Annie Clark llega unos minutos tarde a nuestra cita por Zoom y no prende la cámara. No es nada grave no verla, pero siendo una de las artistas visuales más importantes de nuestra era musical, no deja de ser algo decepcionante no hacerlo.
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La joven artista, cuya feroz independencia y voraz curiosidad la han convertido en un ícono del feminismo, la diversidad y la ética punk, y una de las mentes más brillantes de esta generación, habló en exclusiva con EL TIEMPO sobre All Born Screaming (Todos nacimos gritando, en español), que se inspira en los sintetizadores modulares y las exploraciones de transgresoras como Wendy Carlos y música concreta y de clubes, para ofrecer uno de los más vibrantes trabajos discográficos de 2024. Cuando llega, saluda en español:
“Hola, ¿qué tal?”. Dice con candor y amabilidad.
“Muy bien, ¿y usted?”, le digo.
“Muy bien, muchas gracias!”.
“¿Habla español?”
“Un Poquito. Estoy estudiando con la computadora. Usando Duo Lingo”.
“Me parece increíble”, digo de manera automática, intentando romper el hielo de la forma más equivocada posible. “No lo es. ¡Qué te va a parecer “increíble”!!!”, me dice, viendo inmediatamente a través de mis intenciones fallidas de querer romper el hielo.
“Por supuesto que lo es”, le digo. “Aprender un nuevo idioma siempre va a ser increíble”.
Clark baja la guardia y me dice, bajando la voz un tono: “Bueno, yo estudié español en el colegio... y me encanta, porque mi mejor amigo es de Monterrey. Sería muy bueno poder tener una conversación con la mayoría del mundo”.
La escucho limpiando algo. No sé si es una mesa o un plato, pero oigo el roce de las superficies, maniáticamente ocupada en algo más mientras atiende esta llamada.
Es interesante imaginarse a una de las guitarristas más potentes del rock moderno de nuestro tiempo ocupando el tiempo en cosas mundanas, que no tienen que ver con esa conexión profunda con el cosmos que es su nuevo álbum, All Born Screaming.
Sin embargo, aquí está, atendiendo esta llamada mientras hace algo normal, durante un descanso de la gira que ha comenzado ya, y que la traerá a Colombia por segunda vez el año entrante. “¿Cómo va la gira?” le pregunto con ánimo de no dar muchas vueltas, ya que el tiempo apremia.
“Ha estado genial. La banda es tan buena. Es la cosa más salvaje. Una reunión de gente increíble en esa tarima. Y los shows se sienten verdaderamente intensos. Como un exorcismo”.
'All Born Screaming' es el séptimo álbum de estudio de la artista estadounidense St. Vincent.
Foto:Cortesía
¿Monta una nueva banda cada que saca un nuevo álbum?
Yo monto una banda nueva con el propósito de que le sirva mejor a esa música que va en ese álbum. Con Daddy’s Home cambié un poco las cosas y tuve coristas y una banda que fuera un poco más orientada hacia el blues y el jazz, pero también que fueran un montón de freaks, porque ni el jazz ni el blues ni el funk son raras. Para mí es importante que haya daño en el arte. Esta banda nueva tiene algunos de esos músicos y una nueva bajista, mi amiga Charlotte Kemp, y una nueva teclista, quienes también cubren los coros en este disco. Ya no hay coristas como tal.
Además de eso, ¿qué más tiene en cuenta para llevar este álbum nuevo, 'All Born Screaming', a los escenarios?
Hay tantas cosas que pasan en la creación del concierto. Me he dado cuenta de que el álbum era sobre portales. Y lo que trato de decir es que hay en él unos rubicones, tú sabes, la vida, la muerte, el nacimiento. Todas estas cosas por las que pasamos que nos cambian para siempre. Y por eso es que, por ejemplo, en el arte del disco que hice con mi amigo Alex Da Corte, hay tantos arcos, tanto blanco, tanto negro y tanto fuego, porque de eso se trata este álbum: o estás viva o estás muerta. Todo es muy binario. Todo es blanco y negro y el resto es el fuego que significa ser humanos, la experiencia humana y la valentía que se necesita para estar vivos en un mundo caótico. Ya entonces conceptualizo el concierto como un tríptico. El número 3 me parece poderoso. Tiene un comienzo, una mitad, un final. Y comenzamos con el castigo y la pérdida. Sin embargo, el concierto termina con un mantra cargado de éxtasis, que es básicamente la razón por la cual el álbum se llama: Todos nacimos gritando (en español). Y termina en una fiesta de baile. Pienso en el show en términos de formas y narrativas. Y fui la directora creativa de todo.
Creo que como con cualquier negocio o proyecto, si se tiene una visión clara, se pueden traer personas talentosas para hacer realidad esa idea.
