Joven fue diagnosticada con cáncer a los 20 años y cuenta los 5 síntomas que la alertaron: ‘Tenía que aceptar’

hace 9 horas 36

A los 20 años, Clara Bersellini cursaba segundo año de psicología en Bahía Blanca, Argentina, vivía sola y llevaba una rutina universitaria como cualquier otra joven de su edad. Sin embargo, su cotidianidad cambió abruptamente con la aparición de síntomas que inicialmente parecían menores, pero que en realidad eran señales tempranas de una enfermedad grave.

Las primeras señales de alerta

Todo comenzó con una picazón generalizada en el cuerpo, que se intensificaba tras ducharse con agua caliente o al hacer ejercicio. Luego llegó el cansancio extremo: cualquier actividad diaria le demandaba el doble de esfuerzo, dormía más de lo habitual y, a pesar de eso, sentía que no descansaba. 

Poco después empezaron las sudoraciones nocturnas, la falta de aire y una tos persistente que no encontraba explicación.

Fue entonces cuando decidió acudir a un médico, quien se mostró sereno desde el primer momento. “El médico me transmitió tranquilidad desde el primer momento, me hizo varias preguntas muy bien orientadas y me indicó algunos estudios: análisis de sangre, ecografía abdominal y de cuello porque había notado ganglios inflamados sobre las clavículas que yo nunca había registrado y una radiografía de tórax. Una vez que estuvieron esos resultados (aproximadamente dos semanas después) me derivó con un hematólogo”, recordó Clara.

Linfoma de Hodgkin

El especialista solicitó una tomografía y una biopsia de los ganglios en el cuello. A las dos semanas, Clara recibió el diagnóstico: Linfoma de Hodgkin

“Podría decir que tuve mil reacciones. En el momento creo que me mostré bastante predispuesta a hacer lo que tuviera que hacer. Entre el llanto y las mil emociones que se me aparecieron, sabía que tenía que aceptar lo que estaba pasando y que de alguna manera me iba a recuperar. Puse mi cuerpo a disposición de los médicos", dijo.

Además, agregó: "Lo primero que hice cuando salimos del consultorio fue ir a la casa de mi mejor amiga de toda la vida, Anto, y contarle que se había confirmado el diagnóstico. Lloramos juntas un rato, nos abrazamos, y me ayudó a escribir un mensaje para el resto de mis amigos”.

Cáncer

Tras conocerse el diagnóstico, su familia fue su más grande apoyo. Foto:Redes sociales

El tratamiento consistió en diez sesiones de quimioterapia, una cada 15 días, con una duración de tres a cuatro horas cada una: “En el proceso tuve un montón de emociones: enojo, tristeza, esperanza, miedo. Es algo que va cambiando casi todos los días. Tenía días muy buenos y días fatales”.

Una recaída inesperada y un nuevo desafío

En enero de 2020 concluyó el primer tratamiento. Durante la pandemia, sus controles médicos se hicieron más espaciados, hasta que en noviembre de ese mismo año un estudio reveló una posible reaparición del cáncer. Luego de una punción de médula, se confirmó la recaída, esta vez localizada en la cadera.

El impacto emocional fue mayor que la primera vez. “Me apoyaba en mi familia, mis viejos en primer lugar. Es como que se va armando una red de contención tremenda alrededor de uno. Todos se pusieron a disposición desde el primer momento. También mis amigos, desde el lugar que podían, encontraron la forma de acompañarme”, expresa Clara. 

Y destaca especialmente a su madre: “A mamá hay que hacerle un monumento. La mayor contención vino de ella. Se la hice sufrir muchas veces. No es fácil pasar por la enfermedad, pero tampoco es fácil acompañar a alguien que la está pasando. Nadie hubiera sido mejor que ella para pasar todo el proceso, nadie me hubiera tenido la paciencia y el amor que me tuvo ella, la entrega fue total”.

Aseguró que para su familia no ha sido fácil.

Aseguró que para su familia no ha sido fácil. Foto:Redes sociales

El trasplante y el valor del acompañamiento terapéutico

La única opción que le ofrecieron los médicos ante la recaída fue un autotrasplante de médula, ya que se trataba de un linfoma refractario. 

“Fue difícil. Por suerte, permitieron que mi mamá se interne conmigo y eso alivianó un montón el proceso, estuvimos completamente aisladas en la habitación del hospital durante 20 días”, contó. 

En medio de la incertidumbre, encontró contención emocional en su psicóloga, Mari. “Había hecho terapia con otros terapeutas, pero no llegaba a conectar o a sentirme cómoda del todo, y cuando tocaba temas relativos al cáncer era más difícil porque hay muchísimo tabú y no me sentía comprendida. Encontrarla a Mari fue lo mejor, la adoro, ella es psico oncóloga y también fue paciente, así que eso aporta otra perspectiva a la terapia. Me ayudó a sentirme comprendida, contenida y respetada”, detalló. 

Un deseo cumplido: ser mamá

Desde muy joven, Clara había tenido el deseo de ser madre. Por eso, antes del trasplante, decidió congelar óvulos para preservar su fertilidad. El procedimiento no fue fácil. 

“Cuando se hizo la recolección de óvulos y me dijeron que habían podido recolectar menos de lo que esperaban me afectó muchísimo. Me puse a llorar en el consultorio de la médica de fertilidad y ella me dijo algo que hoy cobra más sentido: 'Tienes a favor tu edad: la calidad de los óvulos es mejor. Tienes en contra que ya realizaste tratamientos, pero yo nunca vi a alguien tan joven con tantas ganas, así que intenta quedarte tranquila, que lo que tenga que pasar va a pasar’”.

Menos de un año atrás conoció a Mateo, con quien construyó una relación sólida desde el inicio. Ambos compartían el deseo de formar una familia. Un test de embarazo en casa marcó el inicio de una nueva etapa: “Me había hecho a la idea de que no iba a ser tan fácil quedar embarazada y de que podía ser que no se diera nunca. Fue una mezcla tremenda de emociones: alegría, miedo e incredulidad”.

La sorpresa fue mayor al enterarse, en la primera ecografía, de que no esperaba un solo bebé, sino mellizas. “Él estuvo conmigo todo el tiempo, vio el positivo en el mismo momento que yo. Todo el proceso lo vivimos juntos, hasta ahora no tuve que ir a ninguna consulta o estudio sola, siempre está conmigo”, dijo, 

A pesar de las adversidades, la joven se convirtió en madre, algo que era su mayor sueño.

A pesar de las adversidades, la joven se convirtió en madre, algo que era su mayor sueño. Foto:Redes sociales

Amelia y Vera, un futuro lleno de esperanza

Con la llegada de sus hijas cada vez más cerca, Clara se muestra esperanzada y emocionada: “Estoy super emocionada, también disfrutando el embarazo. Creo que todavía no termino de asimilar bien todo. En pocos meses pasé de pensar que iba a ser imposible ser mamá de manera natural a saber que hay dos vidas creciendo dentro de mi cuerpo. Lo deseé tanto, y llegaron sin ser buscadas. Es una locura”.

Sobre el parto, se imagina un momento cargado de emociones. “Super emotivo, debe ser algo indescriptible. No me puedo imaginar todo lo que se debe sentir al ver a un hijo por primera vez. Nos pusimos de acuerdo con los nombres bastante rápido: Amelia y Vera”, expresó. 

Cáncer

Ahora espera a sus mellizas y reflexiona sobre escuchar a su cuerpo. Foto:Redes sociales

Un mensaje para quienes atraviesan una enfermedad

En su recorrido, Clara aprendió a escuchar su cuerpo y a respetar sus emociones. Por eso, deja un consejo sincero: “Paciencia y fe. No hay una única manera de atravesar una enfermedad así, y todas las emociones y maneras de enfrentarlo son válidas, está bueno darse permiso de sentir y de expresar todo eso que nos pasa. Les diría también que escuchen a su cuerpo, el cuerpo sabe lo que necesita y busca la forma de hacerse escuchar. Tomen los consejos que les sirvan y nada más que eso, todo el mundo va a opinar cómo deberían actuar, pero cada uno sabe lo que necesita y lo que le sirve. Cada ser humano es único y cada experiencia también”.

Alejandro Gorenstein

La Nación (Argentina) / GDA. 

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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.

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