Heidy Sánchez, una cubana de 44 años residente en Tampa, estado de Florida, fue deportada abruptamente a Cuba el jueves 24 de abril, dejando atrás a su hija de un año, ciudadana estadounidense, y a su esposo, Carlos Yuniel Valle.
"Imagínense, le arrancaron a la niña de los brazos de su madre en la oficina de inmigración, los gritos de esa mujer se escuchaban hasta en Cuba", describió Valle, su esposo, refiriéndose a la desesperación de su esposa al ser separada de su hija, quien aún está en período de lactancia y tiene problemas de salud.
Sánchez fue deportada con lo que tenía puesto, su esposo la vio en una videollamada desde La Habana aún con la ropa del centro de detención.
Ahora enfrenta una realidad crítica en la isla, donde escasean alimentos, medicinas y artículos básicos, y los apagones son prolongados.
La pesadilla comenzó el martes 22 de abril, cuando Sánchez acudió a su cita con ICE en Tampa y fue detenida. Su abogada, Claudia Cañizares, junto a la congresista Kathy Castor, intentaron frenar la deportación sin éxito.
"Hicieron todo lo posible para sacarla", afirmó Cañizares, quien denunció que las autoridades no revelaron dónde la tenían retenida, a pesar de saber que tenía una hija pequeña.
En menos de 72 horas, Sánchez fue deportada. Cañizares relató los esfuerzos frenéticos por localizarla, desde buscar en centros de detención en Miami y Broward hasta ir al aeropuerto internacional la mañana del vuelo. "Cuando intenté comunicarme con un supervisor, una agente colgó el teléfono", dijo.
Aunque presentaron una solicitud de suspensión de la deportación por razones humanitarias, ICE alegó que ya había sido expulsada.
Heidy Sánchez, junto a su hija y su esposo. Foto:Facebook @carlosyuniel.valle
La complicada historia de Sánchez como migrante en Estados Unidos
Sánchez llegó a Estados Unidos en 2019, en un momento en que las políticas migratorias para los cubanos ya no eran las mismas que en años anteriores. Dos años antes, el entonces presidente Barack Obama había eliminado la política de "pies secos, pies mojados", que permitía a los cubanos que tocaban suelo estadounidense quedarse y regularizar su estatus, de acuerdo a Miami Herald.
Al cruzar la frontera, la mujer quedó atrapada en el programa "Remain in Mexico" (Permanecer en México), implementado por la primera administración de Trump, que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano hasta su audiencia migratoria. Sin embargo, según relató su esposo, la violencia y el caos en ciudades fronterizas controladas por carteles de droga le impidieron asistir a su segunda audiencia.
"Ella no sabía que, por no presentarse, un juez había emitido una orden de deportación en su contra", explicó su abogada, Cañizares.
Cuando Sánchez intentó ingresar legalmente por un punto de cruce autorizado, las autoridades migratorias la detuvieron. Pasó nueve meses en un centro de detención, pero debido a las dificultades para deportar cubanos en ese momento, ICE la liberó bajo una orden de supervisión conocida como I-220B, que requería chequeos periódicos.
En 2021, Sánchez se casó con Valle, un cubanoestadounidense que llegó al país en 2006 y tiene un negocio de jardinería. Juntos formaron una familia: con sus ahorros, pagaron un costoso tratamiento de fertilización in vitro para tener a su hija, quien nació prematura y ha sufrido convulsiones. Recientemente, incluso habían comprado una casa en Florida, según muestran las publicaciones de Valle en Facebook, donde compartía imágenes de reuniones familiares y celebraciones.
Sánchez, mientras tanto, estudiaba para obtener una licencia como asistente de salud en el hogar, con la esperanza de estabilizar su situación laboral mientras avanzaba su proceso migratorio. "Nunca pensamos que nuestro sueño americano corría peligro", dijo Valle.