La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo metaboliza la glucosa, su principal fuente de energía.
Este trastorno puede complicarse si no se controla adecuadamente, lo que requiere una atención especial en la alimentación. A continuación, se analizan seis alimentos que, aunque comunes, dificultan el control de la enfermedad.
Carbohidratos refinados y azúcares añadidos
Uno de los principales grupos de alimentos que perjudican el control de la diabetes son los carbohidratos refinados y los azúcares añadidos.
Anna Taylor, nutricionista de Cleveland Clinic, explicó que los carbohidratos refinados, como harinas procesadas y pan blanco, carecen de fibra y nutrientes esenciales, lo que los convierte en alimentos de alto índice glucémico. Estos alimentos provocan picos de glucosa en sangre, lo que aumenta el riesgo de glucotoxicidad en el páncreas, reduciendo la producción de insulina.
Giulianna Saldarriaga, nutricionista de Clínica Internacional, también destacó los riesgos de los azúcares añadidos. Bebidas azucaradas, dulces y postres pueden elevar la glucosa de manera rápida, contribuyendo a la inflamación y la resistencia a la insulina.
Para mejorar el control glucémico, se recomienda consumir carbohidratos complejos ricos en fibra, como los que se encuentran en frutas y verduras frescas, cereales integrales, legumbres y tubérculos, como mencionó Karen Velásquez Pérez, coordinadora de nutrición de la Clínica Ricardo Palma.
Los carbohidratos refinados y los azúcares añadidos.. Foto:iStock
Grasas trans y saturadas
Las grasas trans y saturadas son otro grupo de alimentos que dificultan el control de la diabetes. Según la doctora Blanca Fuentes Ramírez, endocrinóloga de la Clínica San Felipe, estas grasas, presentes en alimentos procesados y fritos, pueden alterar los receptores de insulina y reducir la capacidad del organismo para utilizar la glucosa de manera eficiente.
Además, la directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Científica del Sur, Marysol Olivares, explicó que estas grasas favorecen la inflamación y dificultan el transporte de glucosa a las células.
“Para mejorar la sensibilidad a la insulina y facilitar un mejor control glucémico, es recomendable sustituir estas grasas por opciones más saludables, como las monoinsaturadas y poliinsaturadas, presentes en alimentos como el pescado y la palta”, sugirió la nutricionista de Cleveland Clinic.
Frutas con alto índice glucémico
Contrario a lo que muchos piensan, no todas las frutas deben ser evitadas, pero sí es importante considerar su índice glucémico. Karen Velásquez Pérez destacó que frutas como el plátano, mango o chirimoya pueden ser consumidas, pero en cantidades controladas, ya que su índice glucémico varía según el grado de maduración.
El doctor Fernando Quinto, endocrinólogo de la Universidad San Ignacio de Loyola, coincidió en que no existen frutas prohibidas, pero recomendó priorizar aquellas con menor impacto en la glucosa, como las bayas, cerezas, manzanas y peras.
Además, el consumo de jugos naturales debe ser moderado, ya que al eliminar la fibra de la fruta, se acelera la absorción del azúcar, lo que puede provocar aumentos rápidos de glucosa. "Es preferible optar por frutas enteras, que ayudan a regular la absorción del azúcar", recomendó la especialista de la Clínica Ricardo Palma.
Bebidas energéticas
El consumo de bebidas energéticas y refrescos light también es desaconsejado en personas con diabetes tipo 2. A pesar de ser bajas en calorías, estas bebidas contienen edulcorantes artificiales que pueden alterar el metabolismo de los azúcares, afectando la respuesta a la insulina, según la doctora Fuentes.
Además, su consumo puede aumentar el deseo por alimentos dulces, lo que incrementa la ingesta de carbohidratos y azúcares.
“Las bebidas energéticas, debido a su alto contenido de cafeína y azúcar, pueden generar picos rápidos de energía seguidos de caídas abruptas, lo que dificulta el control de la glucosa en sangre”, explicó Ana Taylor.
