En Buenaventura, el mayor puerto del país y donde el gobierno del presidente Gustavo Petro tiene una de sus mesas de la ‘paz total’ con las bandas de ‘los Shottas’ y ‘los Espartanos’, se respira el miedo.

En Buenaventura, su población trata de regresar temprano, en las tardes a sus hogares para protegerse, en caso de algún atentado o disparos. Esta es la zona continental de la ciudad puerto.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Por sus calles –muchas de ellas, trochas a pocos metros del mar, entre casas de ladrillo, de madera y ranchos palafíticos– la gente casi no se detiene, y cuando habla, lo hace casi entre susurros y mirando constantemente hacia un lado y al otro.
Tienen por qué temer. En solo marzo hubo 20 asesinatos y decenas de balaceras en las que han caído, sin distingo, desde señalados miembros de las bandas hasta desafortunados transeúntes cuyo único pecado fue estar en el momento y la hora equivocados.

La ciudad puerto del Pacífico colombiano vive bajo zozobra por los grupos armados ilegales.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Esta semana, en Juanchaco, fue hallado un cuerpo descuartizado, trayendo a la memoria de muchos las temidas ‘casas de pique’ que hace una década pusieron al puerto en noticias internacionales. Al cadáver le faltaban una mano y parte de un pie, aumentando el terror en toda la ciudad.
Esta semana, convocados por la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, se realizaron varios consejos de seguridad para tratar de enfrentar la crisis de seguridad en el puerto.
Más allá del anunciado aumento del pie de fuerza, que es la solución recurrente frente a cada escalada violenta, se hizo un llamado a que el presidente Petro decida qué va a hacer con un proceso de negociación que, por meses, sí logró bajar la sangría entre las dos grandes bandas criminales, pero en el que la gente común y corriente nunca dejó de estar en la mira de los violentos, que siguieron como si nada con sus negocios de narcotráfico, minería ilegal y extorsión.
‘Los Shottas’ y ‘los Espartanos’ se mueven con sigilo en las 12 comunas del casco urbano del gran puerto del Pacífico colombiano, por donde entraron y salieron 20 millones de toneladas de mercancía en 2024 y que, pese a ese millonario comercio, sigue teniendo a la mitad de sus 400.000 habitantes en niveles de pobreza y miseria, y sin un buen acueducto.
Dentro del radar de esos grupos armados está un tentáculo más: ‘los Chiquillos’, un brazo armado de ‘Espartanos’ que se caracteriza por estar conformado por clanes familiares. La gente habla de tíos, hermanos y primos que se entrenan como sicarios y que son hoy protagonistas centrales en el último capítulo de terror en Buenaventura.

Internos, en el centro de detención transitoria Marte.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
El hijo de 'Robert'
“Vivimos con el corazón en la mano. Tenemos miedo. Ya no sabemos quién es quién en la calle. Hablar es un peligro porque, si lo ven a uno con esos jóvenes sin tener esa certeza de estar en esos grupos, ya el otro bando ordena poner la lápida”.
El ciudadano Orlando Bedoya no dice nada más. Solo que debe llegar rápido a su vivienda, luego de haber salido de su sitio de trabajo, como lo hacen muchos de los bonaverenses, entre las 5 de la tarde y las 7 de la noche.
Matilda Lucumí, habitante del barrio Juan XXIII, uno de los puntos críticos en Buenaventura por la disputa entre ‘Shottas’ y ‘Espartanos’, en calles empinadas ancladas en la comuna 7. Casi corre por una de las vías.
Son las 5:30 de la tarde y quiere llegar rápido a la iglesia, que está a pocas cuadras de su vivienda. “Hay tensión. Lo que ha pasado hace que se mantenga esa sensación de que algo más grande va a suceder”, comenta.

En Buenaventura claman por el cese de la violencia entre bandas criminales. Este es el centro de la ciudad puerto del Pacífico colombiano.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
A cinco kilómetros de allí, en el barrio El Progreso, el silencio es mayor. Pocos se atreven a hablar desde que hace una semana, en una de las calles de este barrio de la comuna 10, el hijo –aunque hay quienes sostienen que era el hijastro– de alias Robert fue asesinado y –dice la gente– la flamante ‘mesa sociojurídica’ instalada por el Gobierno desde sus inicios para tratar de mantener sosegadas a las bandas criminales estalló definitivamente en pedazos.
Allá a ‘Robert’ le dicen también ‘el Diablo’. Se trata de Robert Daniel Quintana Angulo, quien, a pesar de estar preso en la cárcel de Buenaventura (su última captura fue en 2023) manda sobre vidas y haciendas a través de su propio brazo armado, sus ‘Chiquillos’.
Tras el segundo consejo de seguridad de la semana, presidido por la gobernadora Toro y la alcaldesa de Buenaventura, Ligia del Carmen Córdoba, se tomó la decisión de trasladar a ‘Robert’ a la cárcel de La Dorada, en Caldas, para tratar de menguar su poder en el puerto.
Este temido capo es un sobreviviente del crimen en la región. Fue jefe de la banda ‘la Empresa’, que posteriormente tomó el nombre de ‘la Local’, de donde nacieron las facciones de ‘los Shottas’ y de ‘los Espartanos’. Sobre ‘Robert’ pesa un largo prontuario por homicidio agravado en grado de tentativa, secuestro, tortura, extorsión, concierto para delinquir y porte ilegal de armas de fuego y de estupefacientes.

