BEIJING — La primera vez que un trabajador del Gobierno animó a Yumi Yang a tener un bebé, ella no le prestó mucha atención. Ella y su marido estaban registrando su matrimonio en una oficina local en el noreste de China, y el trabajador les dio vitaminas prenatales, lo que ella atribuyó a un Gobierno solícito.
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Cuando más tarde la llamó un funcionario para preguntarle si las había tomado y luego volvió a llamar después de quedar embarazada para monitorear su progreso, Yang también tachó esas preguntas como bien intencionadas. Pero luego, después de haber dado a luz, los funcionarios se presentaron a su puerta pidiendo tomar una fotografía de ella y el bebé para sus archivos. Eso fue demasiado.
“Fue realmente ridículo cuando vinieron a mi casa”, dijo Yang, de 28 años. “Me sentí un poco disgustada”.
Ante una población en declive que amenaza el crecimiento económico, el Gobierno de China se está involucrando en la elección más íntima de las mujeres: tener o no un hijo.
Los funcionarios han hecho mancuerna con universidades para desarrollar cursos sobre cómo tener una “visión positiva del matrimonio y la maternidad”. En las reuniones políticas, los funcionarios están difundiendo el mensaje.
“Como mujer, si has cumplido tu tiempo en esta tierra y no has dado a luz a otra vida, es una verdadera lástima”, dijo Gao Jie, delegada de la Federación Femenil de China, a los periodistas durante una reunión nacional de legisladores en Beijing este año.
Para algunos, el enfoque directo es invasivo; se han quejado mujeres en las redes sociales de haber sido abordadas por los funcionarios del vecindario, incluyendo algunas que dijeron haber recibido llamadas preguntándoles la fecha de su último ciclo menstrual.
Xi Jinping, el líder de China, ha dicho que promover los nacimientos como una prioridad nacional es un paso para garantizar que las mujeres “siempre caminen con el partido”. (La tasa de fertilidad total del País, una medida del número de hijos que se espera que tenga una mujer a lo largo de su vida, se encuentra entre las más bajas del mundo. Se estima que la tasa es de 1.0, en comparación con 1.62 en Estados Unidos el año pasado).
La campaña de fertilidad también es un recordatorio de que el Partido Comunista Chino tiene una larga historia de imponer su voluntad en las decisiones reproductivas. A partir de la década de 1970, aplicó una política de hijo único. Los funcionarios multaron a las parejas que tuvieron embarazos no autorizados y obligaron a algunas mujeres a abortar. A medida que la economía de China se desarrolló, el partido dio un paso atrás y dictaminó en el 2021 que las parejas podían tener tres hijos. Ahora, vuelve a hacer acto de presencia.
The New York Times visitó varios hospitales de maternidad, junto con varios vecindarios donde los funcionarios han destacado sus intentos por promover la fertilidad. De 10 mujeres con las que hablamos, siete dijeron que los funcionarios les habían preguntado si planeaban tener hijos.
Para muchas mujeres, el fastidio del Gobierno parecía obsoleto. No abordaba el alto costo de criar a hijos ni cómo combinarían la maternidad con su vida profesional. “Todo el mundo sabe que las personas nacidas después de la década de 1990 generalmente no quieren tener hijos”, dijo Yang. “El que si quieres o no tener hijos es una cuestión muy privada”.
Para el partido, esos comentarios son la razón por la que los nuevos esfuerzos son tan importantes. ““Algunas personas creen que el matrimonio y el parto son sólo asuntos privados y decisión de cada individuo”, dijo este año un grupo de planificación familiar operado por el Gobierno en Mudanjiang, una ciudad de aproximadamente 2 millones de habitantes en el norte de China. “Esta visión es errónea y unilateral”.
El meollo de la labor recae en las asociaciones gubernamentales de planificación familiar, una red con cientos de miles de filiales integradas en aldeas, lugares de trabajo y barrios de las ciudades. Durante décadas, supervisados por una asociación nacional, fueron los principales organismos que hicieron cumplir la política del hijo único. Pero ahora están trabajando para promover la nueva cultura de la fertilidad.
Los esfuerzos por influir en los planes de fertilidad de las mujeres pueden comenzar antes del matrimonio. Muchas ciudades ofrecen exámenes de salud prematrimoniales gratuitos.
Algunas mujeres dijeron que apreciaban la ayuda porque se sentían atendidas. Y quienes encontraron invasivas las preguntas de los funcionarios dijeron que eran fáciles de ignorar. No hay señales de que la intervención se haya acercado a los excesos de la era del hijo único.