Bailar y pintar son las pasiones de Fernando Montaño. Desde pequeño, en su natal Buenaventura, empezó a cultivar su amor por las artes, a pesar de las dificultades. Pero a lo largo de su 40 años de vida, el ballet, la danza que lo cautivó y que lo llevó a ser el único colombiano en formar parte del prestigioso Royal Ballet de Londres, se apoderó de su cuerpo y alma, dejándole un espacio reducido -pero nunca olvidado- a los cuadros y las esculturas.
"Siempre decía: 'Cuando sea grande seré bailarín, pintor o abogado'. Abogado era solamente porque se visten de saco y corbata (se ríe), pero siempre he tenido esa pasión por la pintura y las artes, aunque nunca lo había desarrollado así como lo he venido haciendo en los últimos tres años", cuenta Fernando en una charla con EL TIEMPO desde París, donde pasa unos días de descanso.
Montaño pinta bailarinas y modelos, o esculpe figuras humanas de personajes como el rey Luis XIV, considerado el padre del ballet. De un tiempo para acá empezó a mezclar sus pasiones resultando en un coctel exquisito y extraño que ha llamado la atención del público que ha tenido el gusto de saborearlo. Su debut fue hace un mes, en el Museo de Santa María de la Escala, en Siena (Italia), donde pintó mientras bailaba El bolero de Ravel.
Escultura del rey Luis XIV, hecha por Fernando Montaño Foto:Fernando Montaño
"Es la primera vez que mostraba esta especie de técnica que estoy desarrollando, que es bailar, pero bailar, de verdad, porque hay otros pintores que se mueven un poco al oír la música. Yo bailo, que es lo que he hecho casi toda mi vida, y pinto. Y escogí la música del Bolero para representar esa obra (...) fue super lindo y además, un gran éxito, porque la pintura quedó hermosa, está ahorita ahí en el museo, hasta tuve ofertas de compra, pero no la quiero vender todavía. Estoy haciendo la continuidad de mi danza, no necesariamente diseñando bailarinas o bailarines en mi pintura o escultura, pero sí traslado mis movimientos en las manos a los que hago".
La inquietud y el amor por las artes han sido el motor de este bonaverense que un día partió a Cali, en donde estudió dos años en Incolballet; luego pasó por Cuba e Italia hasta, finalmente, llegar a bailar en el Covent Garden, uno de los epicentros culturales de Inglaterra y sede del Royal. Claro, eso sumado a la disciplina que cada día lo mueve a entrenar como si tuviera una presentación esa noche o a trabajar horas extras en esa escultura que tiene los ojos pendientes por terminar.
Con un español que sorprende por la fluidez de un colombiano que lleva más de 20 años en Londres, Fernando conversó con nosotros sobre su nueva propuesta, el performance que ha bautizado Crescendo, y qué lo motivó a hacerlo en público y lo que viene en el 2025.
Cuéntenos qué hizo clic en usted para abrir al público esto de pintar bailando.
Hace dos años y medio yo estuve haciendo unos espectáculos y en el mundo de las artes, a veces hay pues personas difíciles o que hacen todo mucho más complicado. Tuve unas dificultades, prácticamente, salí robado en unos espectáculos que había organizado y también con las personas que estaban alrededor, los otros artistas eran bastante complicados. De verdad que eso me entristeció demasiado, porque eran personas que yo conozco desde chiquito, yo les estaba tratando de ayudar, abriéndoles puertas en un festival, a veces no son cosas de dinero porque si lo necesitaban yo los habría ayudado, pero no me contestaban las llamadas, se desaparecieron... fue una experiencia muy fea. Y a raíz de eso yo quería estar alejado de la danza, yo me seguía entrenando solito en casa; sin embargo, no tenía contacto con nadie del mundo del ballet, de la danza, y eso hizo que me refugiara en esa pasión que tenía guardada.
¿Qué tiene la pintura que no tenga el baile?
Pienso que yo he bailado toda mi vida, pero la carrera como bailarín pues tiene un límite, y aunque yo no he llegado a ese límite, me quedan unos siete años si continúo y si no me tuerzo un tobillo o algo así, pero esa carrera me ha dado ese impulso de poder mostrar ese otro lado artístico que siempre he estado ahí, pero a raíz de que en la danza te consume el tiempo, porque tengo que entrenarme muchísimas horas y todo eso, que aún yo me entreno, pero son menos horas porque yo ya me hice bailarín invitado, entonces no tengo que estar los siete, cinco días, seis días a la semana, haciendo espectáculos, entonces eso me ha facilitado tener un poco más tiempo para poder dedicarle más horas a desarrollar la pintura y la escultura.
