En la desembocadura del río Magdalena, justo donde sus aguas se funden con el mar Caribe, se libra una batalla diaria entre la fuerza de la naturaleza y la destreza humana.
Es allí, en el canal de acceso al puerto de Barranquilla, donde los pilotos prácticos de Río & Mar han demostrado durante 30 años que su oficio es más que una profesión: es una vocación por la seguridad y la economía regional.
Navegar por esta zona no es tarea fácil. Las condiciones del canal, de 22 kilómetros entre Bocas de Cenizas y el puente Pumarejo, exigen precisión, experiencia y nervios de acero.
Estas pequeñas embarcaciones son claves para la operación de la zona portuaria de Barranquilla. Foto:Cortesía Demetrio Aguas
Las corrientes del río pueden alcanzar hasta siete nudos, mientras que los buques, algunos de hasta 186 metros de eslora y nueve metros de calado, enfrentan profundidades irregulares y una sedimentación diaria de más de 5.200 metros cúbicos, lo que complica las maniobras.
Los asistentes de los capitanes de buques
Pero es justamente en ese desafío constante donde los pilotos prácticos se han convertido en figuras indispensables.
Con más de 1.100 operaciones anuales, estos hombres —expertos en navegación fluvial y marítima— acompañan y asisten a los capitanes de los buques que arriban y zarpan del puerto, garantizando que cada tránsito sea seguro, ágil y sin contratiempos.
El buque Cala Panama encalló en Bocas de Ceniza con unas 8.000 toneladas de mercancia. Foto:Archivo EL TIEMPO
“Es un trabajo que exige concentración, análisis y coordinación permanente con la Capitanía de Puerto”, explica Daniel Lorenzo Espinosa Redondo, socio fundador de Río & Mar, empresa nacida del compromiso por el Magdalena. “Nuestro objetivo siempre ha sido reducir los riesgos y dinamizar el comercio desde Barranquilla hacia el mundo”.
Y lo han logrado. En medio de un entorno marcado por la inestabilidad de las obras rígidas —como el deteriorado dique direccional y los tajamares— y la historia de encallamientos como el del buque Cala Panamá, que permaneció 29 días varado en Bocas de Ceniza, los pilotos de Río & Mar han sido una garantía de seguridad y eficiencia.
Su trabajo, además, se apoya en tecnología de punta y en el conocimiento actualizado de las condiciones del río, gracias al análisis batimétrico que produce la Oficina Hidrográfica de Barranquilla.
“Esa información es crucial para planificar las maniobras”, afirma el Capitán de Fragata Bernardo Silva, actual Capitán de Puerto. “Los pilotos saben dónde están los bancos de arena, cómo se comporta el caudal, y toman decisiones con datos en mano”.
El ingreso de los buques por Bocas de Ceniza es una escena que cautiva a los barranquilleros. Foto:Archivo EL TIEMPO
La labor de estos profesionales no solo previene accidentes y protege vidas, sino que también sostiene la economía de toda una región. Cada buque que logra arribar o zarpar sin inconvenientes representa carga movilizada, empleos asegurados, y comercio que fluye.
En un puerto donde la infraestructura aún enfrenta retos estructurales, la experticia de los pilotos prácticos es el soporte invisible pero vital de toda la cadena logística.
A sus 30 años, Río & Mar es más que una empresa. Es una historia de pasión por el río, de adaptación a los cambios, de excelencia en cada maniobra.
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