Esta es la historia de un rebelde que tiene mundos imaginarios a donde quiere llegar y todo lo que se le interponga en su camino se convertirá en su enemigo. Una épica del hombre macho solitario en la transformación de la sociedad. Una especie de Robin Hood. Pero este héroe épico no sabe cómo hacer su misión, y solo lo deja en lo retórico. Esa es su tragedia. Quiere, pero no sabe; busca, pero se pierde. Entonces, su estar en el mundo es un show retórico de frases, dichos, discursos, insultos, ideas para mantener entretenidos a los medios. Así que termina siendo no una épica, tampoco una tragedia, solo una mala comedia que ya no da risa. Eso sí, este es un gran show para periodistas sin reportería, pero con gran dosis de opinión.
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Y el rating no miente. El rating Colombia del miércoles 11 de Junio dice que Yo me llamo (Caracol), 22,3; Alocución presidencial (Caracol), 14,4; Noticias Caracol 12:30 (Caracol), 14. El gobernante en su tragicomedia se hace show para joder a Caracol y RCN. Ni se oye, ni se ve, se lo odia por joder la relación del ver tele. Un decir inútil. Un señor que habla y habla, y solo los periodistas le oyen algo.
Un presidente se elige para gobernar, crear comunidad nacional, un proyecto de hegemonía política. Pero Petro decidió no gobernar y ser la noticia, el show, el celebrity. Y lo logra: tuitea sin descanso y emite en vivo y en directo. Los periodistas viven felices porque Petro les da para hablar.
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Caracol y RCN pierden porque se entromete y apaga televisores, y todo para darse el regusto retórico de su yo mientras los canales pierden pauta publicitaria.
Petro pierde porque se ve como un ególatra que se quiere ver en su espejo: se automira hablando, y se dice: soy genial, brillante. Le gusta poner a hablar a periodistas y opinadores de sus ocurrencias, generar noticias de escándalo, llenarse de enemigos y villanos. Se ufana de tener ocupados a los periodistas. Y sonríe. Los jodí, concluye.
Y la verdad es un gran show televisivo. Los periodistas se convierten en eufóricos ignorantes que caen en el show Petro. Nada es real, todo es espectáculo, pierde la democracia, se diluye el periodismo y “Petrosky” sigue en su despilfarro de gobernar.
Petro deja de gobernar para procrastinar, o sea posponer o retrasar gobernar. Malgasta su rol protagónico de ser presidente.
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Petro vive tan pendiente de su show que parece gastar su tiempo preparando sus tuits para poner a echar carreta a los periodistas. Estos tuits son ideas desesperadas e inútiles, o insultos soeces. Su reino es el adjetivo, su derrota es su inacción. Su éxito es que es el único tema, ya que su ego llena todos los medios. Y de gobernar, nada.
Su yo expuesto da para todo.
El show de Petro es tan poderoso que sirve hasta para escribir esta inútil opinión.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de TV
orincon61@hotmail.com