'Estoy en un proceso de restart musical': Draco Rosa, listo para su concierto en Bogotá

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Draco Rosa es un artista multifacético que ha dejado una huella imborrable en la música latina. Nacido en Long Island en 1969 y de origen puertorriqueño, su trayectoria comenzó con el icónico grupo juvenil Menudo. Sin embargo, su espíritu inquieto y su visión artística lo llevaron a buscar su propio camino, explorando diversos géneros y fusionando influencias que van desde el rock hasta la música tropical.

Tras su paso por Menudo, Draco Rosa se consolidó como un artista integral: cantante, compositor y productor de renombre. Ha sido pieza clave en la internacionalización del pop latino, componiendo éxitos como Living la vida lova para Ricky Martin, además de trabajar con figuras como Julio Iglesias y Ednita Nazario.

Su carrera en solitario ha sido un testimonio de evolución y autenticidad, con álbumes como Vagabundo y Mad Love, donde plasmó su visión introspectiva y experimental, ganándose el reconocimiento de la crítica.

En 2016, fue honrado en el Latin Songwriters Hall of Fame, consolidando su estatus como una de las figuras más influyentes de la música en español. El viernes 14 de febrero estará presentándose en el Movistar Arena, en Bogotá.

Con usted sucede algo muy particular: parece como si hubiera vivido mil vidas en una sola. Su carrera y su vida han atravesado múltiples etapas. ¿Alguna vez lo ha pensado así?

No, la verdad es que con el paso de los años se van acumulando experiencias, pero no me detengo mucho a pensarlo porque uno se pierde en eso.

¿Y cómo definiría este momento en particular de su vida?

Voy a ser extremadamente sincero. Siento que estoy en un proceso de restart musical. También llevo el peso de la responsabilidad sobre lo que digo en mis canciones, algo que nunca antes me había pesado tanto. Además, estoy en un camino de bienestar, buscando que lo que proyecte realmente refleje cómo me siento. Esos son mis enfoques ahora mismo.

Menciona la responsabilidad sobre lo que se dice en las canciones, y parece un pensamiento de otra época, porque hoy en día da la sensación de que pocos artistas piensan en ello. ¿Cómo ve este momento de la música?

Se puede ver desde muchas perspectivas. Por un lado, celebro que la música siga viva, que los jóvenes tengan la posibilidad de crear desde una computadora. Pero vengo de una época más romántica, donde la música se vivía de otra manera, con encuentros cara a cara, con una conexión más humana. Ahora estamos en la era de la inteligencia artificial, lo cual es interesante, pero también tiene su lado caótico.

La escena musical refleja lo que pasa en el mundo. Hay una cierta pobreza en la palabra, en el mensaje. En lugares como Estados Unidos y Puerto Rico, la educación ha decaído mucho, lo cual tiene un impacto en la música. 

Hoy en día uno abre las noticias y parece que todo está envuelto en oscuridad. ¿Usted lo siente así o prefiere enfocarse en lo positivo?

: Es un proceso. Lo peor que uno puede hacer es levantarse y llenarse la cabeza con malas noticias. La primera hora del día debería estar llena de alegría por estar vivo, por el privilegio de existir. Hay muchas cosas que no podemos controlar, otras en las que sí podemos participar, pero opinar sin actuar es un ejercicio vacío.

La inteligencia artificial también complica la percepción del mundo. A veces parece que todo se rige por algoritmos y máquinas. Por eso, trato de centrarme en mi familia, en crear un entorno amoroso. Estoy en un proceso de renacimiento personal, un viaje interno. Todo empieza dentro de uno mismo.

Hablemos de música. Lleva 40 años en esto, lo que seguramente es su relación más estable. Pero, como toda relación, ha tenido sus altibajos. ¿Cómo ha evolucionado su vínculo con la música?

La esencia siempre ha sido la misma. La base musical, lo que corre por mis venas, no ha cambiado. Lo que sí ha cambiado es la narrativa. Siempre he tenido un romanticismo oscuro, una estética particular. Pero ahora siento una necesidad más fuerte de ofrecer algo con un significado profundo, de dejar una huella.

La música ha sido mi compañera de vida. No hay divorcio con la música, aunque sí con algunas personas. Nada dura para siempre, pero la música es de por vida.

¿Cómo ve la escena musical actual?

Siempre celebro la creatividad y la diversidad. Cada uno tiene su camino, y si alguien hace música desde su computadora sin un estudio profesional, ¿quién soy yo para decirle que está mal? Pero sí veo una pobreza en ciertos géneros. La calidad de la experiencia ha cambiado.

Cuando yo tenía 14 años, buscaba a Billie Holiday, Miles Davis, Pink Floyd. No eran de mi generación, pero la música trascendía. Hoy, la música muchas veces se reduce a memes, a quién sale con quién. Incluso los premios se han desvalorizado, porque ahora todo se compra. Lo importante no es ganar un premio, sino vivir con propósito.

Si pudiera viajar en el tiempo y encontrarse con el Draco de Menudo, con el Draco de 12 o 14 años, ¿qué le diría?

Nada. Ese muchacho tenía una aventura espectacular por delante. Tal vez le diría que tenga cuidado en ciertos momentos, porque hubo momentos difíciles para mí. Pero, en general, no cambiaría nada. No me interesa viajar en el tiempo. Estoy bien donde estoy.

Sus discos siempre han sido exquisitos y us shows en vivo tienen una perfección notable. ¿Dónde se siente más cómodo: en el estudio o en el escenario?

Me encanta todo. En el estudio siento que soy un pintor, creando un lienzo nuevo cada vez. No me interesa repetir lo mismo porque se convierte en un negocio de nostalgia, y para mí recordar es sufrir.

En vivo, disfruto cuando hay interpretaciones auténticas de mis canciones. Pero es difícil encontrar autenticidad cuando han pasado 5, 10 o 15 años. Hay artistas que repiten lo mismo cada noche, pero yo no soy así. No me gusta hacer una parodia de mí mismo. Si voy a tocar una canción, tiene que ser con un significado real en el momento.

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