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Una finca en Tasmania cultiva asparagopsis, una alga que reduce el metano emitido por el ganado.
El método de científicos para limitar el metano del ganado y luchar contra el cambio climático Foto: iStock

PERIODISTA16.05.2025 14:42 Actualizado: 16.05.2025 14:54

16.05.2025 14:42 Actualizado: 16.05.2025 14:54
Frente a las costas de Triabunna, en la isla de Tasmania (Australia), una finca de 1.800 hectáreas se ha convertido en el centro de un experimento que busca reducir una de las principales fuentes de metano del planeta: los rumiantes. El método se basa en una alga marina, la asparagopsis, que según diversos estudios científicos, tiene el potencial de disminuir considerablemente las emisiones del ganado.
Una alga con potencial climático
La asparagopsis es una alga roja que crece de forma natural en las costas de Tasmania. Su incorporación en la alimentación de vacas y otros rumiantes ha mostrado efectos en la disminución de las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero considerado el segundo más influyente en el calentamiento global, después del dióxido de carbono. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los rumiantes generan aproximadamente un tercio de las emisiones de metano por el proceso digestivo que llevan a cabo.
La FAO indica que los rumiantes generan un tercio de las emisiones mundiales de metano. Foto:iStock
La investigadora Fran Cowley, profesora de la escuela de Ciencias Rurales y Ambientales de la Universidad de Nueva Inglaterra, afirma que existen más de cuarenta estudios que avalan la eficacia de esta alga como suplemento. “Si se usa una medición precisa de la inhibición del metano, la asparagopsis puede suprimir el 95 % de la producción de metano de los animales que lo ingieren”, señala.
Los ensayos de este método se llevaron a cabo en instalaciones de engorde de ganado en Queensland, Australia. Luego de 200 días de administración de suplementos elaborados con la alga, se observó una reducción de la mitad de las emisiones generadas por los animales, en comparación con los que no recibieron el complemento. Estos resultados fueron publicados en agosto de 2024 y representan un avance en la búsqueda de prácticas ganaderas más sostenibles.
El efecto reductor del metano se atribuye a un compuesto presente en la alga: el bromoformo. Este elemento actúa en el sistema digestivo del animal e interfiere con los procesos que generan eructos y flatulencias, principales vías de emisión del gas. Sin embargo, la investigadora Cowley aclara que no existen riesgos para la salud ni para la calidad de los productos derivados del ganado: “El bromoformo puede ser cancerígeno pero se administra en una cantidad muy pequeña y se disuelve completamente en el vientre, no hay acumulación en la leche ni en la carne, que, además, no se ven afectados ni el sabor ni la consistencia”.
Un proyecto industrial en expansión
La producción de la alga y su transformación en suplementos ha sido asumida por Sea Forest, una empresa dirigida por Sam Elsom. Luego de quince años en la industria textil, Elsom inició en 2019 este emprendimiento, con el objetivo de impulsar una agricultura más sostenible y sin costos adicionales para agricultores o consumidores.
La empresa cultiva la alga tanto en mar abierto como en instalaciones terrestres con tanques de agua de mar. Este modelo permite controlar condiciones como la luz, los nutrientes y el carbono disponible, lo cual garantiza una producción constante y optimizada.
Sea Forest ya trabaja con varias empresas locales e internacionales para introducir el suplemento en la cadena de producción. Entre sus aliados se encuentran Ashgrove, un productor de leche de Tasmania; la cadena de hamburguesas Grill, presente en toda Australia; y Morrisons, un minorista británico. “También hemos tenido discusiones muy alentadoras con productores lácteos en Francia, estamos en el proceso de solicitar una autorización para nuestros productos a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)”, indica Elsom.
. Foto:iStock
Limitaciones del modelo actual
A pesar de sus avances, el proyecto enfrenta obstáculos regulatorios y económicos. En palabras de la profesora Cowley, “la regulación no aplica incentivos ni restricciones para que los agricultores reduzcan sus emisiones de metano, ni en Australia ni en resto del mundo”. Esta falta de estímulos normativos limita la adopción generalizada del suplemento.
Además, el costo de producción de las algas marinas sigue siendo elevado. “Las algas marinas siguen siendo bastante caras. Tendríamos que sacarle un alto valor añadido para que valga la pena, pero de momento no es el caso”, señala Cowley.
A pesar de estas dificultades, los investigadores y empresarios involucrados mantienen una visión positiva. Según Cowley, la investigación en este campo es reciente pero prometedora. “Es un campo de investigación bastante nuevo, que ha avanzado enormemente en solo diez años, y espero que se creen nuevos productos en los próximos dos a cinco años”.
La experiencia de Tasmania demuestra que es posible buscar soluciones científicas e industriales para reducir las emisiones del sector ganadero. Aunque el camino por recorrer aún es largo, el uso de la asparagopsis se perfila como una herramienta viable en los esfuerzos globales contra el cambio climático.
Agencia AFP
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por Agencia AFP, y contó con la revisión de la periodista y un editor.
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