El 19 de septiembre llegó a Netflix Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez, la producción que revive la historia de los hermanos parricidas que fueron condenados a cadena perpetua en los Estados Unidos. Tras el éxito arrasador de esta serie, el gigante de streaming estrenó hace unos días un documental que cuenta con entrevistas que los protagonistas dieron desde la cárcel y que ya se ha vuelto viral.
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En 1989, los hermanos descargaron una gran cantidad de disparos contra sus padres, José y Kitty Menéndez, quienes quedaron tendidos sobre el sillón de su lujosa mansión de Beverly Hills. El caso conmocionó a la opinión pública estadounidense y rápidamente llegó a las portadas de los principales medios del mundo.
En la producción de Netflix quienes dan vida a los hermanos son Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch, mientras que Javier Bardem se pone en la piel de José Menéndez y Chloë Sevigny en la de Mary Louise “Kitty”.
Ahora, quienes quieran conocer un poco más del caso tendrán la posibilidad de hacerlo porque Netflix anunció que desde el 7 de octubre está disponible en su catálogo el documental The Menéndez Brothers y que ya ha captado la atención del público. Allí, Lyle y Erik contarán, en primera persona, cómo fueron los días previos y el momento en el que tomaron la decisión de asesinar a sangre fría a sus padres. La producción está dirigido por el argentino Alejandro Hartmann.
En el tráiler estrenado el 23 de septiembre se escuchan las voces de los protagonistas desde la prisión. “Todo el mundo pregunta ¿por qué matamos a nuestros padres?”, dice Lyle mientras aparecen imágenes que hacen referencia al parricidio. Erik también accedió a participar del documental mediante audios. “Lo que pasó esa noche es muy conocido, pero hay mucho que no se ha contado”, manifestó. Para sumar más expectativa, en el adelanto precisan que esta es la primera vez que los hermanos hablan públicamente en 30 años.
La historia de los hermanos Lyle y Erik Menéndez
El 20 de marzo de 1989, José Menéndez, un alto ejecutivo de la industria musical, y su esposa, fueron acribillados a tiros en su mansión de Beverly Hills. Sus hijos, Erik y Lyle -que tenían entonces 18 y 21 años- llamaron al día siguiente a la Policía y les aseguraron que habían encontrado muertos a sus padres al llegar a casa. Al principio las autoridades investigaron grupos mafiosos y otras personas cercanas a la familia como posibles autores del crimen. Pese a eso, los hermanos estuvieron en la mira desde un primer momento, entre otras cosas, por la lujosa vida que comenzaron a llevar tras la muerte de sus progenitores.
Erik Menéndez fue quien le confesó a su psicólogo, el doctor Jerome Oziel, que él y su hermano habían asesinado a sus padres. Aunque existía un secreto profesional de no revelar las declaraciones, el especialista grabó las sesiones y fue su amante quien le relató a la Policía el contenido de las cintas. En 1990, los dos jóvenes fueron arrestados.
Durante el juicio, Erik y Lyle reconocieron frente al jurado haber asesinado a sus padres y alegaron que lo hicieron “en defensa propia” por los supuestos abusos sexuales, psicológicos y físicos a los que los sometía su padre desde que eran pequeños. Familiares y amigos corroboraron su versión al describir a José como un hombre controlador que tenía sometida a su familia. Pero, para la fiscalía, los hermanos cometieron el asesinato de forma fría y premeditada para heredar una suma millonaria de sus padres. Al no lograr un acuerdo sobre el veredicto, el primer juicio se declaró nulo.
En un segundo juicio, los acusados solo contaron con sus propios testimonios para su defensa y el juez descartó la posibilidad de declarar a los hermanos culpables de homicidio involuntario en base en los supuestos abusos que sufrieron, con lo cual dejó al jurado con solo dos opciones: condenarlos por asesinato o declararlos inocentes y dejarlos en libertad.
El 18 de abril de 1996, Lyle y Erik Menéndez fueron condenados por asesinato y recibieron cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Estuvieron recluidos en cárceles separadas durante 22 años hasta que en 2018 se volvieron a ver las caras en la instalación correccional RJ Donovan de San Diego, en California.
LA NACION