Un equipo de científicos de la Universidad de Calgary en Canadá, recientemente publicó un estudio en la revista ‘Journal of Physical Chemistry Letters’, en el que revelaron qué pasa con la luz interior cuando las funciones vitales del cuerpo humano se detienen para siempre.
De acuerdo con la información descubierta por los investigadores, los seres vivos emiten una radiación luminosa, que si bien es imperceptible al ojo de las personas, resulta ser una emisión fonéticamente débil.
La mayoría de seres vivos emiten una radiación luminosa. Foto:iStock
En ese sentido, el grupo de expertos señaló que este tipo de fulgor microscópico es producido por procesos metabólicos internos que desaparece cuando el organismo deja de funcionar, por lo que es considerado el “momento en el que la vida se extingue”.
Para llevar a cabo este estudio, el equipo liderado por el profesor Dan Oblak, utilizó varias cámaras digitales altamente sensibles a sensores de EMCCD y CCD para observar de manera más detallada el comportamiento de este fenómeno en ratas y plantas.
El fulgor microscópico desaparece cuando las funciones vitales se detienen. Foto:iStock
Según la publicación científica, esta emisión luminosa proviene de unas partículas de luz generadas por las células del cuerpo, también conocidas como bifotones, las cuales suelen ser invisibles para los humanos, a pesar de contar con una intensidad de 10 a 1.000 fotones.
En ese sentido, los investigadores se encargaron de mantener las mismas condiciones de temperatura y luz en los sujetos de estudio para evitar cualquier interferencia, lo que los llevo a percatarse de que una vez se produce la muerte biológica en el ser vivo, la emisión desaparece de forma abrupta.
Esta luminosidad interna puede ayudar a detectar enfermedades. Foto:iStock
¿Cómo aporta este hallazgo en la medicina?
Si bien el descubrimiento de los científicos revoluciona diferentes campos de estudio, también cuenta con un componente práctico con el que las personas tendrán la posibilidad de medir de forma no invasiva la cantidad de luminosidad que emite un paciente para así llegar a diagnósticos más rápidos.
Conforme a ello, los expertos consideran que a través del monitoreo constante de las huellas de luz del metabolismo celular de cada organismo, será más fácil detectar diferentes enfermedades sin la necesidad de comprometer los tejidos o intervenir quirúrgicamente.
Cuando los seres vivos mueren, la emisión luminosa se detiene. Foto:iStock
Además, es posible que con el paso del tiempo la investigación sobre el aura de las personas avance hasta tal punto que los doctores podrán hacer un seguimiento más riguroso de la manera en la que el cuerpo acepta los tratamientos.
El hallazgo de esta investigación resulta relevante para la comunidad científica, ya que crea una herramienta diagnóstica versátil y poco invasiva para determinar situaciones con una precisión de alto nivel.
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STEPHANY GUZMÁN AYALA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL