Yuliany Paz: conozca a la pívot colombiana que le ganó el partido al ‘bullying’

hace 4 meses 21

Mide 1,93 metros y cuando estudiaba pesaba 116 kilos. Eso estresaba a Yuliany Maryelis Paz Perea, no la dejaba en paz. Cuenta que se acomplejaba por ser alta, sobresalía entre las compañeras y amigas de su edad y eso no le gustaba.

Le daba pena estar en el grupo, llegar al colegio, porque no soportaba el bullying de sus compañeras, quienes se aprovechaban de que ella se acomplejaba por su cuerpo, pero eso le sirvió para saber que se podía salir adelante.

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Yuliany Paz confiesa que vivía momentos de angustia por su peso y estatura

Yuliany no es muy expresiva. Casi no suelta palabra sobre el tema. Se acuerda de lo que pasaba y no se reprocha nada, aunque señala que hubiera podido manejar las cosas mejor y que de cierta manera todo lo que le pasó sirvió para crecer y madurar. 

Confiesa que por su estatura siempre le dijeron que jugara baloncesto, pero no le gustaba ese deporte. Ante tanta insistencia comenzó a entrenar, pero la "montadera de sus compañeras" no la dejaba progresar, poner de su parte para sobresalir, aprender a dar dos pasos con el balón, penetrar, encestar o simplemente servir de poste para impedir que las rivales marcaran puntos. 

"El complejo de mi estatura en edades más pequeñas fue muy grande. Siempre me insistían en que entrenara baloncesto, pero no me gustaba, no sabía jugarlo", recuerda la integrante del seleccionado colombiano, que hace poco logró la medalla de bronce en el Campeonato Suramericano de Chile, en el que derrotaron en la pelea por la medalla a Venezuela, 68-62.

Yuliany Maryelis fue la gran figura de ese partido al anotar 24 puntos, capturar nueve rebotes y hacer dos bloqueos. Aunque practica esto todos los días para mejorar, no olvida la pesadilla que vivió. 

"Me acomplejaba por mi estatura, pero al final terminé en otro colegio, en la otra sede del Centro Educativo San Antonio La Variante en Cértegui (Chocó). Me tocó, tenía sobrepeso y me daba pena", contó. 

Su vida dio un giro en el 2015. Milton (solo recuerda el nombre) era un técnico de Istmina (Chocó), la vio jugar y habló con Pilio Rosero, un DT de Quibdó, que estaba buscando jugadoras para la selección del departamento. Milton habló muy bien de

Yuliany Maryelis y en pocos días ella fue a presentar una prueba en la capital del departamento. La pasó raspando, pero la pasó, y fue seleccionada para los Juegos Nacionales del 2015, cuya sede fue su departamento.

"Fue difícil irme a vivir a Quibdó, porque allá no me crie, al lado de mi mamá, mi hermana, Yulietny Paola, mi abuela. Tenía mis amigos en Cértegui, pero me tocó, era una buena oportunidad. Aunque, la verdad, fue muy complicado porque yo no sabía jugar, no sabía nada, mi sobrepeso, la estatura, en fin, fue como un 'tiro al aire'", recuerda ella. 

Solo llevaba dos meses practicando el baloncesto. Poco aprendió en ese tiempo y la 'echaron al agua' en los Nacionales, pero 'al que le van a dar le guardan', dicen, y ese torneo fue la vitrina para la hija de Nelbita Perea y Fernel Paz, nacida el 20 junio del 2000.

Los primeros lanzamientos de Yuliany

Yuliany confirmó que la habían llevado por su estatura, por su peso, pero no por su calidad. Ella misma dice que entrenó tan poco que no pudo entender el juego. A pesar de todo, sobresalió. No era la más técnica, la figura, la que anotaba los puntos decisivos del quinteto chocoano, pero sí fue la jugadora a la que difícilmente pudieron superar las rivales. 

Yuliany Paz

Yuliany Paz Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

 Cértegui es un municipio chocoano que cuenta con seis mil habitantes y fue fundado en 1775 por Matías Tres Palacios. Allá se vive de la minería. Ir a los ríos Cértegui y Atrato es lo más común, pues los habitantes se ganan la vida manipulando la batea en busca del oro. Nelbita Perea era una de ellas, y le tocó duro. Muy pronto Fernel se fue de la casa y ella quedó con las pequeñas

Yuliany y Yulietny Paola. Las tres iban mucho al río, pero la que trabajaba era la mamá.

 Nunca, recuerda Yuliany, le tocó laborar, pasaba las horas mirando a ver qué les dejaba el río para el diario. Tampoco les faltó la comida. Hay pobreza, pero no es que la gente se muera del hambre porque trabajan bajo el rayo del sol para conseguir para vivir.

 "Se trabaja para el diario, no se vive mal. A nosotras nunca nos faltó nada, siempre hubo para la comida. Eso sí, la educación no es tan buena, faltan más escuelas y desarrollo en esa parte. Lo que digo es que vi mucha gente angustiada por el tema de la minería. Es un trabajo en que hay días que sí se 'pesca' algo y otros en los que no", cuenta Paz Perea.

 Para la jugadora, hoy en la selección de Antioquia, la violencia que vive el país ha tocado al Chocó, pero no directamente a Cértegui, una población tranquila en la que no se ven robos porque todos sus habitantes se conocen. 

Pesaba como 116 kilos y me tocó bajar. En los Juegos la gente gritaba en la tribuna: 'Saquen a la gorda', es que en el Chocó la gente jode mucho y eso me chocaba".

