Tirados en un sillón, Julio Correal y Sergio Pabón, aún animados tras una noche de copas entre amigos, idearon en la sala de Correal lo que hoy es uno de los festivales más prometedores de Latinoamérica, compitiendo con Lollapalooza y destacándose en la lista de Billboard.
Luego de llegar de Coachella a inicios de los 2000, ambos amigos y empresarios musicales se sentaron a escuchar un par de vinilos que habían traído de Estados Unidos. Tomaron el tablero de la hija de Correal y allí empezaron a idear cómo sería replicar un modelo parecido en Colombia.
"Antes del Festival Estéreo Picnic (FEP) solo existía Rock al Parque como gran encuentro y ya habíamos metido este evento en el Parque Simón Bolívar, con tres tarimas, zona de comida y todo. Teníamos ganas de traer artistas diferentes y la movida hípster estaba fuerte, lo que hizo que traer Coachella a Bogotá pareciera buena idea", cuenta Correal.
La idea trascendió hasta el 2010 cuando saltaron al vacío y dieron con un espacio detrás de un cementerio, en un recinto que se llama Zona F. Allí se presentaron Matisyahu, Bomba Estéreo y otras agrupaciones alternativas, que en su momento empezaban a tomar popularidad a nivel nacional.
Esa primera entrega fue de un solo día. Hubo poca difusión, se convocaron cerca de 2.500 personas y aunque Philippe Siegenthaler, uno de sus promotores, reveló que ese festival “fue una experiencia bonita y romántica”, la realidad fue que en términos económicos resultó un completo desastre.
"En esa primera edición del FEP echamos mano de los artistas que eran amigos nuestros. Soul Tribe, Jiggy Drama y un montón más que nos creían que podía suceder un festival chévere y y accedieron a colaborar con precios especiales", dice Correal y recuerda que al otro día del evento llegó a la oficina uno de los socios con una bolsa de plástico negra con las ganancias del evento.
Fanáticos de Nine Inch Nails durante el FEP 2014. Foto:DIEGO SANTACRUZ
Sin embargo, la sorpresa fue grande: las ganancias no alcanzaban a repartirse entre los socios. "Habíamos pagado todo y quedamos en ceros. Yo dije: 'No, señor, 1 millón de pesos para cada uno' y nos fuimos para la casa con eso. Aunque fue un éxito, no ganamos nada", cuenta el creadores del FEP.
El tercer y cuarto festival no fueron diferentes. Crear eventos de esta envergadura, en ese entonces y todavía, cuesta 365 días de trabajo sin parar, contactando artistas, buscando locaciones, interpretando aciertos y desaciertos de la edición anterior. Precisamente, en estas ocasiones no hubo ningún tipo de ganancia económica y aún así, los creadores del festival querían más.
"Esas ediciones fueron unas pérdidas de locos. En el tercer festival se amplió muchísimo el cartel, se metió mucha talento y el público no copió. Se perdieron como 1.000 millones de pesos. Y en el cuarto fue peor porque nos cogió el cambio de la de la tarifa del dólar. En un fin de semana se subió como 800 pesos y eso fue también una pérdida la verraca. La verdad es que hasta el quinto vimos la luz al final del túnel, pero fue jodido llegar ahí", añade Correal.
A pesar de ello, el 2013 y 2014 marcaron un antes y un después para el público que se pudo acercar a The Killers, New Order, Red Hot Chili Peppers, Nine Inch Nails y Los Fabulosos Cadillacs.
Desde ahí, "el festival se ha fortalecido conceptualmente y tiene presente sus narrativas para llevar una experiencia que le muestre a las audiencias qué es lo que está pasando en el mundo de la música, lo que se ve reflejado en las presentaciones de Shawn Mendes, Justin Timberlake o Olivia Rodrigo, que son los artistas más importantes que están rodando ahorita en el mundo", confiesa Miguel Santacoloma, actual director de comunicaciones de Páramo Presenta, organizadora del festival.
Este sello distintivo también incluye 15 carteles muy bien balanceados, perfectos para llegar a distintos tipos de espectadores, con varias edades y gustos por diversos géneros.