Las bebidas azucaradas son perjudiciales. Foto:iStock
Alcohol
El alcohol también afecta el control de la diabetes, tanto a corto como a largo plazo. La nutricionista Giulianna Saldarriaga señaló que el consumo de alcohol puede provocar hipoglucemia, especialmente cuando se ingiere con el estómago vacío, y que su consumo frecuente puede aumentar la resistencia a la insulina.
Sin embargo, en personas con diabetes bien controlada, se podría consumir en cantidades limitadas y evitando bebidas con mezclas azucaradas.
"Aunque se recomienda evitar el alcohol, algunas personas con diabetes bien controlada podrían consumirlo en cantidades muy limitadas y optando por bebidas sin mezclas azucaradas", comentó Karen Velásquez Pérez.
Puede tener algunas adicciones. Foto:iStock
Exceso de sal y proteínas
El exceso de sal y proteínas puede complicar el control de la diabetes. Un alto consumo de sal puede elevar la presión arterial, un factor de riesgo importante para quienes padecen diabetes. Según Anna Taylor, el exceso de proteínas también puede ser problemático, ya que sobrecarga los riñones, los cuales a menudo ya presentan deterioro en pacientes diabéticos.
La endocrinóloga de la Clínica San Felipe recomendó reducir el consumo de sal y optar por alimentos frescos y naturales. Además, es esencial moderar el consumo de proteínas, eligiendo fuentes saludables como pescado, pollo y legumbres.
Pilas con la sal. Foto:iStock
Adopte buenos hábitos de alimentación
Adoptar una alimentación saludable puede ser un desafío para las personas con diabetes, especialmente si sienten que deben renunciar a sus comidas favoritas. Sin embargo, la clave no está en la restricción, sino en el equilibrio y la personalización. Algunas estrategias para mejorar la adherencia a la dieta sin generar frustración son:
- Involucramiento activo: es fundamental que la persona participe en la planificación de sus comidas y en los cambios de estilo de vida. Esto le permitirá tomar decisiones informadas y sentirse en control de su alimentación.
- Cambios progresivos: no es necesario modificar la dieta de forma radical. Introducir pequeños ajustes, como reducir gradualmente el azúcar o incorporar más fibra, facilita la adaptación y la convierte en un hábito sostenible.
- Variedad y flexibilidad: la alimentación saludable no tiene por qué ser monótona. Explorar nuevas recetas, usar especias y adaptar platos tradicionales en versiones más equilibradas ayuda a mantener el interés y la satisfacción. Además, permitir ocasionalmente alimentos favoritos en porciones moderadas evita la sensación de prohibición absoluta.
- Educación nutricional: comprender cómo los alimentos afectan la glucosa en sangre empodera a la persona para tomar mejores decisiones. Un nutricionista puede explicar qué opciones son más beneficiosas y cómo combinarlas adecuadamente.
- Acompañamiento profesional: contar con el apoyo de un especialista es clave para diseñar un plan nutricional realista y adaptado a las necesidades individuales. Además, la orientación psicológica también puede ser útil para manejar la ansiedad que puede generar el cambio de hábitos.
- Horarios y porciones adecuadas: comer a intervalos regulares y elegir alimentos ricos en fibra ayuda a mantener la saciedad y a evitar picos de glucosa.
- Incorporación de actividad física: el ejercicio no solo mejora el control glucémico, sino que también genera bienestar y motivación para mantener un estilo de vida saludable.
“Muchas personas han logrado controlar su diabetes con buenos hábitos, al punto de reducir e incluso prescindir de la medicación bajo supervisión médica. Más que seguir una dieta estricta, se trata de adoptar un nuevo estilo de vida que sea disfrutable y sostenible en el tiempo”, concluyó Velásquez.
El Comercio (Perú) / GDA.
Las personas noctámbulas son más propensas a desarrollar diabetes tipo 2
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de El Comercio (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.