‘Cuando ya no esté en este mundo, estas canciones seguirán vivas’: Steve Lukather, guitarrista de Toto

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Steve ‘Luke’ Lukather es, sin lugar a duda, uno de los guitarristas más importantes de la historia. Conocido principalmente como uno de los miembros fundadores de la banda de rock Toto, su gran destreza como guitarrista le abrió las puertas al mundo de las grabaciones desde los años 70, convirtiéndose en un prolífico músico de sesión con más de 1.500 álbumes grabados con diversos artistas y géneros. Ha colaborado con artistas como Aretha Franklin y Michael Jackson y fue nombrado por Gibson Guitar Corporation como uno de los 10 mejores guitarristas de sesión de todos los tiempos. A propósito del show que Toto dará en Bogotá, el 18 de noviembre en el Movistar Arena, conversamos con Lukather sobre su carrera y cómo él se ha convertido en parte de la historia de la música.

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De todos sus logros, ¿cuál diría que ha sido el más inesperado?

Cuando empecé en la música, como sesionista en mis primeros años, muchas veces no te decían quién era el artista para el cual estabas grabando. Pero a medida que mi carrera avanzaba y participé en varios éxitos, la gente comenzó a pedir específicamente que yo tocara en sus canciones. Llegó un momento en el que los propios artistas decían: “Quiero que Lukather toque en esta canción”, y eso me llevó a estar en la misma sala con personas como Joni Mitchell, Miles Davis, Elton John, un Beatle, Michael Jackson. Creo que eso ha sido lo más inesperado.

¿Cómo se siente saber que es parte de la historia de la música?

Siempre ha sido un honor inmenso estar en la misma sala con los mejores productores, ingenieros y artistas de todos los estilos, y poder aportar a proyectos tan diversos

Nunca lo había escuchado planteado de esa forma. He hecho muchas cosas, y cuando estás en medio de todo, no tienes idea de si algo va a ser realmente grande. De hecho, me reí con algunos de los éxitos en los que toqué, ya fuera por la letra o algún otro detalle. Hacía una sobregrabación en una canción y resultaba que ese tema se convertía en un gran éxito. 

Así que, ¿qué puedo decir? Siempre ha sido un honor inmenso estar en la misma sala con los mejores productores, ingenieros y artistas de todos los estilos, y poder aportar a proyectos tan diversos. Hubo una época en la que ir a trabajar era como reunirme con todos mis amigos. Éramos un grupo de unos 25 músicos que prácticamente grabábamos cada disco que salía de Los Ángeles, desde que comencé en 1976 hasta los años 92 o 93, que fue cuando empecé a reducir las sesiones.

¿Cuál es su canción favorita cuando toca con Toto?

Cambia con cada gira. Los éxitos, claro, son los éxitos, y siempre reciben grandes reacciones del público. Por ejemplo, nunca me sentaría en casa a tocar Africa solo, pero cuando la interpretamos frente a miles de personas, la energía que se genera me hace disfrutarla de nuevo como la primera vez. Los éxitos atraen a la audiencia, y luego aprovechamos para incluir algunas de nuestras canciones menos conocidas, temas profundos que tienen más complejidad musical. 

En esta gira añadimos algunas canciones que nunca habíamos tocado en vivo, como A Thousand Years, del álbum The Seventh One, un tema que Joseph (Williams), su hermano, y (David) Paich escribieron; es una pieza corta, pero tiene una atmósfera hermosa. Otro de mis favoritos es Dying on My Feet, del álbum Falling in Between, que también estamos tocando por primera vez.

¿Tiene una canción favorita para tocar en vivo?

Realmente me encantan todas nuestras canciones; cada una es como un hijo o un pariente cercano que creamos y al que guardo mucho cariño. A veces tengo más ganas de tocar una canción que otra, pero eso cambia a lo largo de la gira. Hay momentos en los que me siento especialmente emocionado por una canción y otros en los que, tras tocarla muchas veces, siento que necesito un descanso de ella. Pero nunca las tocamos de forma mecánica, cada vez que las interpretamos lo hacemos con la misma pasión como si fuera la primera vez.

