La muerte es un tema universal que ha preocupado y fascinado a la humanidad desde sus inicios. Las inquietudes que suscita son tanto existenciales como prácticas, especialmente cuando se trata de las circunstancias que rodean al fin de la vida. Los expertos en psicología y tanatología señalan que, más allá del inevitable final, es el sufrimiento potencial previo lo que genera un miedo profundo entre las personas.
Conforme a los criterios de
Este temor se ve influenciado tanto por factores biológicos inherentes al instinto de supervivencia, como por aspectos culturales que pueden agravar la tanatofobia, el miedo a morir.
En el libro 'And then you’re dead', los autores Paul Doherty y Cody Cassidy presentan una perspectiva científica sobre lo que consideran las peores formas de enfrentar la muerte. A continuación, exploramos estos escenarios descritos por ellos, destacando la severidad y el horror que cada uno conlleva.
Ascensor en caída libre
Imagínese estar en un ascensor que se precipita hacia el suelo. La fuerza del impacto provoca un desplazamiento brutal de los órganos y múltiples fracturas. La conciencia, aunque breve, de este daño interno puede ser especialmente aterradora, combinando un intenso dolor físico con el terror psicológico.
Desollamiento
Este método de tortura antiguo, practicado por culturas como la asiria y la mexica, representa una de las formas más crueles de castigo. Consiste en retirar la piel de una persona viva, lo que lleva a la muerte por pérdida de sangre, infección o shock en un contexto de sufrimiento extremo.
Privación del sueño
Aunque menos conocido, morir por falta de sueño es profundamente traumático. El cuerpo, al ser privado de descanso esencial, sufre de elevación de la presión arterial, colapso del sistema nervioso y delirios, culminando en un deterioro mental y físico que amplifica el sufrimiento.
Inanición
Morir de hambre implica un largo y doloroso proceso donde el cuerpo consume sus propias reservas y tejidos, llevando a un fallo orgánico y colapso del sistema inmunológico. Esta autodestrucción gradual es una agonía prolongada.
Quemado vivo
La exposición al fuego provoca que la piel se calcine y los músculos se carbonicen, mientras los órganos internos sufren daños extremos. El dolor es insoportable y el shock severo, lo que hace que esta forma de morir sea especialmente horrenda.
Deshidratación
Similar a la inanición, la deshidratación descompone el cuerpo lentamente. La falta de agua conduce a un deterioro orgánico, confusión mental y acumulación de toxinas en la sangre, resultando en un final lento y tortuoso.
A la deriva en el océano
Estar perdido en mar abierto combina peligros físicos y psicológicos. Las condiciones extremas, junto con el aislamiento, el hambre y la deshidratación, hacen que cada momento sea una lucha desesperada por sobrevivir, marcada por la incertidumbre y la soledad.
Estas descripciones no solo ilustran formas extremadamente dolorosas y terroríficas de morir, sino que también resaltan la importancia de abordar el tema de la muerte de manera abierta y preparada.
En algunos países de Latinoamérica, donde el acceso a la atención médica es limitado para muchos, la muerte también plantea preguntas sobre la equidad y la dignidad en el final de la vida, haciendo imperativo que se considere cómo morimos como un derecho fundamental de todos los seres humanos, relacionado con la dignidad.
El Universal (México) /GDA
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de El Universal (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.