Robert Daniel Quintana Angulo, en una de sus capturas.
Foto:Policía Nacional
Aunque había sido capturado en abril de 2017 en una operación que movilizó a todo un bloque de búsqueda de la Dijín que lo rastreó por días en el barrio Caldas, de la comuna 12, inexplicablemente quedó en libertad. En 2021 volvió a la cárcel por el homicidio de alias ‘Cholo’, cometido cinco años antes. Pero volvió a las calles en 2022 por vencimiento de términos. Un año después, fue de nuevo capturado, pero su celda en la cárcel del municipio era, según fuentes de inteligencia, no un sitio de reclusión, sino todo un centro de poder criminal.
Desde la cárcel, señalan las investigaciones, ‘Robert’ habría ordenado el asesinato del padre de uno de los jefes de ‘los Shottas’. La muerte de su hijo fue el contragolpe y la confirmación de que la precaria tregua, ya herida de muerte, había llegado a su fin, pese a los llamados del Gobierno Nacional.
“Hoy, la expectativa es que definitivamente el Gobierno Nacional nos pueda acompañar o nos pueda decir si va a continuar con ese piloto que tiene en Buenaventura de ‘paz total’ con la mesa sociojurídica y, de la misma manera, que la Fuerza Pública nos pueda ayudar a intervenir en todos los barrios, en todas las comunas, en el entendido de que hay que desarmar y capturar a todos los actores que están haciendo violencia en Buenaventura, que están generando terror y muerte”, dice la alcaldesa.
"Presidente Petro, usted nos prometió la paz total y durarera en Buenaventura", afirma Córdoba.
La expectativa es que definitivamente el Gobierno Nacional nos pueda acompañar o nos pueda decir si va a continuar con ese piloto que tiene en Buenaventura de ‘paz total’ con la mesa sociojurídica y, de la misma manera, que la Fuerza Pública nos pueda ayudar a intervenir en todos los barrios, en todas las comunas, en el entendido de que hay que desarmar y capturar a todos los actores que están generando terror y muerte"
Ligia del Carmen Córdoba, alcaldesa de Buenaventura
Ese llamado es similar al de la asesora de Paz de Buenaventura, Karolina Guerrero, quien recalca la ola de violencia en este año. La funcionaria explica que en este 2025, gran parte de las 50 muertes en Buenaventura se debe a la vendetta entre las bandas.
La muerte acecha por igual en el casco urbano como en la zona rural y turística, en playas de corregimientos como La Bocana con Piangüita, Ladrilleros, Juanchaco y La Barra.
‘Shottas’ y ‘Espartanos’ son los alfiles y peones en una guerra en la que se disputan rutas, cultivos y ‘cocinas’ del narcotráfico y en la que hay detrás de telones intereses de carteles mexicanos, del Eln y del ‘clan del Golfo’.
Según el ministro de Defensa, general (r) Pedro Sánchez, el mismo Eln que tiene en crisis humanitaria el Catatumbo está financiando a las bandas en el puerto. Asimismo, inteligencia de la Policía asegura que el ‘clan’ ha movido hacia Buenaventura y la zona del Naya (como el cañón del Micay, otra ‘autopista’ de la coca en el país) a centenares de hombres armados.
Buenaventura pide más pie de fuerza y que sea una pronta realidad la llegada de 100 uniformados más, como quedó consignado en los consejos de seguridad.
Según la Cámara de Comercio de Buenaventura, se ha venido impulsando un llamado urgente al Gobierno Nacional con la Alcaldía distrital, el Comité Intergremial y el comité del paro cívico, que se instaló en 2017 para levantar la mayor protesta en la historia de la ciudad y que sigue siendo testimonio del abandono del Estado pues, ocho años después, la mayoría de los 176 compromisos del Gobierno siguen sin cumplirse. Uno de ellos, Buenaventura aún no tiene agua durante 24 horas.
La Cámara de Comercio de Buenaventura informó que van alrededor de 250 establecimientos cerrados por esta zozobra del orden público, pero también por la falta de oportunidades.
Bandas requisan buses

