Abrir la nevera sin hambre: qué se esconde detrás de este hábito, según la psicología

hace 3 horas 8

Los gestos cotidianos pueden ofrecer pistas sobre el funcionamiento interno de la mente. Acciones como revisar el celular sin un propósito claro o golpear los dedos sobre una mesa pueden estar ligadas a estados emocionales o patrones de comportamiento automáticos. 

Dentro de estos hábitos se encuentra el acto de abrir la nevera sin sentir hambre, una conducta que la psicología ha analizado para entender sus posibles significados.

Factores psicológicos que explican esta conducta

Los comportamientos que parecen no tener una razón aparente pueden estar impulsados por mecanismos inconscientes. Según la psicología, estas acciones pueden ser respuestas a emociones o situaciones específicas. Teorías como el condicionamiento clásico de Pavlov y el refuerzo de Skinner sugieren que los hábitos se crean y refuerzan con el tiempo. En este caso, abrir la nevera sin hambre podría ser una reacción automática a ciertos estímulos o estados emocionales.

Las emociones juegan un papel central en este comportamiento. Estados como la ansiedad, el aburrimiento o el estrés pueden llevar a las personas a buscar distracciones. En muchas ocasiones, la apertura del refrigerador no se relaciona con el acto de comer, sino con la exploración del espacio en busca de confort o distracción. De este modo, este hábito podría reflejar una necesidad de alivio emocional o una forma inconsciente de lidiar con el malestar.

Por otro lado, la nevera no solo cumple una función práctica en el hogar. También puede simbolizar seguridad y gratificación. La cocina es un lugar de encuentro y, en muchos casos, está asociada con experiencias agradables desde la infancia. Esta conexión emocional puede influir en la tendencia a recurrir a la nevera como un refugio, incluso sin la intención de ingerir alimentos.

Otro mito asociado a los imanes es que daña los alimentos dentro de la nevera.

Este hábito puede estar ligado a la dopamina y al sistema de recompensa del cerebro.
Foto:iStock

Una entrevista publicada por Cleveland Clinic con la psicóloga Susan Albers profundiza en los posibles factores detrás de este hábito:

  1. Búsqueda de estimulación: En momentos de aburrimiento o inactividad, el cerebro busca estímulos. Así como ocurre al revisar el celular sin necesidad, abrir la nevera puede ser un acto automático para distraerse.
  2. Ansiedad y estrés: Durante episodios de tensión, el simple acto de observar el interior del refrigerador puede generar una sensación momentánea de control o alivio, incluso sin llegar a consumir nada.
  3. Hábito condicionado: Si en la infancia se asoció la cocina con momentos de gratificación, este comportamiento puede repetirse en la adultez como una respuesta inconsciente.
  4. Procrastinación: Esta acción también puede servir como una vía de evasión para evitar responsabilidades o tareas pendientes.
  5. Necesidad de confort emocional: En situaciones de soledad, fatiga o tristeza, este gesto puede representar la búsqueda de una sensación de bienestar o refugio.

Desde la perspectiva neurológica, este comportamiento puede estar relacionado con la liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. La expectativa de encontrar algo que brinde satisfacción puede activar el sistema de recompensa del cerebro, reforzando el hábito sin que haya una necesidad real de comer.

Aunque esta conducta puede parecer inofensiva, puede influir en patrones de alimentación impulsiva o emocional. Con el tiempo, esto podría llevar a un aumento en el consumo de calorías y dificultar la identificación de las señales de hambre y saciedad del cuerpo.

El lamentable hecho se registró en una ciudad de Argentina.

Este hábito puede estar condicionado desde la infancia y reforzarse con el tiempo.
Foto:iStock

Estrategias para modificar este hábito

Comprender estos patrones permite desarrollar una relación más consciente con la alimentación. Según un artículo de Help Guide, algunas estrategias recomendadas para reducir esta conducta incluyen:

  • Identificar en qué momentos ocurre y reflexionar sobre la emoción que la motiva.
  • Sustituir el impulso con alternativas como beber agua, caminar o realizar una actividad manual.
  • Practicar la alimentación consciente, prestando atención a las sensaciones físicas de hambre y saciedad.
  • Optar por alimentos saludables y evitar la presencia de productos ultraprocesados al alcance inmediato.

Estos enfoques pueden contribuir a modificar la relación con la comida y a reducir la frecuencia de este comportamiento.

La Nación (Argentina) / GDA

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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.

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