Como 'Los Picapiedra': el calvario de los ecuatorianos todos los días por la falta de energía; hay cortes de luz de hasta 12 horas

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La vida cotidiana de los ecuatorianos se ha convertido en un desafío constante debido a los extensos cortes de energía. 

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Personas como Shirley, Karina e Irma enfrentan situaciones extremas que reflejan la magnitud de la crisis energética que atraviesa el país. Desde largas horas en el tráfico hasta migrañas provocadas por el ruido de generadores, el impacto de esta situación afecta a múltiples sectores de la sociedad.

Una vida marcada por la oscuridad

Karina Vargas, de 49 años, describe con una palabra la situación: "horrible". Mientras espera el autobús que la llevará a su hogar en Conocoto, lamenta cómo el caos ha tomado las calles. "Parece que estamos en la época de los Picapiedra", afirma aludiendo a la popular serie animada. Antes, su trayecto duraba poco más de una hora, pero ahora los semáforos apagados provocan embotellamientos que alargan su viaje a dos horas y media.

La crisis, agravada por la sequía más intensa en seis décadas, llevó al gobierno a implementar cortes de energía de hasta 12 horas diarias. Si las lluvias no llenan los embalses hidroeléctricos, el racionamiento podría volverse más severo, poniendo en riesgo al 70% del suministro energético del país.

Shirley Pilataxi, estudiante universitaria de 21 años, ha adaptado su vida a los apagones. "Hay veces que llego y no hay luz, me toca despertar a la madrugada para hacer los deberes", relata. Aunque podría quedarse en la universidad hasta tarde, debe regresar antes de las 22:00 para no perder el último autobús hacia su casa en el Valle de los Chillos.

Los mantenimiento podrían reprogramarse en caso de lluvias.

Estudiantes y trabajadores ajustan sus horarios a los apagones, sacrificando horas de sueño y aumentando el estrés diario para cumplir con sus responsabilidades.

Foto:iStock

Generadores, penumbra y miedo

En los negocios, las restricciones eléctricas han generado pérdidas económicas considerables. Gloria Estrella, propietaria de una papelería, lamenta haber reducido sus horarios laborales. "Han empezado a apagar todo", señala, lo que ha provocado una caída de más de 2,000 dólares en sus ingresos mensuales. Busca desesperadamente un generador, pero estos dispositivos, junto con los cables para conectar routers, se han vuelto escasos y costosos. "Los generadores se han triplicado en precios, al principio eran baratos", dice. Un generador que antes costaba 600 dólares ahora vale 1,500.

El ruido ensordecedor de estas máquinas afecta tanto a comerciantes como a residentes. Según un estudio de la Universidad de las Américas, el dióxido de azufre en el aire de Quito ha aumentado un 180%, mientras que el monóxido de carbono incrementó un 43%. Para Irma Paz, empleada privada de 30 años, el ruido constante se traduce en migrañas diarias. "Trato de cerrar la puerta, pero igual los dolores de cabeza aumentan", asegura. Además, el peligro en las noches es constante: "Si sacas el celular para alumbrarte, el riesgo es que te vayan robando", dice con preocupación.

Pérdidas millonarias y un impacto profundo

El sector comercial enfrenta una caída alarmante en sus ingresos. Blanca Cusicagua, vendedora de comida callejera, ha tenido que reducir su jornada laboral. "A las once (me voy) porque no hay nada, ya no hay nada de gente", comenta. Antes adquiría diez tripas para asar, pero ahora solo compra la mitad debido a la baja afluencia de clientes.

La Cámara de Comercio de Quito estima que en dos meses de apagones el país ha perdido 7,500 millones de dólares. Según Mónica Heller, presidenta de la entidad, el impacto incluye retrasos en la cadena de proveedores y problemas en los pagos electrónicos. Fabio Marotti, dueño de un restaurante italiano, lo resume con crudeza: "Es otra pandemia la que estamos viviendo".

Agencia AFP

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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de la Agencia AFP, y contó con la revisión de un periodista y un editor.

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