Barrios de Buenaventura.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Jáner, de 23 años y quien reside en el barrio La Independencia, cuenta que en su sector se vive bajo zozobra, más después de que afuera de un local de venta de comida rápida en estas calles, el futbolista Vladimir Bravo fue asesinado el 30 de marzo por un sicario. En un video quedó grabado el crimen. Un joven se le acerca por la espalda al futbolista, de 24 años. Le pregunta algo. Bravo gira y el pistolero lo ataca. Después hace otro disparo.
El crimen generó total indignación en una Buenaventura que, agobiada por la violencia, ve precisamente en el fútbol una puerta de escape para los jóvenes que muchas veces no tienen más opción que la ilegalidad.
Crístopher Moreno, director deportivo de la recién creada Selección de Fútbol de Buenaventura con el apoyo de la Alcaldía del distrito, y Luis Yasmani Grueso, uno de los fundadores del espacio humanitario Puente Nayero, se la juegan a diario por construir esas oportunidades. Este último pasó al barrio Alberto Lleras Camargo a trabajar con el colectivo Fundación Gerardo Valencia Cano, integrado por más de 150 jóvenes que anhelan un futuro distinto al de las balas. Grueso asegura que lo hace bajo amenazas y, desde hace una década, anda con su inseparable escolta de seguridad.

Zozobra en Buenaventura por las bandas criminales. Algunos locales están cerrados
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
“Hay temor de salir. Muchos jóvenes preferimos estar en las casas desde temprano”, dice Jáner, recordando que hace dos semanas, en el barrio La Fortaleza, también en la comuna 10 y cerca de La Independencia, disparos segaron la vida de dos personas y dejaron heridas a otras dos.
Otros líderes, como Ricardo Mosquera, presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal (Asocomunal), enfatizan la necesidad del cumplimiento de acuerdos en la mesa sociojurídica entre las bandas, para lograr, por ejemplo, que los campesinos puedan ingresar con sus productos a las plazas de mercado sin necesidad de ser obligados a pagar ‘vacunas’, como hoy ocurre, según la Alcaldía, en esos sitios de venta de Buenaventura.
A quienes no pagan, las bandas les quitan sus cosechas y no pueden vender. “Yo soy campesino del corregimiento de Cisneros y no me atrevo a ir a vender al centro de Buenaventura”, comenta uno de ellos desde el mercado campesino ubicado en el barrio Matías Mulumba, el único sin extorsiones, aunque en el sector ‘los Shottas’ han predominado.
“Este mercado nació dentro del marco de la mesa sociojurídica, pero falta apoyo para que vengan más campesinos, no solo de Cisneros, de todo Buenaventura”, dice el líder Mosquera.

Centro de detención transitorio Marte. Allí están más de 230 'Shottas'' y 'Espartanos'.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Tregua, pero adentro de la cárcel transitoria
Mientras en las calles, la guerra, que históricamente ha golpeado al puerto, ha regresado, en el centro de reclusión transitoria Marte la tregua aún vive. EL TIEMPO ingresó a Marte, con sus 13 celdas abarrotadas por 466 detenidos, pese a que las instalaciones tienen capacidad para 134. Todos ellos son vigilados por apenas seis policías.
En ese mismo espacio conviven más de 230 ‘Shottas’ y ‘Espartanos’. Cuando se atraviesa una pequeña puerta metálica, el sol del atardecer cerca del mar y de una palmera deja ver un patio con ropa colgante.
A un poco más de un metro está una pileta donde los privados de la libertad o PPL, entre capturados, sindicados y condenados, lavan la ropa y se llena cada día y medio con los dos tanques para recoger el líquido. Pero esta fue la pileta, escenario de una polémica porque algunos de los internos se bañaron, mientras consumían licor.
Avanzando por ese patio, cuyo suelo es de tierra, a lado y lado hay dos estrechos pasadizos. En el derecho están las celdas, encabezadas por la número 2. Allí, hay 110 miembros de la banda los ‘Shottas’.
La primera impresión es un pequeño cuarto. El acceso se angosta para luego pasar a una habitación más grande, en medio de una penumbra donde cada detenido ha armado lo que ha llamado un ‘ponche’.
“Son como camarotes”, explican en la celda. Esos ‘ponches’ están encaramados unos encima de otros y adentro tienen colchonetas. A un costado hay dos sanitarios y una cocina, donde ellos mismos preparan sus alimentos. De hecho, por cada celda hay una cocina.
‘Culín’, de 26 años, sentado junto a ‘Obando’, otro de los integrantes de ‘Shottas’, cuenta que hace más de un año hicieron una tregua con los ‘Espartanos’ y que siguen firmes en ella.

