De acuerdo con la historia de los devotos católicos, el 25 de febrero de 1858, la joven Santa Bernardita se encontraba en la gruta de Massabielle, Francia, cuando la Virgen María se hizo presente en el lugar, indicándole a la vidente que debía beber y lavarse en el agua de la fuente.
A partir de ese momento, muchas personas alrededor del mundo viajan para conocer el denominado Santuario de Lourdes, con el objetivo de encomendar en oración a los familiares y amigos enfermos.
Uno de los datos que pocos conocen es que, a raíz de la emergencia sanitaria que se vivió a nivel mundial por el COVID-19, el personal del recinto tuvo que revisar minuciosamente los canales y restringir los baños de aquellos que presentaban cualquier tipo de afección en su salud, para evitar la propagación del virus.
Para reemplazar la tradición religiosa llamada el “gesto del agua” y no perder el sentido del acto simbólico, ahora las personas deben lavarse la cara, lavarse las manos y, finalmente, beber el compuesto incoloro.
Por su parte, hay quienes también llegan hasta el recinto sagrado para poder obtener solo un poco del líquido milagroso, que si bien no cuenta con efectos terapéuticos ni medicinales, a lo largo de los años se ha convertido en objeto representativo de fe y esperanza religioso.
En ese sentido, es importante destacar que el agua de la gruta es una sustancia que posee un gran contenido de minerales, por lo que suele ser utilizada para alimentar los diferentes depósitos hídricos del santuario y los 18 canales de la gruta.
A partir de esto, los devotos que se reúnen en torno a la figura de la Virgen para conmemorar su aparición o realizar sus peticiones individuales, tienen la posibilidad de lavarse alguna parte del cuerpo en una de las fuentes que están situadas allí, las cuales representan la cantidad de veces que la Mariana católica ha hecho sus apariciones ante el mundo.
Sin embargo, una de las curiosidades del Santuario de Lourdes es el énfasis que le hacen a los visitantes con relación a la comercialización del agua de la gruta, recordándoles que este tipo de actos están expresamente prohibidos para todos sin excepción alguna.
Además, su creciente popularidad entre los peregrinos se debe a la fama que precede al poderoso líquido, que ha servido de intermediario para la realización de incontables milagros.
Conforme a ello, cada 11 de febrero el santuario logra convocar a una gran cantidad de feligreses que llenos de emoción, celebran en nombre de la Virgen María, esperando que algún día vuelva a aparecer.
¿Quién es la virgen de Fátima? | El Tiempo
STEPHANY GUZMÁN AYALA
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL