La fascinación por las diferencias entre zurdos y diestros ha alimentado mitos y teorías a lo largo de la historia.
Desde especulaciones sobre creatividad hasta ideas erróneas sobre inteligencia, estas creencias han despertado interrogantes sobre cómo funciona el cerebro en relación con la preferencia manual. Pero, ¿qué tan ciertas son estas ideas?
Orígenes de los mitos y su impacto
La percepción de los zurdos ha estado marcada por creencias que se remontan siglos atrás. Durante la Edad Media, ser zurdo se asociaba con la brujería y actos indeseados. Más adelante, en el siglo XX, muchas instituciones educativas en Estados Unidos intentaban corregir esta preferencia natural, empujando a los niños a usar la mano derecha. Hoy, algunos zurdos consideran que las dificultades que enfrentan en la vida cotidiana surgen de vivir en un entorno diseñado para diestros.
En contraste, también se han popularizado ideas positivas. Una creencia común sostiene que los zurdos son más creativos debido a su supuesto vínculo con la intuición y la imaginación, mientras que los diestros serían más lógicos y estructurados. Sin embargo, estas generalizaciones no tienen un respaldo científico sólido.
Lateralización y funcionamiento cerebral
La base de estas diferencias radica en la lateralización cerebral, es decir, la especialización de los hemisferios del cerebro. Según el neurólogo Alejandro Andersson, en los diestros el hemisferio izquierdo controla funciones como el habla, el lenguaje y el movimiento, mientras que en los zurdos es común que estas actividades estén relacionadas con el hemisferio derecho. Esto explica su mejor habilidad para manejar el lado izquierdo del cuerpo y utilizar mejor la visión y el oído de ese lado.
Un mito recurrente es la supuesta superioridad intelectual de una orientación sobre la otra. Un estudio de 2015 publicado en 'Neuroscience & Biobehavioral Reviews' analizó datos de más de 16.000 personas y concluyó que no existen diferencias significativas en el coeficiente intelectual entre diestros y zurdos. Aunque se encontró una ligera tendencia a que los zurdos presenten más probabilidades de tener una discapacidad intelectual, el estudio también subrayó que no había distinciones entre personas intelectualmente dotadas.
Por otra parte, una investigación publicada en Brain en 2019 halló que los hemisferios cerebrales de los zurdos, particularmente en áreas relacionadas con el lenguaje, están mejor conectados y son más coordinados. Esto podría otorgarles una ventaja en habilidades verbales.
Percepción y mano dominante
La preferencia manual también influye en cómo las personas interpretan el mundo. Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que zurdos y diestros juzgan de manera diferente.
Los zurdos tienden a asociar aspectos positivos con el lado izquierdo y negativos con el derecho, mientras que en los diestros ocurre lo contrario. Según Daniel Casasanto, quien lideró el estudio, “los zurdos piensan de forma implícita que lo bueno está en la izquierda y lo malo en la derecha, y lo contrario ocurre con los diestros”.
Factores biológicos y ambientales
¿Qué determina que una persona sea zurda o diestra? Investigaciones británicas sugieren que factores como el estrés materno durante el embarazo podrían influir. Fetos de madres sometidas a altos niveles de estrés tienden a tocarse la cara con la mano izquierda, lo que podría ser un indicio temprano de zurdera. De manera similar, estudios en Suecia observaron que mujeres que experimentaron estrés o depresión durante el embarazo tenían más probabilidades de tener hijos zurdos o ambidiestros.
Además, factores genéticos también juegan un papel importante. “Si un niño tiene padres zurdos, es más probable que él también lo sea. Sin embargo, no todos los padres zurdos tienen hijos con esta tendencia, porque los genes no siempre son dominantes”, explica Andersson. Incluso lesiones cerebrales durante el desarrollo fetal podrían influir en esta preferencia.
¿Cómo funciona nuestro cerebro? | El Tiempo
VICTORIA VERA ZICCARDI
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.