Los tres relojes que rigen nuestra vida, conocidos como el social, el solar y el interno, suelen estar sincronizados en nuestra rutina diaria. Sin embargo, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid se está investigando qué ocurre cuando estos ciclos se desajustan.
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Los científicos estudian si este desajuste podría aumentar nuestra vulnerabilidad ante enfermedades como el cáncer.
En el sótano del CNIO, la respuesta a esta interrogante permanece congelada. Allí se almacena la primera colección de muestras biológicas de tripulantes de cabina de pasajeros, un grupo que experimenta un desajuste crónico debido al jet lag.
Este fenómeno afecta su salud, y según Virginia López del Alcázar, de la Asociación Española de Tripulantes de Cabina de Pasajeros, es comparable a una resaca: cuando se es joven, el cuerpo se recupera rápidamente, pero con el paso del tiempo, cada vez resulta más difícil hacerlo.
Ella, quien también fue tripulante, comenta que entre sus compañeros de trabajo existe la percepción de que hay una mayor incidencia de enfermedades, aunque no cuentan con datos que lo corroboren.
Ante esta situación, decidió que, en lugar de especular, lo mejor sería establecer una base científica para obtener protección laboral. Se puso en contacto con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y les propuso ceder muestras biológicas para su estudio.
Desde 2021, más de un centenar de asistentes de vuelo donan, dos veces al año, sangre, saliva, uñas, heces y orina, creando una colección longitudinal que ya permite identificar algunos patrones y tendencias. Así, un avance científico podría generar un avance en sus derechos laborales.
María Jesús Artiga, directora científica en funciones del biobanco del CNIO, señala que recorrer sus instalaciones es impresionante. Decenas de contenedores alineados almacenan unas 50.000 muestras de cerca de 9.000 donantes.
Aunque las cifras son impactantes, Artiga aclara que se trata de un biobanco pequeño en comparación con los de un hospital. Sin embargo, lo que distingue a este biobanco es su enfoque estratégico.
Las muestras se conservan a -196 grados, y solo pueden ser manipuladas usando guantes gruesos y una pantalla facial, debido al fuerte ruido y la densa neblina al abrir los contenedores.
Según la experta, este biobanco se centra en colecciones específicas que apoyan líneas de investigación concretas, como la que se busca resaltar con este estudio.
Las biólogas Alba de Juan y María Casanova-Acebes han sido las primeras en mostrar interés en la colección de muestras del CNIO. En su laboratorio, tres pisos más arriba, explican que su objetivo es entender los ritmos circadianos tanto en células sanas como en células cancerígenas.
Su intención es descomponer estos relojes biológicos para analizar sus mecanismos y evaluar si pueden sincronizarse para reducir los efectos de la enfermedad. También quieren investigar cómo afecta la falta de sueño al sistema inmune.
Según de Juan, se sospecha que en personas con horarios alterados, el número y la función de sus leucocitos no son óptimos, lo que podría alterar el sistema inmune. Ahora, su reto es demostrarlo.
El reloj interno del cuerpo humano regula los ritmos circadianos, que son cambios biológicos basados en un ciclo de 24 horas. Estos ritmos actúan como una especie de "horario laboral" para las células: al momento de comer, las células segregan ciertas proteínas; cuando llega la hora de dormir, otras proteínas se liberan.
Al día siguiente, el sistema inmune se "despierta", aumentando el número de glóbulos blancos, que desciende de nuevo al anochecer. Estos ciclos están sincronizados con los ritmos solares después de milenios de evolución. Alterar los horarios corporales puede tener consecuencias en la salud, algo que la literatura científica está comenzando a estudiar.
El trabajo nocturno prolongado ha sido relacionado con el aumento de peso y un mayor riesgo de padecer cardiopatías coronarias. Aunque menos comprobada, existe una posible relación con el cáncer.
La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer clasifica el trabajo que altera los ritmos circadianos como "probablemente carcinógeno", lo que significa que hay suficiente evidencia experimental en animales, pero limitada en humanos.
La evidencia limitada sobre la relación entre el trabajo nocturno y el cáncer se respalda en estudios como el de la Universidad de Huelva, que analizó a un grupo de enfermeras que realizaban turnos de guardia nocturnos.
Este estudio encontró "asociaciones significativas entre el cáncer de mama y los turnos nocturnos rotativos prolongados", y también señaló una relación entre alteraciones en ciertos marcadores del ritmo circadiano, como la melatonina, y marcadores epigenéticos, como los telómeros, con el cáncer de mama.
