BRADFORD-ON-TONE, Inglaterra — Un chorro de vapor se eleva con un silbido al ser sumergido un atizador al rojo vivo en un tazón de sidra. Una mujer con guirnaldas en el cuello pincha un pan tostado con un tenedor largo y aloja la ofrenda entre las ramas de un árbol. Luego, entre gritos de la multitud presente, la ceremonia a la luz de las antorchas termina con disparos.
Durante la mayor parte del año, la granja de Sheppy utiliza maquinaria de última generación para atender sus 22 mil manzanos y producir alrededor de 1.9 millones de litros de sidra al año. Pero durante una noche de enero, las técnicas agrícolas modernas se dejan de lado para un antiguo ritual llamado “wassailing”, donde se bendice la cosecha de manzanas del próximo año, se ahuyenta a los espíritus malignos y cientos de espectadores beben sidra con entusiasmo.
El wassailing, que data al menos del siglo 8, parecía casi haber desaparecido para la década de 1990. Pero recientemente ha regresado a docenas de sidrerías y eventos comunitarios, particularmente en el oeste de Inglaterra, impulsado por un creciente interés en la tradición y el folclor, un renovado respeto por el campo y el deseo de animar los sombríos meses de invierno con una fiesta.
Louisa Sheppy, copropietaria de Sheppy’s, que ha organizado un wassail durante siete años consecutivos, no cree —como sostiene la tradición— que el destino de la cosecha dependa del wassail anual. Pero valora el evento, que atrae a más de 400 invitados de pago, promueve la sidra y presenta a bailarines folclóricos conocidos como Morris Men y un animado baile de granero.
Antes del baile, los visitantes unieron sus voces para cantar a dos árboles, implorándoles que entregaran “bolsas, canastas y camiones” de fruta. Luego, la “reina del wassail” (que simboliza la fertilidad y la abundancia) probó sidra caliente, empapó en ella un pan tostado y vertió el resto alrededor de las raíces de los árboles.
Con una corona de hiedra, muérdago, eléboro y romero, la reina usó un tenedor para tostar para colocar el pan en las ramas —un gesto diseñado para atraer a los petirrojos, vistos como presagios de la primavera— antes de que se dispararan escopetas para ahuyentar a los espíritus malévolos.
Em Sibley, empleada de Sheppy’s, fue la reina del wassail este año. Dijo que es complicado remojar el pan tostado en sidra sin que se deshaga y luego levantarlo con un tenedor largo hacia las ramas sin que los trozos de pan caigan.
Si “todo sale mal, la cosecha es pobre y no tendremos tantas manzanas para el año como de costumbre. dijo Sibley. “No quieres ser causante de pensar ‘¡Dios mío: podría haber sido el pan tostado!’”.
Ronald Hutton, profesor de historia en la Universidad de Bristol, dijo que el interés por el wassailing disminuyó en el último siglo “con el crecimiento de la horticultura y los fertilizantes, un mejor conocimiento de cómo funcionan los árboles y las granjas, y una disminución en la creencia de que cantarle a los árboles o a los campos realmente hace algún bien”.
La noche reúne a la gente para honrar a la naturaleza y también para tomar un poco de sidra con alcohol.
“Una vez que te sueltas el pelo y le gritas a un manzano —y gritas y cantas— empiezas a hablar con la gente porque pierdes algunas de tus inhibiciones”, dijo Mike Highfield, de 64 años, bailarín de Morris y maestro de ceremonias en Sheppy’s.