Después de años de planificación y preparación, un antiguo astillero en la costa sureste de San Francisco, en California, abrió sus puertas al público como un nuevo parque. El sitio tuvo que ser recuperado tras estar abandonado por décadas debido a peligrosas contaminaciones de petróleo y otros químicos.
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De acuerdo a lo que informó SFGATE, este espacio, situado en 900 Innes Ave. en Hunters Point, estuvo cerrado durante décadas, hasta que fue renovado como parte del ambicioso proyecto de US$$200'000.000 del ahora llamado India Basin Waterfront Park. Los caminos en terrazas, las instalaciones comunitarias y los espacios verdes se inauguraron el mes pasado, tras años de complejos y costosos trabajos de remediación ambiental.
El parque está diseñado para ser un centro de recreación comunitario, con instalaciones como un pabellón de alimentos, un taller de construcción de botes, dos muelles públicos y un mural creado por la artista local Raylene Gorum, inspirado en el legado cultural de Bayview. Además, cuenta con una cabaña histórica construida en la década de 1870, que ahora sirve como centro de bienvenida.
La apertura de este parque en 900 Innes Ave. representa la Fase 2 de un proyecto de tres etapas. La Fase 3 implicará la renovación del adyacente India Basin Shoreline Park, un proceso que se espera dure de 2025 a 2027.
El proceso de limpieza por el que tuvo que pasar el nuevo parque de San Francisco, California
Como se mencionó según la información de SFGATE, la propiedad fue utilizada como astillero y taller de reparación de barcos desde la década de 1870, un pasado que dejó edificios y muelles deteriorados y sustancias químicas dañinas, entre ellas hidrocarburos de petróleo.
Fue necesario instalar un gran dispositivo inflable en forma de “media dona” en el agua, a fin de mantener el agua de la bahía alejada de la propiedad durante el proceso de remediación. Las viejas estructuras del astillero fueron demolidas y se excavaron hasta siete pies de sedimentos contaminados, hasta alcanzar una profundidad donde los contaminantes ya no estuvieran presentes.
Este proceso de limpieza duró cuatro años y requirió la aprobación de varias agencias regulatorias, como la Junta Regional de Control de Calidad del Agua de San Francisco y la Agencia de Protección Ambiental. El financiamiento provino de subvenciones estatales, bonos municipales y donaciones privadas, sumando una inversión significativa.