"Esto normalmente se construye pensando: 'Este artista pone 5.000 personas'; 'este otro 12.000'; etc. También se piensa que Gali Galeano es atractivo para personas mayores, así como lo fue Alci Acosta. Así, se ha pasado de un festival pensado para pelados de 18 a 23 años, a uno que tenga en cuenta a personas de hasta 38", explica Julio César Escobar, director de contenidos de Radioactiva.
Por ello, en su cumpleaños número 15, el FEP también incluye a los menores de edad, ya que pensando en esa expansión y con artistas como Olivia Rodrigo, han comprendido que los públicos cada vez son más diversos. "Puede que yo vaya feliz a escucharla, pero hay un público mucho más joven que quiere conectarse con ella y que va a disfrutar también de su música y de las melodías de Benson Boon. Yo evidentemente soy más de Alanis Morrissette", agrega Escobar.
Y es que desde un inicio, se ha pensado en todo. El componente de fiesta y del perreo, lo han traído artistas como J Balvin o Feid. Por eso, también están este año en el cartel Danny Ocean y Kapo. Para quienes se enrumban mejor con electrónica, también están Justice, Rufus Du Sol, Kavinsky, Charlotte de Vite.
A lo largo de las ediciones, también se ha pensado en aquellos músicos que marcaron la adolescencia de muchas generaciones. Por eso, los escenarios del FEP han sido pisados por Wu-Tang Clan, Chemical Brothers, Underworld, y en esta oportunidad, Beck.
The Offspring cerró el Festival Estéreo Picnic 2024. Foto:SERGIO ACERO YATE
Traer artistas como estos, que en solitario llenan estadios completos, a un país que está casi cuatro veces por debajo del dólar, ha sido un reto de grandes proporciones, que, incluso, los condujo a conseguir un contenedor que les solicitó The Strokes, para ensayar media hora antes de su concierto.
Aún así, este desafío se ha vuelto más llevadero gracias al ingreso de Estéreo Picnic al circuito de festivales de Latinoamérica. Esto implica la contratación de una banda para diferentes escenarios y en varios países. En el caso de esta alianza, los músicos empiezan con Vive Latino en México; siguen a Chile, Argentina, Sao Paulo, con Lollapalooza; y termina en Colombia con el FEP.
"Somos los últimos del mes en realizar el festival. Esto tiene sus riesgos porque le pasa algo a un artista en algún país y toca cancelar acá. O también puede estar mamado, porque voló medio continente", dice Correal. Así que cuando un imprevisto ocurre, los organizadores acuden a colegas internacionales para saber cómo sortear la situación y en caso de que se presente una cancelación, van a las listas de artistas que tenían pensados para futuras ediciones.
La unión de festivales latinoamericanos hace que la tarea de escuchar peticiones específicas del público sea mucho más complicado de lo normal. A lo largo de los años, hay quienes reprochan en redes sociales que no se tengan ciertos músicos. Lo que no comprenden es que esta alianza permite pagar a figuras internacionales por buenos precios, para que pasen por escenarios compartidos.
A través de los años, el FEP se ha reinventado para mejorar. Han incluido un sistema de pagos cashless, que facilita la experiencia de los asistentes; también han pasado por varios recintos y para esta oportunidad se toman el Parque Simón Bolívar con el objetivo de acoger lo mejor posible a más de 150.000 personas.
Pero, sobre todo, siguen apostando al talento internacional, sin dejar a un lado a los artistas colombianos, dándoles una plataforma robusta para darse a conocer entre el público y una industria a la que es complejo entrar.
"La expansión hacia los sonidos nacionales es chévere. Aunque es arriesgado que haya una mayor presencia de bandas nacionales, me parece muy valiosa. Estos músicos se presentan en las tarimas donde posteriormente se presentan artistas más grandes. Además,tienen una experiencia de backstage en la que interactúan con personas relevantes a nivel mundial", concluye Escobar.
María Jimena Delgado Díaz
Periodista de Cultura
@mariajimena_delgadod