Educación rural y lo que estamos haciendo en Boyacá/ Columna de Carlos Andrés Amaya

hace 1 mes 12

Dos de los motores que nos han impulsado han sido el agro y la educación. Conocemos de su poder para desarrollar una sociedad y sabemos que ahí está nuestro talento y nuestra mayor potencialidad.

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La educación de calidad no se trata de una política más, sino una de las llaves más potentes para romper ciclos de pobreza, generar equidad y transformar comunidades.

A través de #GeneraciónFuturo y #AliMenteEnGrande construimos un modelo que comprueba que al invertir en educación de manera integral, los resultados se reflejan en el bienestar social y económico.

Primero, #GeneraciónFuturo se centra en la construcción y adecuación de infraestructura educativa, así como en la implementación de recursos tecnológicos en sectores rurales, respondiendo a una realidad de muchas otras regiones: la falta de acceso digno a educación.

En muchos municipios de Colombia, las instituciones educativas rurales son precarias, lo que no solo afecta el rendimiento académico, sino que perpetúa la desigualdad entre los sectores urbano y rural. Un salón agradable significa que un niño o niña quiera pasar más tiempo en el mismo. Además, hace más ameno el trabajo de los docentes.

Es por eso que, en Boyacá, construiremos, mejoraremos y/o ampliaremos más de 250 sedes educativas y las dotaremos con mobiliario.

Y nuestra apuesta por la educación superior será la construcción de cuatro sedes nuevas en provincia de nuestra Universidad Pública (UPTC), y que se sumarán a la ampliación de otras cuatro sedes. Además, llegaremos aproximadamente al 90 % de la población estudiantil con internet. Niños, niñas y jóvenes conectados adquiriendo conocimientos sin salir de sus territorios.

En segundo lugar, con #AliMenteEnGrande, nuestro programa de alimentación escolar, damos alimentación de mayor calidad y balanceado. Tenemos, también, un equipo de chef recorriendo los municipios para que los niños vean la alimentación como un sustento clave para su desarrollo físico y mental. Lo hemos dicho siempre: las matemáticas se entienden mejor con un estómago lleno y un cuerpo sano. La Unesco ha demostrado que los niños bien alimentados tienen un 40 % más de probabilidades de mejorar su rendimiento académico y su salud. A eso le apuntamos.

Además, aseguramos alimentación todo el año a los niños y niñas de las comunidades indígenas. Nos aseguramos de que la educación sea una experiencia integral que atienda las necesidades físicas y cognitivas.

De acuerdo con el Banco Mundial, la asistencia escolar reduce el trabajo infantil en un 20-30% (Banco Mundial, 2020). Estas dos estrategias son la prueba de que, con una visión integral y un compromiso real, es posible transformar vidas.

En esta Boyacá grande, estamos convencidos de este camino. Porque solo con una educación digna y accesible para todas y todos, podremos construir el país que soñamos.

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