Explicativo
Investigación muestra que el guano de estas aves marinas influye en la formación de nubes que podrían moderar el calentamiento de la Antártida.
Esto podría tener efectos relevante en la regulación del clima en la Antártida. Foto: iStock

28.05.2025 10:31 Actualizado: 28.05.2025 10:51
Un nuevo estudio liderado por científicos de la Universidad de Helsinki ha revelado que el amoníaco emitido por el guano de los pingüinos en la Antártida juega un papel clave en la formación de nubes, lo que podría tener efectos significativos en la regulación del clima en esta región polar.
La investigación, publicada en la revista científica 'Communications Earth & Environment', señala que las emisiones naturales de estas aves pueden contribuir a enfriar la superficie terrestre al reflejar la radiación solar.
Pingüinos como agentes climáticos
Durante el verano austral de 2023, los investigadores instalaron sus instrumentos cerca de la base Marambio, en la península antártica, a unos ocho kilómetros de una colonia de aproximadamente 60.000 pingüinos Adelia.
Cuando el viento soplaba desde la dirección de la colonia, las concentraciones de amoníaco en el aire aumentaban hasta 13,5 partes por mil millones, unas 1.000 veces más que el nivel de fondo atmosférico.
Esta situación persistía incluso semanas después de la migración de los pingüinos, debido a que el guano impregnado en el suelo seguía emitiendo gases.
El amoníaco liberado reacciona con gases ricos en azufre, como los emitidos por el fitoplancton marino, generando partículas de aerosol. Estas partículas actúan como núcleos de condensación de nubes (CCN), facilitando la formación de nubes visibles, como ocurrió el 1 de febrero de 2023, cuando se registró una niebla densa asociada a este fenómeno.
Análisis posteriores confirmaron la presencia de sulfato de amonio, una evidencia directa de los procesos inducidos por el guano de pingüino.
El guano de estos animales seguiría emitiendo gases, incluso semanas después. Foto:iStock
Un proceso amplificado por compuestos adicionales
Además del amoníaco, el estudio detectó pequeñas cantidades de dimetilamina (DMA), un compuesto que, aunque escaso, acelera notablemente la formación de aerosoles al estabilizar las primeras etapas del proceso. También se identificaron ácidos oxo de yodo, que desempeñan un papel secundario pero relevante en la química atmosférica antártica.
Según explicó el autor principal del estudio, Matthew Boyer, al medio 'ScienceAlert', se trata de un “proceso sinérgico” entre pingüinos y fitoplancton, que multiplica la producción de aerosoles capaces de formar nubes.
Aunque los efectos exactos de estas nubes en el clima local aún requieren más investigación, los autores destacan que en una región con tan pocas fuentes de partículas atmosféricas como la Antártida, incluso una pequeña variación puede producir impactos observables.
Se requieren más investigaciones para conocer los efectos de las nubas. Foto:iStock
Un equilibrio vulnerable
Las nubes generadas por este proceso reflejan parte de la radiación solar y podrían reducir el calentamiento superficial en zonas oceánicas. No obstante, cuando se forman sobre superficies altamente reflectantes como el hielo o los glaciares, podrían también atrapar el calor reflejado, incrementando la temperatura en lugar de reducirla. Por esta razón, los efectos climáticos dependen de la ubicación y movimiento de las nubes, según explicó Boyer a 'Popular Science'.
El estudio sugiere que una disminución en las poblaciones de pingüinos, causada por la pérdida de hielo marino o la escasez de alimento, podría reducir la formación de nubes, acentuando así el calentamiento regional. Esto crearía un ciclo de retroalimentación negativa: menos pingüinos significarían menos nubes y, por tanto, un mayor calentamiento, que a su vez impactaría aún más a las colonias de pingüinos.
Menos pingüinos significan menos nubes. Foto:iStock
Implicaciones para la conservación y el clima
Ken Carslaw, científico atmosférico de la Universidad de Leeds citado por 'The Washington Post', afirmó que aunque es poco probable que este fenómeno tenga un efecto global significativo sobre el cambio climático, sí representa un proceso natural importante que debe ser comprendido como parte del sistema climático base.
“Estas observaciones son otra pieza del rompecabezas que ayudará a mejorar cómo se representan las nubes en los modelos climáticos”, señaló.
Más allá del hallazgo puntual, los investigadores destacan que este tipo de procesos ilustra la profunda interconexión entre la biodiversidad y los sistemas atmosféricos. “Esto es solo otro ejemplo de la conexión profunda entre el ecosistema y los procesos atmosféricos”, declaró Boyer a 'ScienceAlert', subrayando la importancia de la conservación de especies como los pingüinos no solo por razones éticas, sino también como parte de una estrategia de regulación climática natural.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.
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SOFÍA ARIAS MARTÍNEZ
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
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