La historia de Esmeralda (Marcela Mar), una mujer que, tras vivir una tragedia familiar, se obsesiona con desentrañar las verdades que envuelven a La Alameda, la comunidad minera donde vive, es el hilo conductor de 'UNO'.
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La ópera prima de Julio César Gaviria es un thriller psicológico y de acción, en el que presenta un retrato crudo sobre la minería en Colombia. Se llama UNO porque el hilo narrativo se sostiene sobre un solo personaje, en este caso interpretado por Marcela Mar.
Cuando Julio César concibió UNO sabía que quería contar un thriller sobre una tragedia familiar encabezada por una mujer. No fue sino hasta entregar el primer borrador de la historia que sintió que faltaba un elemento que fuera colombiano, pero que a la vez tuviera matices internacionales.
"Nos llegó una investigación increíble acerca de la minería de oro, entonces intentamos meter esa temática que no es exclusiva de Colombia, porque pasa en muchos países de Latinoamérica e incluso en África, y fue ahí como las dos cosas empezaron a conversar de una manera perfecta, en mi opinión".
El realizador cuenta con más de 15 años de experiencia en la industria audiovisual como productor y director de cortos, comerciales y videos musicales. Para esta historia se encontró con el reto de crear desde cero el pueblo en el que suceden los hechos.
"La Alameda es ese hermoso pero desigual pueblo que retrata la innegable realidad de nuestra Latinoamérica, un pequeño rincón de un país rico en recursos naturales y que naufraga en injusticias, ambiciones y sufrimiento”, dijo el director, que tomó como locaciones a El Peñol, Guatapé, Marinilla y Tarazá.
La película fue producida por Clover Studios, del reconocido Simón Brand y su socia Laura Franco Franco, y contó con la participación el reconocido diseñador de sonido de la serie Game of Thrones, Matt Waters.
Julio César decidió que todo el peso de la narrativa residiera en Esmeralda. Ha querido que su sello cinematográfico sea UNO, narrada desde un solo punto de pista. Después llegará DOS, sostenida por dos personajes y así sucesivamente...
Así que Marcela Mar lleva sobre sus hombros el hilo de esta historia, que enmarca su inmersión en el cine, después de haber destacado en el teatro y la televisión. EL TIEMPO conversó con la actriz acerca de las exigencias de encarnar a Esmeralda, la mujer que pierde a su familia y descubre los secretos más oscuros dentro de la minería.
¿Qué pensó después de leer el guion que la hizo aceptar este papel?
Me cautivó el hecho de que la voz principal era esta mujer (Esmeralda) y sentí qué era un gran reto y un honor que Julio César pensara en mí. Él me ofreció el personaje dos años antes de empezar a rodar y yo me sentí honrada de que un guionista como Julián Ospina hubiera escrito un personaje tan rico y con tanta sustancia. No es usual en nuestra industria encontrar personajes femeninos que lleven esa voz principal de la historia.
¿Cómo afrontó la responsabilidad de encarnar a Esmeralda?
Julio César y yo tuvimos una comunicación muy cercana. Él me pidió ser muy minuciosa con las devoluciones que le hiciera del guion y eso era algo que yo nunca había hecho porque no tenía ninguna injerencia en los guiones. Un guion es un elemento que está vivo y Julio César fue muy generoso y recibió todos mis comentarios. Luego cuando llega Juan Pablo (Barrientos), hace lo mismo y las anotaciones de él y las mías coincidían en muchas de las cosas. Julio César tomó todo eso y nos devolvió un guion en el que se incluía lo que habíamos comentado.
¿Cómo trasladar de entrada el intenso dolor y a la vez la intriga de Esmeralda?
Creo que es entender la naturaleza del personaje. Esmeralda es una mujer que cree en la gente, que tiene buenas intenciones. Es una mujer que le apostó a ese matrimonio porque creyó que iba a tener una familia hermosa. Entonces es importante que la inocencia de ella esté porque somos inocentes hasta que descubrimos la verdad. Creo que este personaje transita por el duelo, pero también está transitando por esa búsqueda de la verdad.
