Históricamente, los debates entre candidatos a la vicepresidencia en Estados Unidos siempre se han considerado como un "plato de segunda mesa" en la carrera por la Casa Blanca.
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Por lo general, se trata de un encuentro "escondido" entre los tres que suelen pactar los titulares antes de que los estadounidenses vayan a las urnas. Y, dado su rol secundario en un futuro gobierno, lo que digan suele influir poco en la decisión de los votantes.
Pero el de esta noche, entre el republicano J.D. Vance y el demócrata Tim Walz, bien podría romper con esa tradición.
En gran parte por que estamos ante una carrera atípica en la que, como van las cosas, solo habrá un debate entre Donald Trump Kamala Harris, los dos candidatos que se disputan la Oficina Oval.
Trump, como se sabe, ha rechazado un segundo encuentro con Harris tras su pésimo desempeño en el que tuvieron a comienzos del mes pasado, y el que sostuvo contra Joe Biden en junio, donde fue el claro ganador, ya es memoria distante luego de que el actual presidente optará por retirarse de la carrera.
“Dado que no habrá otro debate presidencial, esta será la última oportunidad que el electorado estadounidense tendrá para ver a los candidatos, o sus representantes, en un mismo escenario ventilando sus diferencias sobre la visión del país", sostiene Corey Lewandowski, quien asesora a Trump desde hace muchos años.
Ambos llegan al encuentro con objetivos diferentes y tienen claras ventajas y desventajas que trataran de explotar y defender.
¿Cuáles son los retos y oportunidades de Vance?
La tarea para Vance, en ese sentido, es un poco más compleja. De acuerdo con los sondeos, el actual senador de Ohio es uno de los candidatos a la vicepresidencia con más baja popularidad desde que se realizan este tipo de mediciones.
En el promedio de encuestas del portal 538, solo un 34 por ciento del electorado tiene una visión positiva de Vance frente un 45 por ciento que lo rechaza (diferencia de 11 puntos porcentuales).
Si bien Vance tenía poco reconocimiento nacional antes de que Trump lo nombró como su compañero de fórmula, algunas declaraciones que ha dado desde entonces han caído mal entre el grueso del electorado.
Particularmente, cuando criticó a las mujeres que no tenían hijos llamándolas "childless cat ladies" (o mujeres sin hijos amantes de gatos).
Aunque lleva semanas tratado de rectificar su mensaje, la idea de que desprecia a las mujeres que optan por no tener familia le sigue pesando y con seguridad será explotado por Walz.
Adicionalmente, fue el quien puso a rodar el falso rumor de que los haitianos se estaban comiendo "perros y gatos" en una ciudad de Ohio. Algo que repitió Trump en el debate con Harris y que sigue siendo motivo de burla y también rechazo entre algunos por la estigmatización de los inmigrantes.
Pero quizá el reto más grande que tendrá Vance será defender sus propios ataques contra Trump. Antes de llegar al Senado y transformarse en 'trumpista', Vance hizo carrera criticando al expresidente, a quien llamó “reprensible”, “heroína cultural” y hasta “el Hitler de Estados Unidos”.
En el 2020, cuando Trump se disputaba la reelección contra Biden, Vance afirmó en mensajes privados revelados por el Washington Post que su agenda económica había sido un fracaso y que por eso perdería las elecciones.
Aunque el senador viene diciendo que las propuestas de su hoy jefe lo terminaron convenciendo -y en eso probablemente insistirá esta noche-, será incómodo, como mínimo, que las críticas sean ventiladas ante la audiencia nacional que verá el debate.
Pero Vance tiene varias armas a su favor. En primer lugar, es un orador articulado, con vasta experiencia frente a un micrófono y que probablemente no caerá en las provocaciones de las que fue víctima Trump en el encuentro con Harris.
"En el encuentro pasado, Trump perdió múltiples oportunidades para orientar el debate hacia el récord de Harris y la administración Biden. Vance intentará sumar puntos donde Trump no pudo concentrándose en ese récord y no en Walz y su personalidad", afirma Stan Barnes, exsenador republicano del estado de Arizona.
Adicionalmente, si las cosas le salen bien, tiene una oportunidad inmejorable para presentarse nuevamente ante el electorado y despejar la nación de que es un misógino de extrema derecha.
¿Cuáles son los retos y oportunidades de Walz?
Walz, por su parte, también tiene lados fuertes y otros flacos. A diferencia de Vance, tiene poca experiencia con el formato y ha admitido que le preocupa no estar a la altura de las expectativas.
Y, como Vance, tendrá cosas que aclarar. Entre ellas haber exagerado su rol en la guerra de Irak -dijo en un evento que había combatido en el conflicto cuando en realidad nunca pisó el país- y el manejo que le dio a las violentas protestas que se desataron en Minnesota, estado del que es gobernador, tras la muertes del afro americano George Floyd en el 2020.
Walz, además, tendrá la difícil tarea de defender las decisiones de una administración de la que no hizo parte y de ambiguos resultados tanto el plano económico como en política exterior. Especialmente a la luz de la crisis actual en Oriente Medio, tras los ataques de Israel en el Líbano.
Pero Walz también tiene muchos puntos a su favor que intentará cobrar.
A diferencia de Vance, educado en Harvard y un poco acartonado por su formación, Walz es visto como de "lavar y planchar": un profesor y entrenador de fútbol americano del medio oeste que le habla, y se relaciona directamente, con la gran clase media estadounidense.
Precisamente, la razón por la que Harris lo seleccionó con la idea de fortalecer su candidatura en estados de esta misma zona -Michigan, Wisconsin y Pennsylvania- que están llamados a definir estas elecciones.
Uno de los objetivos de Walz, de hecho, es hablarle a los indecisos, independientes y hombres que todavía tienen dudas sobre Harris y sus credenciales para gobernar el país.
Guardas las proporciones el debate de esta noche es inverso a lo que fue el de Trump y Harris, donde Vance es visto como el "académico" y un Walz más espontáneo y explosivo.
En una apretada contienda como la actual, donde los sondeos hablan de un empate técnico, cualquier desliz o golpe a favor podría terminar siendo importante en el desenlace final.
Y de allí la relevancia de un encuentro que en cualquier otro momento habría sido casi intrascendente.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington