El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, ¿venganza o unidad?

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WASHINGTON — La noche en que recuperó la Presidencia, Donald J. Trump declaró que “es hora de unirnos” y “dejar atrás las divisiones de los últimos cuatro años”. Eso fue entonces. Le tomó sólo 55 horas comenzar a amenazar nuevamente con usar su poder recién recuperado para investigar a quienes lo enojan.

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Molesto por lo que llamó “rumores falsos, espurios y probablemente ilegales” de que podría vender acciones de la plataforma de redes sociales que se ha convertido en una fuente principal de su riqueza, Trump negó en línea esos planes y exigió que quienes difundieran esa especulación fueran “investigados inmediatamente por las autoridades correspondientes”.

Aún no está claro si alguna vez llevará a cabo esa o sus muchas otras amenazas de procesar a sus antagonistas. A veces Trump arremete sin dar seguimiento. Pero no siempre. Y pasó gran parte de la campaña centrado en cobrar un “castigo” por todas las formas en que creía haber sido perjudicado, dejando a aliados y adversarios por igual anticipando una ola de venganza una vez que asuma el cargo en enero.

Ocho años después de su victoria inicial, Trump regresa a la Casa Blanca más amargado y hablando más abiertamente de venganza que la vez pasada. Su gesto de unidad la noche de las elecciones llevó a algunas predicciones de que podría relajar las amenazas. Después de todo, esencialmente ha conseguido todo lo que quería: reivindicación de los electores, una victoria en las urnas y el fin casi seguro de cualquier riesgo de ir a prisión, particularmente después de que la Suprema Corte concediera a los Presidentes una amplia inmunidad de procesamiento por actos cometidos en el cargo.

Pero eso puede subestimar la profundidad de su resentimiento y deseo de represalias después de los múltiples juicios políticos, investigaciones, acusaciones y demandas dirigidos contra él. Puede que no persiga a las figuras más importantes, como el Presidente Joseph R. Biden Jr. o la Vicepresidenta Kamala Harris, pero sus aliados anticipan que vaya tras al menos algunos de los objetivos que ha señalado.

“¿Tomará Trump represalias?”, preguntó Gwenda Blair, biógrafa de la familia Trump. “Por supuesto. La única pregunta es cuánto será generalizado y cuánto será específico”.

Algunos asesores de Trump dijeron que nadie debería sorprenderse si lo hace. Trump no cree en el perdón, dijo una persona familiarizada con su forma de pensar. Es una persona de ojo por ojo y está furibundo por lo que le ha sucedido en los últimos cuatro años.

Los conocedores republicanos dijeron que los asesores del Presidente electo están inmersos en un debate que lo lleva en direcciones opuestas. Sus asesores y aliados más conflictivos lo exhortan a perseguir a sus enemigos, razonando que lo que llaman ataques de “guerra legal” contra Trump eran inaceptables y justifican una contraofensiva implacable. Otros asesores ven eso como poco productivo y perjudicial para su legado, argumentando que debería centrarse en su agenda política de recortes fiscales, aranceles y medidas enérgicas contra la inmigración.

La lista de personas u organizaciones que Trump identificó durante su campaña para ser investigadas es larga. La Radio Pública Nacional tabuló más de 100 amenazas de este tipo. Prometió nombrar “un verdadero fiscal especial que persiga” a Biden y su familia y dijo que Harris debería ser “procesada por sus acciones” en política fronteriza.

La promesa de Trump de formar una Administración guiada por venganza quedó clara con su nombramiento el miércoles de Matt Gaetz como Fiscal General. Trump ha elegido a un “perro de ataque” para dirigir el Departamento de Justicia.

También ha exigido el procesamiento legal de las personas a las que culpa por los casos penales y civiles en su contra, incluyendo a Letitia James, la fiscal general del Estado de Nueva York que ganó un veredicto civil de 450 millones de dólares contra Trump por defraudar a prestamistas; y Alvin L. Bragg, el fiscal de distrito de la Ciudad de Nueva York que condenó a Trump por 34 delitos graves derivados del dinero pagado a una estrella de cine para adultos para mantener su silencio.

En cuanto a Jack Smith, quien acusó a Trump de intentar anular ilegalmente las elecciones del 2020 y de manejar mal documentos clasificados, el Presidente electo ha dicho que no sólo lo “despediría en dos segundos” en su primer día de regreso al cargo, sino también que el Gobierno “debería echar a Jack Smith” del País. Smith dijo el miércoles que planea dimitir antes de que Trump asuma el puesto.

La primera vez que ganó la Presidencia, disfrutó de las multitudes que coreaban “enciérrenla” e incluso le dijo a su oponente, Hillary Clinton, en un debate que si ganaba “estarías en la cárcel”. Él no cumplió, suavizándose tras su victoria y dijo que ella “pasó por mucho”. Pero nunca abandonó por completo la idea.

Mientras estuvo en el cargo, Trump presionó a sus fiscales generales para que investigaran al ex Presidente Barack Obama, Biden y otros demócratas, sólo para ser rechazado. Pero su Administración sí investigó a otros que lo enojaron, incluyendo a ex funcionarios del FBI.

Es posible que Trump no vaya tan lejos como para investigar a Biden ahora. Los republicanos de la Cámara de Representantes pasaron años investigando a la familia de Biden y no pudieron encontrar pruebas que justificaran el juicio político. Además, un ex Presidente de 81 años ya no será una amenaza para Trump.

Pero los críticos de Trump agregaron que nada es seguro. “Su sed de venganza contra aquellos que considera sus actuales antagonistas es muy real”, dijo Harry Litman, ex funcionario del Departamento de Justicia durante la Presidencia de Bill Clinton.

Esa realidad quedó clara cuando varias personas en la lista de presuntos enemigos de Trump se negaron a hacer comentarios por temor a atraer su atención. Como dijo una de ellas, sería una locura hablar en este momento.

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