¿Cuánta gente la acompaña en este proyecto de sacar un álbum y llevarlo de gira?
Es una respuesta complicada. Pero creo que como con cualquier negocio o proyecto, si se tiene una visión clara, se pueden traer personas talentosas para hacer realidad esa idea. Lo cierto es que todo es muy DIY ”.
Cuando Clark hace mención al DIY, se refiere a una ética de trabajo nacida en el movimiento punk de los ochenta. La sigla significa: Do It Yourself (hágalo usted mismo), y fue el eslogan del modelo de trabajo de muchas de las bandas que revolucionaron el mundo del rock de la época. La práctica de hacerlo todo –la distribución, la prensa, las ventas, la difusión de la música– se volvió una filosofía de vida que a la fecha sigue dictando el camino de artistas independientes como Clark.
St. Vincent es uno de los símbolos más notorios de la era independiente reciente y una de las figuras más admiradas de la era independiente antigua: su cercanía con las artes plásticas para llevar a tarima sus proyectos se asemeja a la tarea que hizo en su momento y hasta el día de hoy, uno de sus paisanos más famosos: David Byrne, antiguo líder de los Talking Heads, con quien hizo el maravilloso álbum Love This Giant, de manera indepeniente, obviamente, en el año 2012.
“Soy Increíblemente DIY”, repite. “Creo en la filosofía de hacerlo uno mismo. Sé cómo hacer cosas y me encanta hacerlas. Y soy una gran creyente de trabajar con amigos, de hacer arte con la gente que conozco y que quiero. Así que todo el concepto, desde la portada, hasta el video y los shows, son ideas mías que algunos amigos me ayudan a construir”.
¿Y la portada es una de las más bellas de un álbum en 2024. ¿Cuál fue la influencia artística más grande para hacerla?
Estaba tocando algunos shows en el Festival Primavera, el verano pasado, y me encontré con mi amigo Alex Da Corte, quien estaba de vacaciones. Le puse el álbum y empezamos a hablar de él mientras fuimos a visitar el Museo Del Prado, y cuando íbamos entrando nos topamos con las pinturas negras de Goya, nos miramos y dijimos: “sí, esta es la energía. Esto es lo que queremos intentar encapsular para una portada. Sabíamos que esa era la idea: era esta idea de “quemar a la bruja”, esta manía que habita en las pinturas negras, que están en una habitación separada en ese museo”.
Me encanta producir y una gran parte de mí busca descubrir ese lenguaje. Tengo voz como cantante y como guitarrista, pero quería tener esa misma voz reconocible como productora.
Ahora que mencionaba lo de ser tan DIY, me gustaría que me contara sobre la creación de su nuevo estudio y de su nuevo sello discográfico.
Construí un estudio de verdad. Es real, hay una consola Neve. Como que por fin me tomé el tiempo para aprender a ser ingeniera, a ser más fluida con mi trabajo, porque al final este es un trabajo que sabía que tenía que hacer sola, por los asuntos que toco. Así que sabía que debía mejorar en el aspecto técnico para poder ser libre de hacer los sonidos que estaba escuchando en mi cabeza, sin ningún filtro en la cabeza. Y descubrir. Porque me encanta producir y una gran parte de mí busca descubrir ese lenguaje. Tengo voz como cantante y como guitarrista, pero quería tener esa misma voz reconocible como productora.
Y además de tener grandes colaboradores en este álbum, me asombra su capacidad de trabajar con sistemas modulares. No sé cómo lo logra.
¿Te gustan los modulares?
Me gustan, aunque no sé mucho de ellos porque no soy músico, pero sí tengo algunos amigos que lo son y que trabajan mucho con ellos. Y me asombra lo difícil que es lograr que todos esos retazos y pedazos de música que salen de esos aparatos se conviertan en algo con sentido musicalmente, ¿sabe a lo que me refiero?
Oh, créeme que sé exactamente a lo que te refieres (risas). Es como cuando eras niño y te daban un kit de esos de ciencia o de electricidad, que te mostraban cómo si movías una pieza aquí producía electricidad allí. Es muy difícil de controlarlo y volverlo musical y hacer que alguien más quiera oír lo que uno está haciendo. Uno podría quedarse haciendo música industrial horas y horas sin tener que haber sido fan de ella. O hacer música para clubes y pistas de baile, sin jamás querer oírla. Volver musical algo modular es el reto más grande. Porque uno se pierde en la lúdica de la electrónica y en su naturaleza divertida y táctil. Es como un organismo grande que se manipula y se mueve con la electricidad por todas partes, pero es muy difícil de controlar y volverlo musical, es como ser dios.
AUTOR: ALEJANDRO MARÍN
Para EL TIEMPO
@themusicpimp
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Alejandro Marín
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