“El violador eres tú. Son los policías, los jueces, el Estado, el presidente. El Estado opresor es un violador”. La canción del colectivo femenino chileno Las Tesis se convirtió en un himno. En Youtube –con solo una búsqueda rápida en la que ni siquiera es necesario terminar de escribir el nombre de la canción– aparecen de inmediato cientos de videos de multitudinarios grupos de mujeres en México, Londres o Barcelona, entonando el tema del performance –El violador en tu camino– que se estrenó en 2019 en Santiago en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y parodió sin concesiones, y con total éxito, el eslogan optimista de la policía chilena: “El amigo en tu camino”.
La artista canadiense Hajra Waheed tomó esa canción y otras seis composiciones que giran alrededor de la fuerza femenina como catalizador de lucha y resistencia para crear la impresionante pieza que presenta en el espacio Fragmentos de Bogotá: Hum II.
Las paredes coloniales fueron restauradas estructuralmente para la exposición. Foto:Fernando Gómez Echeverri
Waheed tiene 45 años y es una estrella internacional del arte. En 2023 fue una de las ganadoras –con la artista colombiana Doris Salcedo– de la Bienal de Sharjah en Emiratos Árabes Unidos; Waheen presentó Hum –la primera parte de esta obra– y Doris quedó tan encandilada que –de inmediato– la invitó a Bogotá. Waheen aceptó la invitación, conoció el espacio y en las ruinas coloniales de los patios centrales de Fragmentos vio el lugar perfecto para su instalación.
Waheed se inspiró en la terrible historia de la cantante kurda Nudem Durak. Foto:Fernando Gómez Echeverri
En el temblor que sacudió a Bogotá en ese mismo año, 2023, la estructura de las ruinas se vio afectada y se cerraron al público. Para instalar la obra de Waheed las monumentales paredes de barro fueron restauradas por el Ministerio de Cultura y la Escuela Taller de Boyacá. Se revivieron los jardines del frente y la parte posterior y se instalaron varias sillas para contemplar el milagro. Porque Hum II roza el misticismo en la fe humana. No en el dios, o en los dioses, de alguna religión ancestral, sino en la capacidad de resilencia y resistencia de la humanidad. Y en especial de las mujeres, maltratadas, subyugadas o azotadas por la religión, por la política, o por el capricho de algún dictador o por las ideas criminales de algún ‘demócrata’ de turno.
Una vez se cruza la puerta de cristal del edificio principal y se entra al espacio de las ruinas, empieza un recorrido en el que aparecen estas canciones rebeldes en un canto gutural, un canto mudo, apagado, pero con la potencia del corazón, la esperanza y la rabia. Hajra Waheed usó como punto de partida la historia real en Turquía de Nudem Durak, una cantautora kurda que en 2015 fue condenada a 10 años de prisión (a los que le sumaron otros nueve) por enseñarle canciones en su lengua a su propia comunidad. En la cárcel decidió cantar solo en un murmullo, sin abrir la boca, y se hizo todavía más potente. Se propagó entre los muros del penal y otra vez salió a las calles. Durak no ha dejado de cantar en el penal.
En todo el recorrido la composición persigue los pasos del espectador. Foto:Fernando Gómez Echeverri
Waheed usó ese canto gutural, ese canto sin abrir la boca, para hacer una composición de 30 minutos con la canción de Las Tesis; con Into te The New World, del grupo de k-pop Girls Generation, que se convirtió en un himno en Corea del Sur y en las protestas callejeras en Hong Kong; con las canciones palestinas de las mujeres durante la ocupación otomana –y más tarde con la invasión británica– en las que les enviaban mensajes cifrados a sus maridos presos para que pudieran escapar; con Baraye, de Shervin Hajipur, en la que están todos los mensajes de las redes sociales que resumían la indignación de las población iraní tras el asesinato en la cárcel de una joven que fue apresada y golpeada de forma salvaje por la “policía de las buenas costumbres”; con el canto de garganta inuti; con Baal Bhimacha Palana, de Maharashtra, una canción de cuna que les susurran a los niños dalit en la India para que no caigan ni sufran en su irracional sistema de castas donde hay personas que –todavía– son consideradas ‘intocables’ y están en lo más bajo de la escala social.
El sistema de sonido está camuflado entre las ruinas. Foto:Fernando Gómez Echeverri
En la entrada de la exposición hay varios cuadernos para el público –editados con una pulcritud exquisita–, en los que están las historias de todas las canciones; pero la sensación de paz, esperanza y profundo desasosiego que transmite la instalación sonora de Waheed es indescriptible. Está prohibido hacer videos. Y es justo: es una experiencia que hay que vivir y contar de viva voz. Es necesario que salga de los muros. Vayan a verla. Vayan a vivirla.
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El jardín es uno de los grandes temas de Freda Sargent. Foto:Sebastián Jaramillo / Revista BOCAS