Imagínense que el progreso del mundo es un tren que va a gran velocidad. Mientras pasa, nosotros estamos enfrascados en discusiones de vieja data que parecemos incapaces de resolver. El tren nunca se detiene. Pero nosotros sí podríamos hacer una pausa en la discusión, levantar la mirada y apostar por el vagón en el que vamos a subir.
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Las discusiones que tenemos no son sencillas, están cargadas de años de frustraciones de un país que, a pesar de su enorme potencial, no ha logrado ofrecerle a la totalidad de sus ciudadanos la oportunidad de desarrollar su potencial productivo y vivir su vida en paz. Sin embargo, resulta aún más frustrante que el corazón de mucho de lo que queremos resolver siga estando en el pasado, y que nos robe la energía de lo que tendríamos que hacer para que en el futuro no tengamos esta misma sensación.
Es por eso que este año el Consejo Privado de Competitividad (CPC) pensó que el foco del ‘Informe nacional de competitividad (INC) 2024-2025’ debería ser justamente el tren. Es decir que este año la reflexión sobre la competitividad debería estar enfocada en las tendencias que van marcando el futuro del mundo y en las muchas oportunidades que estas le ofrecen a Colombia. De esta manera, interrumpir la conversación ruidosa y difícil en la que a menudo estamos inmersos, para imaginarnos el futuro y pensar en ese vagón que tenemos que alcanzar… para subirnos en él.
Las macrotendencias
El INC 2024-2025 invita a construir visiones compartidas de futuro, monitoreando y actuando proactivamente según vayan fluyendo las cambiantes tendencias globales. Cada uno de los quince capítulos presenta un análisis de tres tendencias escogidas y su impacto en los pilares de la competitividad, un escenario futuro deseado y las estrategias públicas y privadas para alcanzarlo.
La separata especial Un futuro para todos reseña algunos de los ejercicios nacionales e internacionales de prospectiva que existen y las metodologías que proponemos incorporar en nuestros diversos quehaceres para volcar nuestra atención hacia el futuro. Un futuro de disyuntivas y de incertidumbre donde debemos lograr ser mucho más prósperos de lo que somos ahora, para así poder aumentar el bienestar de todos quienes viven en nuestro país.
Las tres tendencias que destaca el informe son el cambio tecnológico, el cambio climático y el cambio demográfico. Nuestra capacidad de aprovechar las oportunidades de crecimiento y de bienestar que ofrecen esas macrotendencias globales, sin que cada riesgo y amenaza coyuntural nos desvíe en el propósito, nos permitirá conjurar los muchos escenarios de frustración que hoy aún vivimos.
El INC 2024-2025 se presenta en un momento de álgidos debates nacionales sobre algunas de las políticas que nos permitirán, o no, alcanzar el tren. Un ejercicio interesante sería someter cada una de las reformas y discusiones que estamos teniendo a nivel nacional y regional a un examen sobre su utilidad para navegar en el mundo que estas tendencias van a ir definiendo.
La propuesta de reforma de la salud, la aprobada reforma pensional y las propuestas de cambios en los instrumentos de superación de pobreza van a definir el funcionamiento de nuestro sistema de protección social. ¿Incorporan ellas la aceleración en el proceso de transición demográfica? ¿Qué nos dice la caída en la tasa de natalidad de los sistemas de cuidado que hemos diseñado? ¿Los cambios que hemos introducido son los necesarios? El informe, en un nuevo capítulo sobre protección social, ofrece una visión integral de este desafío pensando en los mecanismos públicos y privados para proteger a los ciudadanos en los momentos de mayor vulnerabilidad, evitando que sus ingresos sufran y queden secuelas a largo plazo. De esta manera, se revisan los sistemas de salud, pensiones, los sistemas de cuidado y de superación de pobreza de manera integral.
Es relevante que nos preguntemos si las discusiones que estamos teniendo sobre las reglas del trabajo son las que le darán herramientas a la población más joven para afrontar un futuro de automatización de tantas tareas. El mercado laboral, el desarrollo empresarial, la formación para el trabajo y el resto de la educación son pilares que van a verse profundamente afectados por las tres macrotendencias globales identificadas en el informe. El tipo de normas y actitudes corporativas que escojamos hoy van a determinar la flexibilidad y posibilidades de adaptación a un mundo cambiante e incierto. En los ejercicios de prospectiva que el equipo del CPC realizó para recoger de un público amplio sus visiones del futuro del mundo laboral, la palabra ‘flexible’ fue la que se destacó. ¿Está ella en el corazón de lo que discutimos tanto en el ámbito público como en el privado?
Flexibilidad
Para lograr sembrar más emprendimientos de alto impacto –de los cuales hay muchos liderados por talento colombiano–, el informe de este año nos invita a pensar en sistemas más ágiles, flexibles e incluyentes, donde tengamos nuevas oportunidades de formación además de la ruta universitaria. Nos invita a buscar oportunidades educativas en modalidades duales, de ciclo corto y a lo largo de la vida. Debemos contemplar la existencia de muchos modelos de vinculación laboral para diferentes sectores y tipos de personas.
