Lucas Visconti, un joven de Paraíba do Sul, Río de Janeiro, enfrentó un giro inesperado en su vida cuando los dolores de cabeza que creía provocados por el estrés de los exámenes universitarios resultaron ser un síntoma de leucemia. El joven estudiaba medicina.
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El diagnóstico llegó en enero de 2017, cuando apenas iniciaba sus estudios de medicina a los 21 años. Desde entonces, ha vivido un complejo recorrido lleno de tratamientos, recaídas y aprendizajes, que hoy, con 29 años, lo han convertido en médico y en un ejemplo de resiliencia.
Un diagnóstico inesperado y un largo camino de tratamientos
"Son ocho años viviendo con cáncer", recuerda Lucas al reflexionar sobre el impacto del diagnóstico. Los síntomas iniciales no eran comunes en casos de leucemia, lo que dificultó el hallazgo de la enfermedad. "Fue un dolor de cabeza muy fuerte, que me hizo desmayar. Y todo empezó durante la semana de exámenes, así que pensé que era estrés", relató. Tras desmayarse, lo hospitalizaron y, tras varias intervenciones, llegó al oncohematólogo, quien confirmó la enfermedad.
El joven se sometió a ocho ciclos de quimioterapia, alcanzando remisión al cuarto ciclo. "No quedó nada en la médula ni en el líquido cefalorraquídeo", señaló. Aunque el avance fue significativo, la enfermedad regresó al año siguiente, lo que lo llevó a realizarse un trasplante de médula ósea en 2019, con su hermano como donante. "Es como arrojar una bomba sobre una ciudad y reconstruirla más tarde. Es así con el sistema inmunológico", explicó Lucas sobre el procedimiento.
Aunque el trasplante fue exitoso inicialmente, una nueva recurrencia lo obligó a explorar otras opciones. En 2022, accedió al tratamiento con células CAR-T, desarrollado por la USP en Ribeirão Preto y São Paulo, y el Instituto Butantan. "Me dieron el alta y a los dos días de salir del alta pude jugar voleibol en un campeonato y me fue muy bien. Tiene prácticamente cero efectos secundarios. Lo cual me dio mucha calidad de vida", describió. Sin embargo, en marzo de 2023 enfrentó otra recaída y requirió quimioterapia y radioterapia.
Una red de apoyo incondicional
Durante su lucha contra la leucemia, Lucas destacó el apoyo fundamental de su padre, quien lo acompañó en cada paso del proceso.
"Incluso hay un pequeño vídeo en mi Instagram que muestra que, cuando no podía tener un acompañante en la habitación después de las celdas CAR-T, él iba al estacionamiento a despedirse de mí desde la ventana, lloviera o hiciera sol", comentó.
Este respaldo, sumado a su actitud positiva, ha sido clave para mantener la esperanza. "Nunca tuve dudas de que las cosas saldrían bien, mantuve una actitud positiva", afirmó.
La enfermedad como transformación personal y profesional
Hoy, Lucas ejerce como médico clínico y planea especializarse en hematología y oncohematología. Su experiencia como paciente lo llevó a cambiar su perspectiva sobre la medicina: "Cuando descubrí mi diagnóstico, busqué muchas personas que también tenían leucemia para encontrar más ejemplos. Como médico también quiero ser un ejemplo de la victoria de este tratamiento". Además, considera que su vivencia lo hizo más empático: "Creo que haber pasado por todo esto pudo haber aportado mucho a mi formación como médico. Me cambió, tengo una visión de lo que es estar del otro lado de la mesa".
Lucas busca inspirar a sus pacientes a mantener la esperanza, algo que aprendió de la Asociación Brasileña de Linfoma y Leucemia: "Donde hay un 1 % de posibilidades, habrá un 100% de esfuerzo". Con esta filosofía, trabaja por brindar seguridad y confianza a quienes enfrentan desafíos similares al que él vivió. "Creo que un médico es alguien que te puede dar seguridad, decirte que puedes seguir tus sueños, tu vida", concluyó.
MARIANA ROSÁRIO
O Globo (Brasil) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de O Globo (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.