Laura Londoño revive esa conexión especial que tiene con la obra del guionista Fernando Gaitán. La actriz colombiana protagonizó la nueva versión de 'Café con aroma de mujer' y ahora está en 'Yo no soy Mendoza', el proyecto producido por Sony y que fue concebido por el creador de éxitos como 'Yo soy Betty: la fea', 'Hasta que la plata nos separe' o 'A corazón abierto', antes de su fallecimiento el 29 de enero de 2019. Tras años de desarrollo, ahora la historia de Mendoza tomó cuerpo con Laura y el actor mexicano Vadhir Derbéz, en una trama que tiene humor, amor, comedia, desencuentros y hasta drama.
'Yo no soy Mendoza' sigue la Julián García, un cobrador de deudas que termina secuestrado y debe tomar la identidad de un empresario llamado Esteban Mendoza y con un halo complicado a su alrededor y lucha por equilibrar su verdadera identidad con su nueva realidad, pronto descubre que las batallas más importantes de la vida no se libran por poder o dinero, sino por amor.
En esa trama Laura Londoño asume el papel de Laura Santander, la pareja forzada del falso Esteban y que termina también arrastrada al peligroso ámbito que rodea al protagonista, quien descubre que la vida es frágil y que el amor puede renacer en los contextos más inesperados. Precisamente la actriz habló de esta serie, que ya se puede ver en Netflix.
¿Cree que hay un halo emocional al ser una idea de Fernando Gaitán?
Sin duda es como una presencia que nos ha acompaña desde el inicio, todos los trabajos merecen un respeto, pero es cierto que le da un grado extra, porque Fernando era una persona muy querida por su trabajo, él siempre fue muy especial conmigo, era de los que metía las manos por mí, voto por ella y siempre fue muy bonito y amoroso en el tema laboral, incluso cuando hice café estaba muy feliz porque sabia el que estaba muy feliz.
Y entonces llegó Yo no soy Mendoza...
Si y eso es como saber que estoy recibiendo todo ese tesoro de él (Gaitán) y hace que uno se pare aún con más respeto, honrarlo e incluso, con mayor agradecimiento por todos los trabajos que hizo y sus historias que siempre caen bien paradas. Que maravilla que tengo yo el privilegio de hacer brillar otra historia.
La receta del melodrama y la comedia viene a jugar en esta serie, algo que siempre tuvo Fernando Gaitán.
A mi me encantó de este proyecto que teníamos un elenco maravilloso, muchos actores de comedia y ese tono que dices para mí era como una comedia negra. Yo me paraba en el set todo el tiempo y era un gran ejercicio no dejarme llevar por el humor de las situaciones que estaba sucediendo alrededor mío porque justo Laura Santander es un personaje por el que pasa todo ese drama, lo que yo tenía que vivir era un sufrimiento en medio de estas situaciones tan cómicas que hacían una mezcla fantástica. Era un juego maravilloso con un tono delirante, pero no es una convención tan cotidiana. Mi personaje era maravilloso, ya que siento que está en unas condiciones tan extremas que tiene derecho y permiso para hace cosas que pueden ser muy cuestionables, pero luego entiendes sus razones.
¿El sueño de casarse con una mujer bella y rica puede ser una pesadilla?
Sí, a Mendoza le toca, está obligado. Sin duda alguna sí está esa contradicción que es interesante y genera mucho juego. Ella tampoco quiere, pero luego no sé, ¿qué es ese enredo?, entonces se tejen estos dos lazos viniendo de polos opuestos en todo. Poco a poco se van alineando en una curva maravillosa y cómo que se transforman mutuamente.
¿Cuál fue el reto en el trayecto de Laura en la serie?
Con ella todo es de vida o muerte, nada es una situación relajada o cotidiana. Pero eso es lo que la hace maravillosa y tengo que saber que está en juego su existencia. Yo no soy Mendoza ha sido un regalo para mi como actriz. En los ensayos pensaba: este es el nivel de energía que hay que tener todo el tiempo, madre mía como va a ser esto; pero empiezas a aprender a sostener esa energía en cada momento, en cada escena.
¿El amor se abre paso a pesar de todo?
Si claro, entre muchas otras cosas, el amor puede surgir entre los lugares más hostiles o como se llama esto, el síndrome de Estocolmo.
Andrés Hoyos Vargas
EL TIEMPO- Impreso