El pasado lunes 30 de septiembre, el gobernador de California, Gavin Newsom, convirtió en ley con su firma el Proyecto de Ley 1775 de la Asamblea, el cual permite a los "cafés de cannabis" servir alimentos y bebidas sin infusión de cannabis a los clientes dentro de los establecimientos.
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La ley firmada por Newsom es la reforma de una legislación anterior que había vetado en el 2023 por preocupaciones sobre la salud de los empleados de los cafés de cannabis, por lo que el asambleísta demócrata Matt Haney, de San Francisco, agregó salvaguardas para otorgarle herramientas a los trabajadores para proteger su salud.
En su declaración sobre la legislación, el gobernador elogió el trabajo de Haney. "Felicito al autor por incorporar salvaguardas adicionales, como proteger expresamente la discreción de los empleados para usar una máscara para respirar, pagada a expensas del empleador, y exigir que los empleados reciban orientación adicional sobre los riesgos del humo de cannabis de segunda mano", señaló.
En ese sentido, Newsom remarcó la importancia de que las autoridades locales "utilicen la autoridad delegada de manera responsable al priorizar la seguridad de los trabajadores e implementar estrictas salvaguardas que minimicen los riesgos para la salud pública". Luego, advirtió que en caso de que no se apliquen protecciones adecuadas "podría ser necesario reconsiderar esta expansión limitada".
Las posturas sobre la legislación nueva ley en California
Una de las voces críticas más resonantes llegó desde la Red de Acción contra el Cáncer de la Sociedad Estadounidense del Cáncer. "La AB 1775 viola la Proposición 64 (la iniciativa que legalizó la marihuana recreativa en el estado), la cual establece explícitamente que está prohibido fumar marihuana en cualquier lugar donde esté prohibido fumar tabaco", expresó el director de la organización, Jim Knox, en un comunicado.
Por su parte, Haney sostuvo que "mucha gente quiere disfrutar del cannabis legal en compañía de otros", y destacó la forma en la que expande la libertad de los consumidores. "Mucha gente quiere hacerlo mientras toma un café, come un bollo o escucha música. No hay ninguna razón válida desde el punto de vista económico, de salud o de seguridad para que el estado lo ilegalice. Si una tienda minorista autorizada de cannabis también quiere vender una taza de café y un sándwich, deberíamos permitir que las ciudades lo hagan posible y dejar de frenar a estos pequeños negocios", remarcó.