Sin embargo en esta historia se nos presenta al personaje en ese transito, lo poco que conocemos de su pasado nos llega por memorias, ¿cómo era antes de la tragedia?
El trabajo que empecé junto a Victoria Hernández (su coach en el proceso) antes de rodar partía desde ahí, su pasado y la felicidad de la ilusión. Uno se imagina la vida cotidiana de Esmeralda, las cosas que la llevaron a irse a vivir a ese lugar. Eso nos dio pie para pensar que era una mujer que tenía como prioridad a su familia. Creemos que su gran ilusión era ser mamá. Es interesante porque para actuar esa perdida toca construir el afecto que le antecedió.
¿Cómo lo construyó?
Yo me enfoqué en construir un amor muy grande por ese hijo. Para Esmeralda el centro de su vida era su hijo, entonces lo pude abordar desde ese amor. Para mí fueron muy importante los encuentros con Pierre Joel, el actor que interpreta al niño, entonces cada ocasión tenía mucha ternura... yo siempre le llevaba un cuento para buscar relacionarme con él y construir memorias sensoriales que me iban a servir al momento de actuar esas escenas de pérdida.
Era doloroso. En el set lloraron conmigo varios de los chicos que estaban. Por ejemplo, Pablo Gallo (Director de Fotografía) hacía la cámara y, como yo estoy en todas las escenas, él está conmigo todo el tiempo. Es un tipo muy tímido, callado, en el set es un ser muy mágico y no sabes cómo lloraba y al final me abrazó y me dijo: Marce lloré contigo, o sea, lloré con Esmeralda toda la película.
¿Cómo se diferencia este rol a los demás que ha hecho en televisión y teatro?
El teatro me ha dado expansión, rigor y rango emocional, pero son medios muy distintos el teatro y el cine. Creo que es muy difícil hacer teatro, pero este proyecto ha sido el más retador de mi carrera audiovisual hasta el momento porque yo tengo que sostener la historia y estoy en todas las escenas del guion. Entonces el compromiso es que ese personaje sea sólido, consistente, creíble y que lleve ese hilo narrativo sin caerse.
¿En algún momento sintieron que la temática de la película los dirigía a un público netamente nacional?
Creo que es un tema que abarca a todo Latinoamérica. Además, el hecho de que hayan actores que hablen en inglés hace que la película se vuelva internacional. Los países que hablan en inglés están retratados de una manera diferente como estamos acostumbrados a verlos, entonces es interesante ver ese cambio de paradigma de cómo vemos a los extranjeros.
Después de ver la película, ¿qué detalles que no hacían parte de su trabajo la impresionaron?
Algunas decisiones de montaje. Es muy interesante porque cuando yo leía el guion sentía que había más drama que thriller, ahora siento que la película es mucho más thriller que de drama y me gusta eso. Me parece que es una decisión acertada porque te tiene todo el tiempo en tensión y eso aliviana ese duelo por el que ella pasa.
Esas decisiones también pasan por haberla elegido como único hilo narrativo...
Julio tenía claro eso desde el principio. El dijo: Esta película se va a llamar UNO porque la lleva un personaje y es mi primera, la siguiente se va a llamar DOS y va con esos personajes y así sucesivamente... y yo le decía que la gente se iba a cansar de verme a mi en pantalla pero él tenía muy claras sus herramientas y que algunos personajes no se reconocieran o se fueran descubriendo con el tiempo. Aquí la revelación es Julio como director. Juan Pablo y yo ya teníamos experiencia, pero Julio hizo un gran trabajo en la forma de pensar la película y es un director que ama y defiende a los actores y es la revelación del trabajo.
Finalmente, ¿cuál fue el momento más exigente para usted durante la grabación?
La escena que grabamos en el embalse de Guatapé en el bote. Fue un día muy complejo de rodaje porque estaba lloviendo, hubo tormenta eléctrica, emocionalmente era demasiado intenso y había muy poco tiempo. Luego verlo en pantalla es otra cosa, pero no hagamos 'spoiler'.
JUAN JOSÉ RÍOS ARBELÁEZ
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO