Nacieron en el campo y ahí crecieron bajo los cuidados de su abuela y sus tías, su mamá las veía cada cierto tiempo y después no supieron más. Esa es la historia de los primeros años de su vida que recuerdan Estefanía, Eliana y Laura, tres mujeres que, después de 30 años, volvieron a encontrarse con su madre, de quien no tenían más que un par de fotos. Para entonces tenían 6, 4 y 2 años, respectivamente.
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Alba Gallego es su madre, esta semana cumplió 56 años, y –por primera vez en tres décadas- celebró un cumpleaños con sus hijas y, de paso, con sus sobrinos y sus hermanos. De ‘ñapa’ le tenían a sus dos nietos, de quienes ni siquiera conocía la existencia.
Todos le habían perdido el rastro desde que decidió irse a buscar mejores ingresos en fincas de Caldas, de Risaralda y de muchas otras partes de Colombia, donde se dedicaba a recoger café o a apoyar labores de la cocina.
Los primeros años pudo saber de ellas y de su madre, quien murió esperando verla de nuevo. Después, la familia se mudó del municipio de La Pintada (Antioquia) y desde entonces doña Alba no supo más de su familia ni viceversa.
Esta celebración se postergó varios años, pues, aunque sus hijas llevaban mucho tiempo buscándola, no lo habían logrado. Viven en la zona rural de diferentes municipios de Antioquia y no tenían ni los recursos ni las herramientas para hacerlo.
El reencuentro fue gracias a la patrullera Eliana Arroyave, a quien una de las hijas llegó por azares del destino y quien se encargó de buscar si en alguna parte de Marmato (Caldas) vivía una señora Alba, de ojos claros, de cabello negro, no muy alta y que tuviera tres hijas a las que no viera hace años.
A finales de septiembre, la uniformada empezó una búsqueda a través de redes sociales, grupos de WhatsApp y reuniones comunitarias en Marmato, donde existía la posibilidad de que Alba residiera, según le contaron sus hijas.
“Un día, un señor me dijo que había una señora Alba en una finca de la vereda Manzanillal que podía ser a quien se buscaba. Fui, vi que se parecía a la descripción que me habían dado y la entrevisté. Me contó detalles que confirmaron que era ella”, contó la patrullera.
Doña Alba había llegado a Marmato hace cinco años después de haber perdido a su pareja. Allí, una familia la acogió y le ha permitido mejores condiciones de vida.
Reencuentro para actualizar el álbum
Luego de confirmar que era Alba, la Policía en Caldas decidió no solo hacer posible el encuentro, sino cumplir un deseo de sus hijas, celebrarle el cumpleaños. Así, organizaron una fiesta con música, globos y torta.
“Estamos muy felices de encontrar a nuestra mamá después de tanto tiempo. Entendimos hace años que ella se fue porque tenía que buscar mejores cosas para todos y queríamos verla de nuevo. Es muy emocionante poder pensar que vamos a tener una Navidad con ella”, expresó Estefanía Diosa, quien dejó de verla cuando tenía 4 años.
El hermano de doña Alba, Gilberto Gallego, también celebró. Para él su hermana podía estar muerta. “En 70 años que tengo de vida es primera vez que me enfrento a algo tan bello. Nunca nos esperamos esto, la dábamos hasta por muerta. Hoy le agradezco a Dios porque usó a la Policía para que pudiéramos encontrarnos”, dijo.
Mientras tanto, doña Alba le agradeció a la patrullera por “saber hacer todas esas cosas” que le permitieron reencontrarse con sus hijas. “Yo estaba cansada de buscarla, pero por ella estoy aquí llorando de la felicidad”.
La comandante de la Policía en Caldas, coronel Liliana Falla, afirmó que este tipo de acciones muestran que la institución no solo se encarga de la seguridad, sino que su misión también es apoyar la construcción de tejido social, impactando la vida de las comunidades.
LAURA USMA CARDONA
Corresponsal de EL TIEMPO en Eje Cafetero