Desde diciembre, astrónomos han estado estudiando cuidadosamente si un asteroide de 40 a 90 metros de largo impactará la Tierra en poco menos de ocho años. Y las probabilidades, en general, parecen ir en aumento.
El 29 de enero, las probabilidades de que este asteroide (llamado 2024 YR4) impactara la Tierra el 22 de diciembre del 2032 eran del 1.3 por ciento. Luego aumentaron al 1.7 por ciento el 1 de febrero, antes de caer al día siguiente a 1.4 por ciento.
El 6 de febrero, subieron al 2.3 por ciento, antes de bajar al 2.2 por ciento el 7 de febrero.
Para muchos, esto es inquietante. Pero lo que parece ser atemorizante, de hecho, es algo común cuando se trata de asteroides recién descubiertos.
“Es cierto que la probabilidad de impacto se ha duplicado recientemente, pero eso no significa que seguirá siendo así”, apuntó Davide Farnocchia, ingeniero de navegación en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, en California. “Lo importante es que la probabilidad de impacto es muy pequeña, y que es probable que baje a cero a medida que sigamos observando”.
Dos organizaciones clave participan en el cálculo de estas probabilidades. Se trata del centro de la NASA en el que trabaja Farnocchia y el Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra, en Italia, que forma parte de la Agencia Espacial Europea (ESA). Estos grupos son los cartógrafos del espacio cercano a la Tierra que observan el mapa cósmico, donde pueden marcar asteroides o cometas potencialmente peligrosos.
Cuando se trazan las muchas órbitas futuras posibles de un asteroide, algunas pueden resultar en un impacto con la Tierra. Pero muchas de estas órbitas se alejarán del planeta. Es como si el asteroide tuviera un amplio foco de luz que lo iluminara. Inicialmente, la Tierra queda atrapada en el haz, pero también lo hace gran parte del espacio que lo rodea.
Luego, se registran más observaciones. El foco de atención de esas posibles órbitas se reduce y los valores atípicos desaparecen. No obstante, la Tierra sigue estando bajo los reflectores y ahora ocupa proporcionalmente más espacio en ellos. “La Tierra ahora cubre una fracción más grande de la incertidumbre, por lo que la probabilidad de impacto ha aumentado”, dijo Farnocchia.
Esto puede suceder durante algún tiempo a medida que continúan las observaciones. “Es por eso que la probabilidad de impacto aumenta”, comentó Juan Luis Cano, ingeniero aeroespacial con el Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra.
A veces, como ha sido el caso de 2024 YR4, las probabilidades pueden fluctuar ligeramente. Esto se debe a que la calidad de algunas observaciones puede ser mejor o peor que otras, lo que puede mover un poco las órbitas anticipadas.
Por lo normal, observaciones adicionales reducen considerablemente la incertidumbre orbital y la Tierra se sale de esa trayectoria —lo que reduce las probabilidades de impacto a cero. La humanidad tendrá que ver si el mismo resultado le espera a 2024 YR4.
Los telescopios pueden observar a 2024 YR4 hasta abril. Luego de esa fecha, estará demasiado alejado y débil para ser visto hasta otro sobrevuelo de la Tierra en el 2028. Para abril, es probable que los astrónomos tengan suficientes observaciones del asteroide, repartidas en varios meses, para conocer su órbita con precisión, y, con el tiempo, determinarán que no habrá impacto en el 2032. “La gente no debería preocuparse en este momento”, dijo Cano.
Sin embargo, la NASA y la ESA están tomando en serio a 2024 YR4.
Si este asteroide impactara la Tierra, desataría una fuerza destructiva similar a una bomba nuclear. Y la incertidumbre actual sobre su órbita futura se extiende a sus posibles lugares de impacto, que incluyen una combinación de zonas deshabitadas, escasamente pobladas y densamente pobladas: el Océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el Océano Atlántico, partes de África, el Mar Arábigo y el sur de Asia.
“Simplemente no queremos correr ningún riesgo, por lo que seguiremos rastreando a 2024 YR4”, dijo Farnocchia.