Muchas barreras que tienen que ver con otras trabas de competitividad, como la movilidad urbana y la ausencia de apoyos para el cuidado, pueden conjurarse con negocios digitales donde la presencialidad no es esencial, por ejemplo. Otros modelos pueden nacer al permitir mayor flexibilidad en los aportes a la seguridad social para que muchas mujeres, que hoy día no se logran incorporar a la fuerza laboral, ofrezcan servicios de cuidado a una población mundial que envejece, en la intensidad que sus propias tareas en el hogar lo permitan. Estas tareas deberían tener el concurso masculino, pero el peor escenario es que las mujeres sigan encargadas de los oficios del hogar en detrimento de su capacidad para generar ingresos y tener protección social.
Los nuevos modelos productivos requerirán apuestas de riesgo. Es importante revaluar cómo pensamos en los instrumentos de financiación. Llevamos años discutiendo sobre el crédito, mientras que el mundo se mueve en una diversidad de instrumentos de inversión mucho más adecuados para la asunción de riesgos.
La atracción de inversiones y empresas que aprovechen la ventaja que hoy nos da estar cerca de muchos centros de consumo –y en consecuencia tener una menor huella de carbono–, al igual que una matriz eléctrica limpia, tendría que ser un propósito de todos. Algunos de los elementos para lograrlo requieren del aparato público, como lo es la infraestructura y las normas. Otras, como la formación del talento pensada en clave de esa inversión que queremos atraer, podríamos coordinarlas entre agentes privados. Las autoridades regionales tienen un espacio inigualable para jalonar estas propuestas.
Finalmente, tenemos sectores como el de la energía, central para cualquier discusión de producción futura que queramos tener. Es momento de que, sin distinción de sector y con un apoyo decidido de los medios e influencers, pensemos en nuestro sector eléctrico como nuestros deportistas. Todos tenemos que hacer barra.
Los procesos de licenciamiento tienen que salir del nudo gordiano en el que estamos sumidos hoy, afectando nuestra velocidad para alcanzar el tren, y, sobre todo, afectando a aquellas comunidades que aún no logramos que tengan equilibrios sensatos para su percepción de bienestar, pero también para su capacidad real de progreso. El cambio demográfico nos habla de una población que demandará más energía y nosotros tenemos el privilegio de poder generarla. No lo dejemos escapar.
Desarrollo rural
Entre todas esas posibles apuestas, el desarrollo del sector rural y agrícola se vislumbra como una gran ilusión. El mundo comerá más y mejor. Tenemos posibilidades de aumentar la productividad rural con avances tecnológicos que posicionen al país como la despensa de un mundo que demandará cada vez más proteínas animales y mayor variedad de productos frescos y saludables. El cambio demográfico y el cambio climático jalonarán la demanda por aquello en lo que tenemos mayor potencialidad. Y con ayuda de nuevas tecnologías podremos aumentar nuestra oferta de manera sostenible y respetuosa con el medioambiente. En algunas regiones, los casos de negocio girarán alrededor precisamente de la prestación de servicios ambientales para el mundo.
El INC busca ofrecer estas ideas de futuro y realizar un análisis de las oportunidades ofrecidas por las diferentes tendencias globales. El ejercicio involucró a más de 500 personas respondiendo la Encuesta de Prospectiva del CPC, al igual que a grupos de trabajo con expertos del sector público, privado y la academia. Todo el material está disponible para uso público.
Este país está lleno de dolores, pero es importante que levantemos la mirada porque el tren sigue avanzando. Tenemos regiones llenas de promesas, personas llenas de ganas, debemos ser capaces de construir un liderazgo, desde lo productivo, que ayude a canalizar esta energía.
Este país está lleno de dolores, pero es importante que levantemos la mirada porque el tren sigue avanzando. Tenemos regiones llenas de promesas, personas llenas de ganas, debemos ser capaces de construir un liderazgo, desde lo productivo, que ayude a canalizar esta energía.
El CPC los invita a todos a que piensen cuál es la inversión que le corresponde a cada uno; aquella que nos va a permitir alcanzar ese tren para elevar nuestro crecimiento potencial como país. Si lo hacemos, podremos crecer sin tener que ajustar nuestros desbalances de tanto en tanto.
Tendremos que colaborar y trabajar con disciplina, pero sobre todo con optimismo. Porque tendremos que asumir más riesgos para crecer, y para eso es necesaria la ilusión. La responsabilidad de hacerlo recae sobre cada uno de nosotros, puesto que cada uno tiene la capacidad de prometer y cumplir que mañana será más bonito.
ANA FERNANDA MAIGUASHCA-Para EL TIEMPO
Presidenta del Consejo Privado de Competitividad