Esta es la celda número 2 de las 13 en el centro de reclusión Marte. En esta celda están los 'Shottas'.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
“Acá dentro decidimos hacer acuerdo. Todo ha estado tranquilo”, afirma ‘Culín’, quien, al igual que ‘Obando’, tiene tatuajes en sus brazos. ‘Obando’ narra que creció en la comuna 12, donde terminó sus estudios de primaria y bachillerato. Asegura que hizo cursos de sistemas y sobre motores fuera de borda. Dice que entró a los ‘Shottas’ siendo un adolescente porque un familiar estaba en el grupo. “No hubo forma de trabajar. El puerto pega duro”, dice el joven, al afirmar que la tregua la lograron después de que en 2023 hubo una riña en el patio entre ambas bandas que terminó con un muerto.
En una pequeña y rústica mesa, alrededor de la cual suelen sentarse para hablar entre ellos o jugar dominó, sellaron el pacto.

Esta es la celda número 2 de las 13 en el centro de reclusión Marte. En esta celda están los 'Shottas'.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
“Acá siempre se maneja el diálogo, aunque cada líder trae una mentalidad”, dice ‘Culín’. Sobre cómo la guerra afuera influye en la convivencia con los ‘Espartanos’ en Marte, los dos ‘Shottas’ sostienen que tratan de que no existan choques.
“Esto (la tregua) fue con mucho esfuerzo y mucha paciencia. Del lado de acá hay señores que son muy serios y quieren la tranquilidad”, dice ‘Obando’, mientras su compañero manifiesta que esa negociación fue intensa. “Acá, antes de que haya un choque, nosotros primero hablamos”, comenta ‘Culín’.
En el caso de ‘los Espartanos’, el ‘Zarco’ los representa en este centro reclusorio. Dice que su historia para entrar al grupo fue motivada por el asesinato de un tío que terminó en una ‘casa de pique’.

El patio que une las 13 celdas en el centro de reclusión de Marte. Al fondo están 'Espartanos' y al otro lado, 'Shottas'.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Cuando se les pregunta sobre si seguirá la mesa sociojurídica para recuperar esos diálogos, estos jóvenes deciden guardar silencio.
El también interno de Marte José Éver Portocarrero es un mediador y hace las veces de defensor de derechos humanos entre estas bandas, la Policía y la Alcaldía de Buenaventura. Él también busca que se mantenga esa tregua y da fe de que, hasta ahora ha dado resultado. Portocarrero, quien no tiene nada que ver con las bandas y está por un delito de narcotráfico, pide atención del Gobierno por enfermos de tuberculosis que no están aislados.

La celda 2 en Marte, donde están los 'Shottas'.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Entre tanto, el delegado del Gobierno Nacional en la mesa sociojurídica con las bandas, Fabio Cardozo, reitera que el Estado está dispuesto a continuar con los diálogos, pero advierte que estos grupos deben demostrar con acciones que sí les interesa la ‘paz total’ del presidente Gustavo Petro. Sobre ‘los Chiquillos’ de ‘los Espartanos’, Cardozo reitera que este grupo debe responder por sus actos. Por eso, ‘los Chiquillos’ no están en la mesa, solo ‘los Shottas’ y sus contrincantes, insiste el funcionario.
También dice que ‘Gordo Lindo’, quien servía como vocero de ‘los Espartanos’ sigue fugado. De hecho, fuentes de la Policía informaron que estaría fuera del país, como también lo está Diego Fernando Bustamante Segura, alias Diego Optra, al mando de ‘Shottas’ y quien estuvo al frente de ‘la Local’ en 2019. Según fuentes de la Policía, ‘Diego Optra’ estaría en España.

El centro de reclusión Marte, en Buenaventura, donde hay más de 230 'Shottas' y 'Espartanos'. A lo lejos, está la Sociedad Portuaria.
Foto:Santiago Saldarriaga, enviado especial
Por ahora, en Buenaventura esperan que el anuncio de un plan de choque con más policías y miembros de la Armada en los puntos críticos del casco urbano y del área rural, incluidas las playas, sirva de algo.
La presencia de las bandas criminales en la zona rural se explica por la alianza entre ‘los Shottas’ con los disidentes del frente ‘Jaime Martínez’, mientras que ‘los Espartanos’ estarían con el Eln.
La alcaldesa Córdoba teme que eso sea así. “Tenemos dos o tres muertos al día solo por los grupos urbanos. ¿Usted se imagina qué pasaría si se articulan con esos otros grupos más poderosos?”, advierte la funcionaria.
CAROLINA BOHÓRQUEZ
SANTIAGO SALDARRIAGA
Enviados especiales de EL TIEMPO
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