Sicarios asesinan a tres miembros de una familia en menos de 24 horas, incluyendo a dos tras el sepelio de su hermano

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El municipio de Fundación, Magdalena, está sumido en una profunda conmoción luego de que tres miembros de la misma familia fueran asesinados en menos de 24 horas en dos ataques perpetrados por sicarios.

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El primer hecho de sangre ocurrió el viernes, cuando Julio César Berrío Duque, comerciante de 52 años conocido como "El Mocho Berrío", fue emboscado y asesinado junto a su escolta, Renzo José González Fuenmayor, un venezolano de 30 años.

Ambos fueron sorprendidos a las afueras de una finca en el municipio de Pivijay y acribillados sin piedad. Julio César y su escolta por la cantidad de disparos que recibieron murieron en el acto.

Sin embargo, el horror no terminó ahí. Al día siguiente, durante el sepelio de Julio César en Fundación, la violencia volvió a golpear. Su hermano, Carlos Julio Berrío, y su cuñada, Danni Balzeiro, se dirigían a casa después de darle el último adiós cuando sicarios los emboscaron en plena carretera.

El ataque fue feroz y dirigido específicamente hacia Carlos Julio, quien recibió múltiples disparos y murió al instante. Su copiloto Danni Balzeiro alcanzada por un disparo en el abdomen, fue trasladada a un hospital, pero las heridas fueron mortales. Falleció poco después, sellando un fin trágico para una familia ya destrozada por el dolor. La tragedia pudo ser peor, pues según allegados a última hora, dos niños que se desplazarían en ese mismo carro, finalmente lo hicieron en otro vehículo de la familia.

Las autoridades han confirmado que los dos ataques están conectados, sugiriendo un ajuste de cuentas que habría puesto en la mira a los hermanos Berrío. Sin embargo, Danni Balzeiro, según las primeras investigaciones, parece haber sido una víctima colateral de esta cadena de violencia que ha dejado a Fundación sumida en el terror.

Ahora esta familia en Fundación vive el duelo y el miedo, esperando que las autoridades den con los responsables de esta masacre que ha dejado un rastro de sangre y tristeza.

Roger Urieles

Especial para EL TIEMPO

Santa Marta