Aparece sobreviviente del ‘Bogotazo’ en Barranquilla: ‘Me salvé por refugiarme un mes en un salón de belleza’

hace 1 semana 67

En el barrio La Concepción, de la localidad Norte – Centro Histórico de Barranquilla, apareció uno de los sobrevivientes del ‘Bogotazo’ dispuesto a contar cómo fue que se salvó de ser asesinado, en medio del caos que invadió la capital, tras refugiarse en un salón de belleza por un mes.

Isauro Alonso Acero, de 96 años y oriundo de Soacha (Cundinamarca), se preparó para la ocasión. Ha pasado siete décadas relatándole la historia a sus amigos, cinco hijos y ocho nietos. Y espera narrársela también al primer bisnieto que viene en camino.

Mientras tanto, decidió recordar una vez más ese acontecimiento en diálogo con EL TIEMPO. Se vistió de bermuda color blanca, una camiseta tipo polo, sandalias de cuero y peinó su cabellera blanca.

Sin embargo, este último paso se fue al traste cuando el fuerte viento que provenía del río Magdalena irrumpió por el balcón del apartamento, en un décimo piso, como interesado en escuchar una vez más la historia de don Isauro, con una estatura de, aproximadamente, 1,72 metros.

BOGOTAZO

Alonso quedó atrapado en un edificio durante las revueltas producto del magnicidio de Gaitán. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo.

Molesto con la brisa, le pidió el favor a su tercera hija, Eneida Alonso, que cerrara la ventana. Se acomodó el cabello con su mano derecha y trasladó su memoria a la 1 p. m. del 9 de abril de 1948, en la carrera séptima con calle 12C, donde mataron ese día a Jorge Eliécer Gaitán.

“Yo estaba casi en el punto donde lo mataron, en la séptima, cerca del Café Gato Negro. Ahí nos reuníamos para preparar las carreras de caballo los domingos junto con el doctor Alfonso Palacio Rudas (miembro del Partido Liberal), a quien le corrí un caballo que se llamaba ‘Indio Bravo’. De pronto, dijeron: ‘¡Mataron a Gaitán!’. Y salgo a mirar a la calle y eso era así la gente que bajaba del cerro, una turba enfurecida”, dice Isauro, quien ese entonces alcanzaba los 20 años.

Así se desató la violencia

Aquella vez, además de correr caballos en el Hipódromo de la 53, según cuenta, el joven Isauro Alonso también laboraba en un almacén de víveres, ubicada en la Décima con 11.

Bogotazo Barranquilla

Imágenes de archivo del caos del 9 de abril. Foto:Sady González

Pero, después, se desató la violencia cuando Juan Roa Sierra, presuntamente, asesinó con tres disparos de arma de fuego al líder de los liberales. Alonso no olvida cómo fue testigo del momento en que una muchedumbre arrastraba el cuerpo linchado del señalado homicida por toda la séptima.

“Cuando me asomé, llevaban el cadáver por la séptima con 14. Yo no oí los disparos, para qué voy a decir eso, pero acababan de matar a Gaitán y la gente estaba alborotada y no sabía para dónde coger. Decían: ‘Mataron a Gaitán y lo hicieron aquí saliendo de la oficina’. Esos eran los comentarios”, afirma Isauro, mientras un olor a café invade el apartamento del sobreviviente del ‘Bogotazo’.

El asesinato de Gaitán produjo sed de venganza, vandalismo y destrucción. Según las cifras que comparten historiadores, 2.585 personas murieron en esa fecha en la capital del país.

Aprovechaban para robar, entraban a almacenes y se hicieron con ropa fina

Isauro AlonsoSobreviviente del Bogotazo.

“Aprovechaban para robar, entraban a almacenes y se hicieron con ropa fina. Al otro día, en camiones llevaban los muertos. A una mujer, vestida de novia, la mataron porque se metió a robar en una tienda”, señala el hombre.

Así se alimentó un mes refugiado en el salón de belleza

Al continuar con su relato, el cual refuerza con un tinto servido en un vaso de plástico, de color azul, que le sirvió su hija Eneida, el ciudadano revela cómo fue que se salvó de morir en medio de la violencia que reinaba en las calles.

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Este es el lugar donde asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán en la carrera 7 con calle 12C. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

“A mí me salvaron la vida los hípicos, a los que yo les corría caballos. Me tropecé con uno de ellos, Alfonso Palacio Rudas, en la esquina de la séptima, donde quedaba la sede de EL TIEMPO. Iba para la casa, que quedaba en la carrera cuarta con Avenida Jiménez, y me dijo: ‘¿Usted qué hace por ahí solo? ¡No, no! Siga derecho y pregunte en el salón de belleza. Diga que va de parte mía’... Lo que no me acuerdo es el nombre del salón de belleza”, asegura.

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Isauro Alonso recuerda que trabajó en Avianca, por eso su traslado a Barranquilla. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo.

Alonso Acero recuerda que en ese establecimiento estuvo acompañado de otras personas durante un mes. Se alimentaban con jamón español, aceitunas y queso holandés.

Apareció en Soacha y pensaron que era un espanto

“En la calle, había que andar con las manos en la cabeza. Un mes después, cuando ya no había peligro, volví a Soacha y pensaron que era un espanto, porque me daban por muerto”, dice Isauro, quien interrumpe el relato para tomarse un sorbo de café aún caliente.

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Miembros de la comunidad debían caminar con las manos en alto. Foto:Sady González

El hombre, quien aún tiene esos recuerdos frescos, aunque reconoce que ha olvidado otros detalles, agrega que, tras esos acontecimientos, siguió colaborando en el hipódromo.

Prestó el servicio militar, estudió Electrónica para posteriormente ingresar a laborar a la empresa Avianca. Gracias a este trabajo en la aviación, siete años después, fue trasladado a Barranquilla, donde permanece hoy en día.

La tercera hija cuenta cómo cuidan al adulto mayor

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Isauro asegura que jugó tejo con el líder del Partido Liberal. Foto:Vanexa Romero/El Tiempo.

“Mi hermana es médico y ella dice que algo fundamental en las personas es dormir bien. Él a veces cuadriplicaba los turnos en Avianca, no dormía bien y a veces era un poquito malgeniado por eso. Pero cuando se retiró en el 81, empezó a dormir más tiempo. Ella dice que esa es la razón de que él esté bien. No fuma y nunca ha sido borrachón. El 31 (de diciembre pasado) casi se me emborracha (risas)”, asegura Eneida Alonso.

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Gaitán salió a mediodía de su oficina ubicada en el centro para almorzar con Plinio Mendoza. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

La mujer, de 65 años, indica que al señor Isauro siempre le ha gustado contar estas historias en casa, sentado en la sala, frente al televisor que le regaló uno de sus cinco hijos en su más reciente cumpleaños.

“Nos hace reír con algunas historias. Le aparté unas fotografías de archivo, que se tomó con la familia cuando estaba joven, boxeando, vestido de militar, en su trabajo con Avianca. Son pequeñas a blanco y negro, pero hay otras que no las encuentro”, confiesa Eneida.

Don Isauro se levantó de su asiento, dejó el tinto a un lado, se acercó al balcón con el apoyo de su pequeño bastón y dirigió su mirada en dirección al río Magdalena, hasta que una lágrima recorrió su mejilla, mientras escuchaba a su hija, como buscando en su memoria aquellos recuerdos que el tiempo se llevó.

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Deivis López Ortega

Corresponsal de EL TIEMPO - Barranquilla

En X: @DeJhoLopez

Escríbeme a deilop@eltiempo.com

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