Adriana Tricerri vivió con poliquistosis renal (PQR) durante más de tres décadas antes de que el avance de la enfermedad le cambiara la vida de manera definitiva.
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A los 25 años, fue diagnosticada con este trastorno congénito, heredado de su madre. De acuerdo con MedlinePlus, "este es un trastorno renal que se transmite de padres a hijos. En esta enfermedad, se forman múltiples quistes en los riñones, lo que aumenta su tamaño".
Desde entonces, tuvo que lidiar con una serie de complicaciones que pueden acompañar a esta enfermedad. “Todo era mucho esfuerzo, me costaba bastante hacer las cosas más simples. Después, empecé a estar levemente hipertensa, pero nada más”, contó.
A sus 60 años fue sometida a una diálisis
Con el paso de los años, los síntomas se fueron agravando y la insuficiencia renal alcanzó un nivel crítico. Sin embargo, el mayor desafío llegó cuando cumplió 60 años y una infección urinaria empeoró su estado de salud, llevándola a depender de la diálisis durante tres meses.
"La incomodidad de la diálisis creo que es lo peor que puede pasarle a cualquier paciente, estar dependiendo de una máquina donde estás conectado a través de un catéter o de una fístula. La experiencia fue muy fea", expresó Tricerri.
El tratamiento no lograba controlar su enfermedad, y fue entonces cuando los médicos de la Fundación Favaloro le plantearon que la única opción viable para salvar su vida era un trasplante de riñón. Este anuncio no solo trajo consigo miedo e incertidumbre, sino también una inesperada sorpresa familiar.
Durante una reunión con sus seres queridos, su hermana, Alejandra, la sorprendió con una propuesta que cambiaría el rumbo de su vida: "Yo quiero ser tu donante", le dijo con firmeza.
Aunque en un principio Tricerri se resistió a la idea de que su hermana tuviera que pasar por esa experiencia, la determinación de Alejandra fue inquebrantable. "Vamos a hacernos los estudios para ver si somos compatibles", insistió.
"Estoy llorando de la emoción. Aunque somos muy distintas, siempre te amé, desde que éramos chiquitas", dijo la mujer.
Su hermana fue su donante
A los pocos días de la propuesta de su hermana, Adriana y Alejandra se sometieron a los estudios de histocompatibilidad y otras pruebas clínicas necesarias para confirmar si Alejandra podía ser la donante. Los resultados fueron positivos y la cirugía se programó para agosto de 2019.
"De los momentos previos a la operación no tengo muchos recuerdos, pero no tenía miedo. El 19 de agosto del 2019 me desperté en Terapia Intensiva preguntando cómo estaba mi hermana y fue una alegría enorme enterarme de que ella estaba bien. No nos dijimos nada, nos abrazamos y lloramos de la alegría", recordó Adriana, visiblemente emocionada.
Encontró una nueva pasión
Debido a las restricciones post-pandemia y su estado inmunosuprimido, Adriana Tricerri no podía exponerse a espacios cerrados con grandes multitudes, por lo que comenzó a caminar al aire libre en un parque cercano. Lo que inicialmente era solo una caminata, se fue transformando lentamente en una rutina que adoptó todos los sábados.
“He participado en carreras cortas de 4K o 5K o en caminata, lo que se llaman carreras de marcha, pero no compito. Esta actividad me ayudó a sentir que se puede seguir adelante, que con trabajo físico y esfuerzo todo puede ser posible”, destacó Adriana.
Al reflexionar sobre el impacto del trasplante en su vida, ella es clara en su mensaje: “Previo a mi enfermedad, siempre hice mucha actividad física. Después del trasplante volví a entrenar, a trabajar en mi profesión. Llevo una vida absolutamente normal. Soy muy prolija con la medicación y la dieta que se necesita para esto. Que confíen, que se cuiden mucho durante la espera. Que tengan mentalidad positiva. Todo llega. Ojalá sea pronto".
Alejandro Gorenstein
La Nación (Argentina) /GDA.
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.