Dice que en el estudio le iba bien, ocupaba los primeros puestos, y si bien se la abrieron las puertas en el baloncesto, nunca se las cerró a las aulas. Una vez terminaron los Juegos Nacionales, Luis Miguel Cuenca se dio cuenta de que Yuliany era un diamante por pulir, una jugadora que debía sacarle provecho a su altura y bajar de peso, y potenciarla.

"Fue un largo proceso porque él me ve y me dice que si quería, me fuera a vivir a Medellín, que él me ayudaba a salir adelante", contó. 

Y agregó: "Pesaba como 116 kilos y me tocó bajar. En los Juegos la gente gritaba en la tribuna: 'Saquen a la gorda', es que en el Chocó la gente jode mucho y eso me chocaba, pero Cuenca me habló que eso se podía superar y tomé la decisión de dejar todo e irme a aventurar", señaló Yuliany Maryelis Perea.

 Era tanta la confianza que le tenía Cuenca, lo que veía en ella, que les decía a sus jugadoras de Antioquia en los partidos contra Chocó que dejaran sola a Yuliany, que la dejaran jugar, que encestara, porque eso le daba confianza.

 Llegó a la capital antioqueña en el 2016 y continuó su estudios en el Colegio Monseñor Gerardo Valencia Cano, donde se graduó, pero no se quedó ahí. Perea Paz tenía la idea de seguir estudiando y hoy cursa segundo semestre de Trabajo Social en el Tecnológico de Antioquia. 

Vivió en el barrio La Iguana de Medellín, al que llegó con otra compañera chocoana, que no aguantó el ritmo y se retiró. 

"Fue duro llegar. El gran problema fue que en los Nacionales hubo poco tiempo para aprender a jugar baloncesto, pero el DT y mis compañeras en el equipo me dieron mucha confianza. Siempre decía que me había metido en una cosa que no era la mía, pues conmigo estaban jugadoras que llevaban 10 y más años en este deporte y yo no sabía nada, era frustrante, la verdad", contó. Cuenca señaló que si bien

Yuliany no sabía jugar, su estatura era importante para un equipo y que podía moldear a una buena jugadora, mejorarla. 

Yuliany Paz

Yuliany Paz Foto:Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

"Era una persona alta para su edad en ese momento y eso en el baloncesto es clave. Sabíamos que no jugaba bien, pero era porque no había desarrollado sus habilidades. Si venía a Medellín, en ese proceso se podía corregir todo", contó Cuenca. 

Y agregó: "Clave fue su mamá. En enero del 2016 ella ya estaba acá. Fue muy valiente, no es fácil dejar la familia, tenía 16 años y se adaptó fácil a nosotros. Pusimos mucho cuidado en ella, que tuviera buenas condiciones de vivienda, estudio y entrenamiento. Su mamá no dudó un momento en aceptar la propuesta de que se viviera a vivir a Medellín". 

Volvió el karma Ya había dado pasos gigantes. Tuvo en cuenta los tema de nutrición, se sometió a una estricta dieta, cambió la alimentación, 'aguantó hambre', fue un gran esfuerzo, pero, como todo en la vida es costumbre, rápidamente se adaptó. Sin embargo, 'el diablo es puerco' y llegó la pandemia.

A Yuliany le tocó comenzar casi que de cero

Yuliany estaba en Medellín cuando el covid-19 impactó al mundo. Antes de los cierres en la ciudad, ella viajó al Chocó para estar con la familia y entonces volvió la comida abundante, la poco saludable. 

"Me volví a subir de peso. Comencé a comer de todo, uno encerrado y volví a caer. Me engordé en pocos meses. No supe asimilar todo el gran esfuerzo que había hecho y pequé", contó. 

Cuando levantaron las restricciones, la jugadora volvió a Medellín, pero retomar la dieta fue muy complicado. Comenzó la Superliga femenina en diciembre del 2020. El equipo antioqueño y los demás que participaron en ese torneo fueron encerrados en un hotel, y para la chocoana fue muy difícil retomar la dieta y las pequeñas porciones. Y así como le tocó hacer el máximo esfuerzo la primera vez, puso toda su voluntad y volvió al peso normal, se afianzó en el equipo y se convirtió en la figura del quinteto paisa y de la Selección Colombia. 

Le han hablado de la opción de ir a la WBA en Estados Unidos, pero, paradójicamente, el sueño de muchas de integrar un equipo en el mejor baloncesto del mundo a Yuliany Maryelis no la trasnocha

. Cuenta que se le presentó una oportunidad, pero se negó. Lo hizo porque advierte que lo hizo porque las experiencias que han tenido otras jugadoras colombianas no han sido buenas. 

"Les prometían y no les cumplían. Me contaron que no les daban minutos en la cancha. Era llegar al nivel alto, ilusionarse, pero no fue así. Estados Unidos me llama la atención para ir a pasear, no para ir a jugar", precisó. En la otra cara de la basquetbolista, a

Yuliany le gusta cocinar y es ordenada en su casa. Asegura que prepara una buena pasta y que los fríjoles son uno de sus platos favoritos.

 No tiene novio porque no hay tiempo para eso. Está concentrada en su estudios, en ayudarle a su familia y en el baloncesto, que quiere perfeccionar para convertirse en la mejor jugadora de Colombia. Ya dio un paso gigante, la pívot de la Selección le ganó el partido al bullying.

Lisandro Rengifo

Redactor de EL TIEMPO

@lisandroabel

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