El viaje del presidente Gustavo Petro a Estados Unidos, con motivo de su participación en la Asamblea General de la ONU, estará marcada por el ruido que ha generado en ese país un trino en el que le exige respeto la enviada especial para el monitoreo y combate del antisemitismo, Deborah Lipstadt, una diplomática del Gobierno norteamericano que lo cuestionó por, según ella, tener una retórica que “normaliza el antisemitismo”.
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El eje de esta polémica son las constantes comparaciones que hace el primer mandatario del holocausto judío con las acciones armadas que Israel está llevando a cabo en contra de la población civil en Gaza.
Las afirmaciones del presidente Petro, que vinieron acompañadas de duras críticas a la posición de Estados Unidos frente al conflicto en Oriente Medio, tocaron fibras sensibles en torno a la memoria histórica, de ahí que fueran cuestionadas públicamente y por primera vez por la misión diplomática de ese país.
“Comparar cualquier acción actual, particularmente de Israel, con la aniquilación sistemática de los campos de exterminio nazis es profundamente ofensivo. Hay que separar la preocupación legítima por los derechos humanos en Gaza de referencias históricas erróneas y antisemitas”, se lee en un trino publicado por la embajada en el que se citan las palabras de Lipstadt.
"Lo más antisemita que hay hoy es repetir el holocausto de Hitler sobre la humanidad y en especial sobre el pueblo palestino. (...) Yo no soy antisemita, no confunda y respete. No soy antijudío, creo en la libertad de cultos y si hubiera nacido en esa época hubiera dado mi vida en la resistencia armada contra los nazis", respondió el mandatario.
Este episodio ilustra lo que ha sido una constante desde que estalló el conflicto en Gaza: la trivialización de un genocidio que causó millones de muertes de judíos y otros grupos étnicos. Algo similar ocurre con sus frecuentes menciones del nazismo y de Hitler en medio de sus acaloradas discusiones en redes sociales.
Para Carlos Arias, profesor universitario y consultor en Comunicación Política, este tipo de afirmaciones tienen una explicación muy clara: “El presidente Petro está más ocupado en intentar convertirse en un líder mundial que en gobernar Colombia. En esa búsqueda de generar ese halo de líder mundial y de referente ideológico para la izquierda latinoamericana, se está equivocando. Su afán de protagonismo lo lleva a cometer errores históricos graves y a lanzar afirmaciones sin sustento”.
Para el académico, más allá del efecto político que puedan generar las declaraciones del primer mandatario, hay que analizar el mal ambiente que puede generar para la población colombiana en, por ejemplo, dinámicas migratorias.
En ese sentido, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, recalcó este domingo que los comentarios del mandatario colombiano no son antisemitas de ninguna manera. “Lo que efectivamente el presidente ha dicho es que no se puede confundir una posición firme contra lo que hace Netanyahu con el antisemitismo”, añadió.
En febrero del año pasado comparó al Estado colombiano con la Alemania nazi al referirse a la sentencia de la Corte IDH por el exterminio de la Unión Patriótica y meses después tildó a un niño de 14 años de neonazi. En diciembre, durante la COP28 en Dubai, señaló que Hitler estaba “golpeando las puertas de los hogares de la clase media europea y norteamericana” y que lo que ocurría en “Gaza era el ensayo del futuro”.
El discurso generó de inmediato el rechazo del Ministro Federal de Asuntos Exteriores de Alemania, que respondió lo siguiente: “Identificar las consecuencias de la crisis climática para los más vulnerables del mundo es legítimo e importante. Combinar eso con el sufrimiento en Gaza es extraño. Es inaceptable hacer comparaciones crudas con la era nazi y así relativizar el Holocausto, como lo hizo el presidente Petro de Colombia en la COP 28”.
Más recurrente es el uso del término “fascismo”. Lo utiliza en diferentes contextos y contra todo tipo de personas: al referirse a sus opositores políticos en redes, en medio de sus extensos discursos en eventos internacionales, hace un par de días cuando Daniel Quintero habló de supuesta persecución en su contra o como salida rápida ante una crítica.
"Desde el Pacto Histórico y el presidente Petro en lo particular alimentan una narrativa asociada al fascismo y a la oligarquía como una estrategia para dirigirse puntualmente a su audiencia y hablarle a ese 30 % que considera que este es un país que ha sido gobernado por personas que no merecen la distinción o el honor de conducir sus designios al presidente de la República", dice Gonzalo Araújo, de la firma de análisis político Orza, sobre el porqué.
"Se le ha vuelto costumbre hacer referencia al holocausto nazi y a la narrativa de Goebbels como una manera de enfrentar a sus contradictores. Es un discurso claramente populista y por supuesto de mucha polarización en el que se evidencia de alguna manera que cada vez más, pues, está lejos de poder construir el tal acuerdo nacional al que llamó a la sociedad colombiana", dice Gonzalo Araújo, de la firma de análisis político Orza.
Otro tema que queda en el aire tras el choque con Lipstadt es cómo esto puede afectar su buena relación con Estados Unidos y con su embajada, la misma que días atrás le dio aire a la tesis del supuesto plan para atentar contra el presidente Petro.
Rafel Piñeros, profesor de Relaciones Exteriores de la Universidad del Externado, no ve a corto plazo un efecto o consecuencia en la relación bilateral entre ambos países. “El eje central de la discusión sigue siendo la postura de Colombia frente al conflicto, pero hoy no veo una razón clara por la cual Estados Unidos quiera presionar al gobierno colombiano a tomar otra posición frente a Israel porque es un tema que no se ha trabajado en la agenda bilateral de momento. Por tanto, y aunque en el pasado sí hubo una sintonía al respecto, creo que ahí el Gobierno será libre de mantener su posición”, manifestó el analista.
“Yo no hablaría de tensión. Hay temas en los cuales tenemos visiones distintas”, manifestó sobre este tema el embajador García-Peña. A esto agregó: “Una relación saludable entre dos países, como sucede con las personas, se basa en la sinceridad y la posibilidad de decirse las cosas”.
Un elemento adicional para el análisis tiene que ver con las elecciones presidenciales en ese país, comicios que se llevarán a cabo el próximo 5 de noviembre y en los que la comunidad judía tendrá una importante influencia. Aunque para Piñeros las declaraciones de Petro no tendrán ningún efecto a largo plazo, pues considera que gane quien gane, este mantendrá su postura frente a Colombia, si es un llamado de atención que el presidente debería escuchar.
“No se ve a Colombia como un país antisemita a pesar de las declaraciones del presidente Gustavo Petro; sin embargo, sí es una observación a unas declaraciones que pueden influir si no es claro en la comunidad judía de nuestro país”, agregó el analista.
Pero más allá de ese efecto concreto en la relación bilateral, para los analistas este episodio revela esa delgada línea que existe entre la crítica legítima a las acciones de un Estado, en este caso a Israel, y la percepción sobre la retórica antisemita, que sigue siendo un tema de alta sensibilidad en el debate político internacional.
Redacción Política< br>X: (@PoliticaET)