Pero una de las cosas que yo encuentro en la pintura, que no está en la danza, es que cuand o yo bailo, mi baile se queda en la memoria de las personas que vienen a verme en el espectáculo; sin embargo cuando pinto o esculpo, se va a quedar ahí para toda la vida, y esa marca se va a quedar ahí impregnada y no va a tener final, a menos de que se quemen o se rompan. Es como una forma, yo creo, de inmortalizar mi arte, cuando ya no baile más, cuando ya me vaya también de este mundo, ese es mi legado.
¿Qué hace tan especial el performance de 'El bolero de Ravel'?
Es super especial, porque el público está ahí muy cerca, porque lo hice en un museo; por lo general cuando yo bailo, yo estoy allá en el escenario y el público está allá en sus sillas: esto fue en una de las salas del museo y el público estaba prácticamente respirando conmigo, se sentía eso, se sentía el cansancio, veía más el sudor; y para mí también fue lindo porque desde el escenario no veo caras, solo sombras en el teatro, pero en este momento, verlos fue una forma de que me impregnaran energía. Y para mí esa ha sido la mayor forma expresiva que yo he hecho en mi vida, porque no era solamente bailar, también crear algo que se quede tangible.
Cuéntenos detalles de 'Crescendo'.
La llamé Crescendo porque era bailar la música del Bolero de Ravel, que es un crescendo. Incluso conocí a un artista francés y le mostré la pintura, y me dice que le pareció muy interesante la tonalidad de colores que yo escogí, porque cuando él escucha la música de Ravel, por ejemplo, no se imagina estos colores; entonces yo le explicaba que mi paleta fue inspirada en cuando Ravel estaba componiendo esta música, estaba en el sur de Francia, en el mar, entonces había azules y verdes. Mi pintura Crescendo no representaba el baile, que es muy conocido. De confesarte que tenía miedo, porque estoy exponiendo mi alma y mi corazón al público, porque es la manera más pura de expresión artística que yo he hecho en mi vida, pero al mismo tiempo estaba seguro de que iba a ser algo especial, porque no tenía el control de qué tipo de pintura iba a salir al final, pero sí tenía esa convicción de que debía usar todos mis movimientos, toda la fluidez para poder crear algo lindo (...) Al finalizar los 15 minutos del performance me quedo varios días puliendo la pintura y tratando de encontrar elementos que descubro puedo hacer más visuales dentro de la misma pintura. Y ese proceso fue visualizado por el público del museo italiano en Siena, porque yo nunca me fui a un estudio ni nada, sino me quedé todo el tiempo pintándolo ahí, la gente que iba pasando, podía entrar a verme pintar, entonces de verdad que sí fue algo muy especial. Creo que es una especie de técnica que voy a seguir desarrollando.
Cuando se hacen propuestas nuevas, siempre hay crítica.
Este proceso ha sido muy lindo. Yo tengo ahora una tutora, que no quiere que pierda mi esencia, porque todo lo que yo hago es empírico, yo no estudié, entonces estoy tomando algunas clases para tener algo de técnica. Hay algo que a veces me frustra porque por lo general las personas siempre buscan un espacio donde tú encajes, ¿no? Si tú eres bailarín, entonces eres ese tipo de artista, o si eres escritor, eres ese tipo de escritor. Yo me frustro un poco porque tengo que expresar mi arte de una forma u otra, entonces, si hago algún diseño, entonces la gente, pero entonces, ¿qué eres? ¿Eres bailarín, diseñador o pintor? Yo soy un artista que puede tener varias formas de poder expresar su arte.
Cuando no está bailando, sino que se sienta solamente a pintar o esculpir, ¿qué lo inspira?
Por lo general viajo mucho y siempre tomo del lugar donde estoy, por ejemplo, en París, está la moda, he hecho la escultura que yo llamo Parisian Lady, y recuerdo que yo vi una fotografía de esta modelo negrita, super linda, exótica y con esas piernas larguísimas y a raíz de eso hice la pintura y también la escultura. Entonces lo que yo pinto es lo que estoy absorbiendo de mi día a día.
Pero pienso que en estos momentos en el mundo hay tanta guerra, hay tanto dolor, que las artes no se deberían convertir en algo político, sino más bien llenar de magia esos espacios para el ser humano (...) que puedan transformar y llevar a las personas a otros lugares o espacios donde puedan soñar, donde puedan relajarse o imaginarse algo un poco más suave de lo que se está viviendo.
¿Qué viene en el 2025?
Ahora en febrero, en el French Lycee en Londres, voy a representar el baile del Rey Sol -como es conocido el Rey Luis XIV, bailarín e inventor del ballet-; también voy a estar en el Festival de Spoleto, en Siena, donde voy a tener mi primera exposición de pinturas y esculturas; recibí una invitación para participar en Art Basel Suiza, y poder llevar mi arte a Colombia, que el público colombiano también lo pueda apreciar.
SOFÍA GÓMEZ G.
Redactora Cultural EL TIEMPO
@CulturaET