¿Cuál diría que es la anécdota más divertida que tiene relacionada con 'Africa'?

Recuerdo que durante la grabación teníamos esta gran producción montada, nos encantaba la melodía, el ritmo, y pensábamos que era un gran disco. Lo último que se grabó fueron las letras y la voz, así que no tenía ni idea de cómo iban a ser las letras. Y cuando finalmente las escuché, pensé: “Es una gran canción, pero es un poco cursi... ¿África? somos de North Hollywood, ¿de qué estamos hablando?”. Entonces, bromeando, dije: “Si esta canción se convierte en un éxito, correré desnudo por Hollywood Boulevard”. Esa broma me ha perseguido por unos 40 años.

¿Y cumplió la promesa?

Nadie quiere ver eso ahora, créeme (risas). Amo la canción, ha sido fantástica para nosotros, pero jamás pensé que llegaría tan lejos. En ese entonces, pensaba que nuestro primer sencillo, Rosanna, era el mejor ejemplo de cómo debía sonar Toto. Para el cuarto álbum, habíamos encontrado nuestra voz y todos brillamos en ese tema: hay solos impresionantes, armonías potentes y Jeff Porcaro con su ritmo característico. Pensaba que esa era nuestra carta de presentación perfecta. Con Africa, en cambio, pensaba que era una gran canción, aunque con letras algo tontas. Pero resultó ser un éxito no una, sino tres veces, y además fue un éxito para otros artistas que la versionaron. 

Es como un pedacito de oro y con el tiempo he aprendido a amarla. La reacción del público es increíble; escuchar a miles de personas cantarla más fuerte que la banda es una experiencia única. Creo que la canción conecta con la gente porque no es una canción de amor ni un tema político. Es una fantasía con un gran ritmo y una melodía pegajosa, y aunque las letras sean algo extrañas, eso también tiene su encanto.

¿Pero de dónde salió el concepto?

David (Paich), que estudió en una escuela católica, escuchaba historias de sacerdotes sobre el trabajo misionero en África y eso inspiró las letras de la canción. David también es el autor de Georgie Porgie, otra letra que me parecía algo ingenua, pero que escribió inspirado en un comentario de Walter Becker, de Steely Dan, quien le dijo que obtenía ideas de rimas infantiles. David toma esas influencias muy en serio. Es un tipo que lee mucho, y su estilo lírico está muy cargado de fantasía. Si escuchas nuestro segundo álbum, Hydra, canciones como Saint George and the Dragon reflejan ese enfoque. David es un héroe para mí en el arte de la composición. Él me motivó a escribir más, a componer junto a él, y me enseñó a producir y a hacer discos. Siempre le estaré profundamente agradecido.

¿Qué es lo que más le gusta hoy de tocar en vivo?

Que a nadie le importa lo que llevo puesto ni cómo se ve mi trasero en los jeans (risas). En el escenario nos reímos de nosotros mismos. Sabemos que somos un grupo de viejos tontos, pero nos divertimos como si fuéramos jóvenes otra vez. Cuando subo al escenario, me siento como si tuviera 20 años de nuevo. Lo digo en serio.

Hay magia...

Sí. La música trasciende el espacio y el tiempo, ¿sabes? Cuando ya no esté en este mundo, estas canciones seguirán vivas. Y cuando alguien haga una película ambientada en los 80, probablemente incluirán dos canciones: Africa y Don’t Stop Believin’. Irónicamente, mi hijo está casado con la hija de Jonathan Cain, y nosotros estuvimos de gira con Journey. A veces no puedo creer la suerte que tengo de seguir en esta industria durante tanto tiempo. Muy pocos logran tener una carrera de casi 50 años y seguir siendo relevantes, vendiendo entradas y generando millones de reproducciones en las plataformas.

ÚRSULA LEVY

Para EL TIEMPO

En X: @Uschilevy

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