El trágico asesinato de Aralí Vivas, una niña de 8 años en Brinkmann, Argentina, revela un entramado de abusos y violencia.
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El crimen, cometido presuntamente por su padrastro, Matías Simeone, y un amigo, Cristian Hernán Varela, quien también está detenido, implica a la madre de la menor, Rocío Rauch, quien enfrenta cargos como partícipe necesaria del homicidio calificado por el vínculo.
En los primeros avances de la investigación, el fiscal Oscar Gieco expuso que uno de los acusados, al momento de su detención, afirmó ante la policía que “era costumbre que abusaran de ella”.
Aunque el fiscal no especificó si fue Simeone o Varela quien hizo esta declaración, se presume que fue Varela. La autopsia reveló signos de abuso en el cuerpo de Aralí, aunque no se pudo determinar si ocurrieron el mismo día del crimen o en momentos previos.
Justicia por Arali Vivas
Una niña de 8 años víctima de abusos sexuales fue asesinada y luego incinerada en Córdoba, Argentina.
Falló el sistema de protección de niñez, en protegerla de su propia familia.
Ni un niño más, ni un día más. #justiciaporArali pic.twitter.com/66f5BcISRH
Un asesinato violento y ocultado por el fuego
Aralí falleció de manera traumática antes de que se iniciara un incendio en su habitación, el cual, según la investigación, fue provocado para ocultar el homicidio. La menor sufrió un golpe contundente en la cabeza, lo que le causó “un fuerte traumatismo de cráneo”. La ausencia de monóxido de carbono en sus pulmones confirmó que Aralí estaba sin vida antes de que se propagara el fuego en la vivienda.
La noche del viernes se comprobó la presencia de Simeone y Varela en la casa, mientras que el incendio ocurrió el sábado a la siesta. Omar Rauch, abuelo materno de la víctima, señaló que a su nieta “la violaron y la mataron en ese mismo momento”. También indicó en declaraciones a El Doce que en la vivienda se realizaban “fiestas negras” cuando la madre no estaba presente.
Rauch intentó defender a su hija afirmando que, aunque tuvo problemas de adicción, “ya estaba recuperada” y aseguró que ella se había sometido a estudios antes de que le devolvieran la custodia de sus hijos. Sin embargo, admitió que su hija “no es culpable, pero tampoco es inocente”.
Antecedentes de un hogar violento
Aralí y su hermano mayor fueron separados temporalmente de su madre y quedaron bajo la custodia de su padre y luego de un tío. Sin embargo, debido a denuncias de violencia en esos hogares, ambos fueron devueltos a su madre. Los hijos mayores de Rauch también fueron retirados de la casa preventivamente y luego retornaron, ya que las autoridades consideraron que existían condiciones para que la familia viviera junta.
El fiscal Gieco describió un “contexto familiar complicado” y aseguró que los niños vivían en un ambiente “de extrema violencia” donde “no estaban bien cuidados, eran maltratados, y personas ajenas merodeaban la casa”.
Testimonios de vecinos indicaron que en la vivienda se escuchaban “gritos”, y se observaba un ambiente de consumo de drogas donde los menores quedaban desatendidos. “Era un cuadro no apto para niños; estaban a la buena de Dios”, subrayó el fiscal.
Investigación interna y cuestionamientos a la Senaf
La situación ha generado fuertes críticas hacia la Secretaría de la Niñez y la Familia (Senaf) de Córdoba y la Justicia, ya que en octubre pasado la casa de la familia fue allanada. Durante el operativo, se encontró un prófugo por violencia familiar y se decomisó un arma de fuego. La titular de la Senaf, Julia Reartes, anunció una investigación interna para evaluar si el personal actuó correctamente en este caso.
La propia Reartes enfrenta actualmente una investigación en una causa federal por presuntas irregularidades en la subrogación de vientres. Anteriormente, como abogada, había brindado asesoría a una pareja en una clínica involucrada, con el fin de que el recién nacido fuera reconocido como hijo legítimo.
GABRIELA ORIGLIA
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.