expresa una historia igualmente única y apasionante. La mía, aunque con rasgos particulares y giros inesperados, no es más importante que las demás... Es cierto, sin embargo, que a veces, al evaluar el punto de partida y el de llegada, mi historia como hombre y como artista parece asemejarse a un cuento de hadas con final feliz.

Un final feliz habla de un desenlace, pero aquí está usted, a días de presentarse de nuevo ante el público colombiano. ¿A qué se refiere con esto?

Convertir la música en una profesión para un niño de campo como yo, sin conexiones con el mundo del espectáculo, era en sí un desafío audaz y de resultado incierto. Y antes de alcanzar la notoriedad (que, de todos modos, llegó tarde, cuando ya había superado los 35 años), acumulé muchas puertas cerradas y atravesé una larga etapa de aprendizajes difíciles, llena de caídas y momentos oscuros.

¿A qué le atribuye que esa notoriedad haya llegado tan tarde?

Es un tema más general. El público me brindaba su entusiasmo, pero la industria del espectáculo me veía como un producto difícil de comercializar, hasta el punto de que más de una vez me dijeron: “Es mejor que cambies de oficio”. Al final, llegó el éxito, y la realidad superó cualquier sueño, cualquier expectativa, incluso la más optimista. Como en todo cuento de hadas, mi camino profesional y personal también deja una moraleja...

¿Qué moraleja deja su historia que pueda servirle a cualquier persona que está emprendiendo el mismo camino que usted anduvo?

Creo que en este caso sería subrayar la importancia de no perder nunca la confianza, sino, por el contrario, seguir con determinación y actitud positiva los sueños, trabajando con esfuerzo y confiando en el plan que Dios tiene para nosotros y en las señales con las que Él nos muestra el camino.

Hay que subrayar la importancia de no perder nunca la confianza, sino, por el contrario, seguir con determinación y actitud positiva los sueños, trabajando con esfuerzo y confiando en el plan que Dios tiene para nosotros

Ahora decía que la industria lo veía como un producto. ¿Cree que eso sigue pasando con otros artistas? ¿En qué ha cambiado la industria?

En treinta años, muchas cosas han cambiado... Una revolución digital está en plena marcha, y también la industria musical está atravesando transformaciones radicales. Pienso, por ejemplo, en la transición del disco físico al streaming, con todas las ventajas y desventajas que esto conlleva... O en el hecho de que, gracias a la tecnología, los desplazamientos, cuando son complicados logísticamente, pueden evitarse. Ya me ha sucedido en varias ocasiones que he podido ensayar, estudiar e incluso grabar con colegas que se encontraban al otro lado del mundo.

¿Es más fácil ser artista hoy que cuando usted empezó?

En cuanto a las formas de abrirse camino en la industria del espectáculo y en la comunicación en general, puedo decir que nunca ha sido fácil destacar: no lo era en mis tiempos y tampoco lo es hoy. Sin embargo, creo que en los últimos años han surgido nuevos formatos que representan oportunidades interesantes, ya que aumentan las posibilidades de darse a conocer, fomentan una sana competitividad y ofrecen una oportunidad que, en mi época, era más difícil de encontrar y aprovechar.

¿Se considera un músico clásico o un músico pop?

Soy un cantante de ópera. Mis estudios han sido los rigurosos de un tenor. Mi preferencia siempre ha sido la lírica, aunque aprecio y practico ambos géneros con el mismo compromiso y respeto. Considero que la música clásica y el pop son dos universos distintos, cada uno con sus propias dificultades y su dignidad artística. Adoro el repertorio lírico, pero también disfruto de la música llamada ‘ligera’, que exige instinto, entrega emocional e improvisación, y que, cuando es de calidad, es capaz de brindar grandes emociones.

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Pero usted le apostó a algo distinto...

Mi apuesta –la de moverme entre ambos géneros– es, en el fondo, la misma que han seguido artistas como Enrico Caruso, Beniamino Gigli, Tito Schipa y Franco Corelli: cantantes líricos que también interpretaron numerosas romanzas populares y canciones. Como he repetido durante años, desde el punto de vista técnico, las diferencias entre la impostación vocal lírica y la ‘ligera’ son menores de lo que podría parecer. El reto sigue siendo difundir y defender la calidad, sin importar el género en el que se encuentre.

¿Cómo percibe la música hoy en día?

Vivimos en un período de transición: después de haber desmontado muchas reglas y abandonado numerosos géneros, el ser humano probablemente aún tiene dificultades para encontrar nuevas y creíbles formas de expresión. Sin embargo, la música lírica (y la música clásica en general) seguirá encontrando admiradores incluso entre las nuevas generaciones, como la historia nos lo ha demostrado ampliamente. La buena música no morirá. Y en otros géneros, desde el pop hasta el jazz, hay muchos jóvenes talentosos –tanto compositores como intérpretes– que están abriéndose camino en la escena mundial. En general, sigo siendo optimista: a pesar de cualquier crisis, la creatividad humana seguirá sorprendiéndonos y emocionándonos. También en el ámbito musical.

La música lírica (y la música clásica en general) seguirá encontrando admiradores incluso entre las nuevas generaciones, como la historia nos lo ha demostrado ampliamente. La buena música no morirá.

¿Qué consejo le dio a su hijo cuando le dijo que quería dedicarse a la música?

Como padre, tanto con Matteo como con Amos y Virginia, siempre he preferido evitar dar consejos, optando en su lugar por transmitirles los valores en los que creo (valores que también se reflejan en sus elecciones artísticas). Cuando Matteo, hace algunos años, expresó su deseo de intentar una carrera artística, lo puse en alerta, haciéndole ver lo complejo y a veces precario, efímero e insensible que puede ser el mundo del espectáculo. Desde entonces, nunca hemos dejado de hablar sobre música y, cuando es posible, de hacer música juntos. Y, por supuesto, cuando me lo pide, le doy mi opinión. De todos modos, me siento muy feliz por su elección, porque veo que ha encontrado en la música su camino... Ahora Matteo es también un colega, un artista profesionalmente maduro, que goza de una gran aceptación entre el público.

De tantos que ha tenido, ¿qué momento de su carrera le genera mayor orgullo?

La convicción a la que he llegado, quizás gracias también a mis canas, es que cada día y cada encuentro han sido, y siguen siendo, emocionantes, memorables e irrepetibles a su manera. Y naturalmente, lo mismo aplica a los escenarios en los que he actuado, ya sea un gran teatro, un estadio con veinte mil personas, un hospital o una escuela. Me enorgullece, por ejemplo, contar con un público que me sigue con cariño en Colombia, y me emociona poder reencontrarme con él cuando nos reunamos en el estadio El Campín de Bogotá.

¿Qué siente al pisar los escenarios, especialmente los más icónicos?

Me gusta enfrentar los compromisos día tras día, otorgando valor y significado a cada encuentro. La alegría que recibo y el compromiso que pongo al cantar son siempre los mismos. Por supuesto, en el transcurso de mis treinta años de carrera, he tenido el privilegio de hacer resonar mi voz en lugares particularmente icónicos, desde las pirámides hasta la Torre Eiffel, desde la Estatua de la Libertad hasta el Coliseo... También me gusta mencionar el Teatro Metropolitan de Nueva York, un escenario en el que he tenido el placer de ofrecer más de un recital.

Una carrera llena de éxitos

Andrea Bocelli

Andrea Bocelli Foto:EFE

Andrea Bocelli es, definitivamente, una de las figuras más destacadas en la popularización de la ópera y ha logrado que la música clásica alcance los primeros puestos de las listas internacionales del pop. Su trayectoria despegó en 1994, cuando ganó la sección de nuevos talentos en la 44.ª edición del prestigioso Festival de la Canción de San Remo. Desde entonces, el tenor italiano ha lanzado 15 álbumes de estudio en solitario, tanto de música clásica como pop, además de tres álbumes de grandes éxitos y nueve óperas completas, acumulando ventas que superan los 90 millones de discos en todo el mundo.

Entre sus producciones más exitosas se encuentran Romanza, uno de los discos más vendidos de la historia, y Sacred Arias, el álbum de música clásica más exitoso jamás grabado por un artista en solitario. Su álbum navideño My Christmas es uno de los más vendidos de todos los tiempos dentro de su género. En 2019, su discodebutó en el primer lugar tanto en la lista de álbumes del Reino Unido como en el Billboard 200 de Estados Unidos, marcando su primer número uno en ambos países. Su canción Con te partirò, incluida en su segundo álbum, Bocelli, es uno de los sencillos más vendidos de la historia, destacando su icónica versión con Sarah Brightman.

La versión en español de Vivo per lei (Vivo por ella), originalmente interpretada junto a Marta Sánchez, también ha sido un gran éxito a lo largo de los años. Recientemente, una nueva versión grabada con Karol G la volvió a ubicar en los primeros lugares de popularidad.

A lo largo de su carrera, Bocelli ha recibido numerosos reconocimientos. En 1998, la revista People lo incluyó en su lista de las ‘50 personas más bellas del mundo’. Su dueto con Céline Dion en The Prayer, canción principal de la película animada Quest for Camelot, ganó el Globo de Oro a la mejor canción original y fue nominada al Premio de la Academia en la misma categoría. En 1999, fue nominado a mejor artista nuevo en los Premios Grammy y, además, hizo historia al ingresar al Libro Guinness de los Récords, al mantener simultáneamente los tres primeros lugares en la lista de álbumes clásicos de EE. UU. con Sacred Arias.

En 2006, el tenor fue nombrado Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana y, el 2 de marzo de 2010, recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por su contribución al teatro en vivo.

ÚRSULA LEVY

Para EL TIEMPO

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