CIUDAD DE MÉXICO — Francisco Javier Remes Sánchez se quedó perplejo recientemente al ver al Presidente Donald J. Trump firmar una orden ejecutiva cambiando el nombre del Golfo de México a Golfo de América como parte de su promesa de honrar la “grandeza estadounidense”.
“Ese hombre habla mucho y no tenemos más remedio que defender a México”, dijo Remes Sánchez, de 52 años, que dirige una asociación de pescadores de 15 mil miembros en el Estado de Tamaulipas, en el noreste de México. Tiene 20 años pescando en el golfo.
“Está cambiando el nombre de un patrimonio cultural y natural de México desde el siglo 16, cuando Estados Unidos ni siquiera existía”, agregó.
La orden de Trump cambió el nombre del golfo más grande del mundo sólo en Estados Unidos, no a nivel internacional. Pidió al Secretario del Interior de EE.UU. que eliminara todas las menciones al Golfo de México en la base de datos geográfica oficial del Gobierno y garantizara que “todas las referencias federales”, incluyendo mapas, contratos y otros documentos, reflejaran el nuevo nombre.
El 24 de enero, el Departamento del Interior anunció el cambio.
Para nosotros y para el mundo entero, sigue siendo el Golfo de México
Claudia SheinbaumPresidenta de México
En México y Cuba, los otros países con fronteras marítimas en el golfo, la medida de Trump fue recibida con desconcierto, indignación, indiferencia y, en ocasiones, risas.
“Para nosotros y para el mundo entero, sigue siendo el Golfo de México”, dijo la Presidenta Claudia Sheinbaum de México, riéndose brevemente.
El golfo ha tenido muchos nombres, desde Golfo de Florida hasta Golfo de Cortés, pero hay evidencia de que el nombre Golfo de México existe ya en 1552, utilizado en forma impresa por un historiador español.
Aunque el nombre surgió casi 300 años antes de que se fundara el país de México, sus orígenes se remontan a los aztecas, quienes construyeron una ciudad sobre la que luego se erigió la Ciudad de México.
Samuel Truett, profesor de la Universidad de Nuevo México, señaló que si bien la gente de Estados Unidos suele utilizar “América” para referirse a su País, el término antecede por mucho a la nación y originalmente significaba algo mucho más amplio.
Para muchos latinoamericanos, aún así es.
“Es esa presunción de Estados Unidos de tomar algo que en realidad se aplicó al hemisferio y reclamarlo sólo para una nación”, dijo Truett.
Cuando Trump sugirió por primera vez que cambiaría el nombre del golfo el mes pasado, Sheinbaum mostró un mapa mundial de 1607 que etiquetaba a América del Norte como América mexicana e identificaba al Golfo de México como tal, 169 años antes de que se fundara Estados Unidos.
“¿Por qué no lo llamamos América Mexicana? Suena bonito, ¿no?”, bromeó entonces.
Desde que Trump firmó la orden, algunos otros funcionarios mexicanos también han defendido el nombre del golfo. Pero el Gobierno cubano no ha dicho nada al respecto.
En Tampico, una ciudad portuaria en el Estado de Tamaulipas, José Antonio Zapata Hinojosa, de 45 años, profesor de economía y ciencias políticas, dijo que imaginaba que todos —incluso los turistas— seguirían llamándolo el Golfo de México.
“Es como cuando le cambian el nombre a una calle o a un estadio, el nombre original se mantiene”, dijo.
En la práctica el nombre del golfo no importa, dijo el capitán Paul Foran, un consultor marítimo en Florida, quien como capitán de barco navegó por el Golfo de México innumerables veces. Dijo que los marineros sólo se preocupan por utilizar las cartas de navegación correctas y transmitir las coordenadas y la velocidad adecuadas a los barcos cercanos por radio.
El nombre del golfo podría cambiar nuevamente dentro de cuatro años, cuando termine el mandato de Trump, dijo Truett.
Y mientras se reía, Truett añadió que no le preocupaba que el nombre de su Estado cambiara a “Nueva América” en el corto plazo.