En Suán, un pequeño municipio del sur del Atlántico, el nombre de Eduardo Dalmiro Guerrero Tapias había sido sinónimo de cultura.
Bajo el apodo de ‘El Guayacán de la Décima’, el repentista se convirtió en un referente de las tradiciones orales de la región. Sus versos resonaban en plazas y festivales, mientras el público admiraba su talento innato para improvisar décimas cargadas de picardía y sabiduría popular.
Sin embargo, tras la máscara del arte, se ocultaba una verdad sombría y aterradora.
Una historia de abuso y dolor
El estallido de una reunión familiar se convirtió en el punto de partida de una historia marcada por el dolor y la valentía.
Eduardo Dalmiro Guerrero Tapias, recibiendo un reconocimiento por su gestión cultural. Foto:Redes sociales
Una de sus nietas decidió romper el silencio, denunciando los abusos a los que había sido sometida por su abuelo.
Lo que inicialmente fue una confesión privada pronto se transformó en un clamor colectivo, cuando sus hermanas y primas revelaron haber sufrido vejaciones similares durante su infancia.
Las historias eran consistentes y desgarradoras: el hombre aprovechaba los momentos de soledad o las noches para abusar de las menores. Los tocamientos y amenazas de castigos divinos eran el lenguaje del terror que imponía para silenciar a sus víctimas.
Las hijas lo confrontaron
Con las voces unidas por el dolor, las mujeres confrontaron al hombre que había sido una figura de autoridad y protección en su vida. Incapaz de negar los hechos, Guerrero Tapias balbuceó una disculpa: “Pensé que ya eso había pasado y se había olvidado”. Pero el daño estaba hecho y las cicatrices eran indelebles.
La denuncia fue presentada ante la Fiscalía, desencadenando una investigación que culminó con su captura este miércoles en las afueras del Centro Comercial Nuestro Atlántico, en el barrio El Manantial de Soledad, en el área metropolitana de Barranquilla,
En su papel de gestor cultural, ha tenido contacto con muchos niños. Invitamos a la comunidad a asistir a las audiencias y denunciar si hay más víctimas de sus abusos
Mildred salasAbogada defensora de las víctimas
Personal del CTI de Soledad, con el apoyo del Batallón de Policía Militar No. 2, ejecutó la detención en cumplimiento de una orden judicial por el delito de acto sexual con menor de 14 años.
Eduardo Dalmiro Guerrero Tapias. Foto:Redes sociales
La abogada Mildred Salas, defensora de las víctimas, expresó su preocupación por el riesgo que Guerrero Tapias representa para la sociedad: “En su papel de gestor cultural, ha tenido contacto con muchos niños. Invitamos a la comunidad a asistir a las audiencias y denunciar si hay más víctimas de sus abusos”.
La caída de ‘El Guayacán de la Décima’ ha dejado perpleja a la comunidad cultural del Atlántico.
Hijo de un telegrafista y el segundo de 11 hermanos, Guerrero Tapias había aprendido el arte de la décima a finales de los años 60. Su voz resonó en festivales y encuentros culturales, recibió estímulos económicos de la Gobernación del Atlántico en reconocimiento a su trabajo cultural, pero hoy enfrenta la justicia por los crímenes que marcaron la vida de sus hijas y nietas.
La valentía de sus víctimas ha permitido destapar una verdad que, durante años, se ocultó tras el manto del arte y la cultura. Ahora, ‘El Guayacán de la Décima’ espera su destino en manos de la justicia.
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LEONARDO HERRERA DELGANS leoher@eltiempo.com y en X:@leoher70