Sin embargo, el estudio concluyó que "se necesita más investigación para confirmar estos indicios". Este es precisamente el objetivo que persiguen Alba de Juan y María Casanova-Acebes en su investigación.
Alterar los ritmos circadianos puede aumentar nuestra vulnerabilidad ante las enfermedades, pero entender los ritmos de estas podría ser clave para combatirlas. Virus, bacterias e incluso células cancerígenas parecen tener sus propios relojes internos.
Los pacientes lo experimentan en su día a día: la fiebre tiende a aumentar después de comer o a primera hora de la mañana, y los ataques de tos son más intensos por la noche. Aunque estos fenómenos parecen anecdóticos, son pistas valiosas para los investigadores.
Casanova-Acebes señala que los datos observacionales deben ser confirmados o refutados mediante experimentos, mientras que su colega subraya la necesidad de darle una base científica a lo que comúnmente se conoce como "sabiduría popular".
El estudio de de Juan y Casanova-Acebes es llamativo, pero no es el único en su campo. En los últimos años, la atención en la salud ha comenzado a enfocarse no solo en el "qué" y el "cómo", sino también en el "cuándo".
Casanova-Acebes menciona que los infartos de miocardio son más frecuentes por la mañana, debido a una mayor concentración de células inflamatorias y plaquetas en ese momento. Por este motivo, se recomienda administrar anticoagulantes a las personas con trombos por la noche, para que tengan tiempo de actuar.
Existen estudios en curso que investigan si el horario en que se administran los tratamientos contra el cáncer puede influir en su efectividad, y aunque los resultados provisionales son insuficientes, parecen sugerir que el momento del día sí es relevante.
Este análisis podría aportar una explicación a esta hipótesis, aunque las biólogas señalan que aún es temprano para sacar conclusiones. De hecho, no esperan tener datos concluyentes hasta dentro de un año y medio.
A pesar de esto, las investigadoras son optimistas. Contar con una colección de muestras amplia y mantenida a lo largo del tiempo podría marcar la diferencia en comparación con otras investigaciones similares.
En su estudio, están comparando la evolución celular de tres grupos diferentes: uno que realiza viajes de larga distancia, otro de media distancia y un grupo de control que apenas viaja. Esto permitirá observar cómo los cambios en los ritmos circadianos afectan a las células de cada grupo.
El trabajo de estas investigadoras podría aplicarse a personas con falta de sueño crónica, pero han decidido centrarse en los azafatos de vuelo y no en personas con insomnio por una razón específica.
“El insomnio tiene una casuística muy complicada”, explica de Juan. Este trastorno puede estar causado por problemas cerebrales o cognitivos, lo que añade una capa de complejidad que distorsionaría los resultados del estudio.
Lo que parece evidente, según la bióloga, es que la ansiedad provoca insomnio y vivimos en una sociedad cada vez más ansiosa. Esta ansiedad afecta los ritmos circadianos, lo que impacta de manera indirecta en nuestra salud.
De Juan reflexiona que, al igual que los estudios sobre la bollería industrial ayudaron a resaltar la importancia de una buena alimentación, análisis como el que están realizando pueden subrayar la importancia de cuidar nuestros ritmos circadianos.
Mantener estos ritmos en buen estado podría no solo protegernos contra el cáncer, sino también mejorar nuestra resistencia frente a otras enfermedades e infecciones.
Los ritmos circadianos están regidos por nuestro reloj interno, que a su vez se sincroniza con factores externos como los ciclos del sol y la luna. Sin embargo, la luz artificial, el trabajo nocturno, los viajes en avión y el jet lag han alterado esta sincronización. A esto se suman factores internos, como el insomnio, que afecta a más de cuatro millones de personas en España, según la Sociedad Española de Neurología.
Aunque estos factores no pueden explicarse como causas directas de enfermedades, y no son tan dañinos como el tabaco o el alcohol, estudios señalan que pueden comprometer tanto nuestra salud mental como física.
Están afectando a nuestro organismo de maneras que aún no comprendemos por completo, y el trabajo de estas científicas en el CNIO podría ayudarnos a entenderlo mejor y a tomar medidas preventivas.
La Nación Argentina / GDA.
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*Este contenido fue hecho con la asistencia de la inteligencia artificial, basado en información de La Nación Argentina (GDA). Contó con la revisión del periodista y un editor.