A los 31 años, Hazel se enfrentó a un diagnóstico que transformó su vida: fibrosis hepática severa, resultado del consumo de alcohol en eventos sociales.
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Este daño, que implicaba una cicatrización avanzada de su hígado, podría haber evolucionado a cirrosis y puesto en grave peligro su salud. Todo esto ocurrió a pesar de que ella solo se consideraba una bebedora social.
¿Qué significa ser un bebedor social?
El consumo de alcohol en contextos sociales, como reuniones, fiestas o eventos, caracteriza al bebedor social. Aunque no implica beber diariamente o en solitario, esta práctica puede tener consecuencias severas si se superan los límites recomendados. A menudo, las personas no perciben este patrón como riesgoso, pero sus efectos en el organismo pueden ser igual de perjudiciales que los de otros hábitos de consumo.
“Quedé impactada porque no bebía todos los días”, explicó Hazel en un relato compartido con la 'BBC'. “Nunca bebí a solas y cuando bebía lo hacía como una actividad social que disfrutaba, no porque sintiera que dependía del alcohol”. Desde su perspectiva, su consumo era normal, pues veía que muchos a su alrededor seguían patrones similares.
Sin embargo, su ingesta ocasionalmente excedía las seis unidades de alcohol en una ocasión, lo que equivale a dos copas grandes de vino, una cantidad considerada excesiva según criterios médicos.
Riesgos del 'binge drinking' y su impacto en el hígado
El comportamiento que Hazel describe se conoce como 'binge drinking' o consumo excesivo episódico. Este patrón, que se caracteriza por ingerir grandes cantidades de alcohol en un corto periodo, resulta particularmente dañino para el hígado. Estudios revelan que es más nocivo que distribuir el consumo en intervalos prolongados. Hazel subraya que muchas personas desconocen cuánto alcohol es perjudicial ni cómo afecta al cuerpo con el tiempo.
Según el Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y Alcoholismo, el binge drinking eleva el nivel de alcohol en la sangre a 0.08 gramos por decilitro o más. Esto ocurre cuando una mujer consume cuatro o más bebidas, o un hombre ingiere cinco o más, en un lapso inferior a dos horas. En jóvenes, los límites son aún menores: tres bebidas para mujeres y de tres a cinco para hombres, dependiendo de su tamaño y edad.
El diagnóstico de fibrosis hepática avanzada
Hazel buscó ayuda médica debido a un cansancio extremo, lo que derivó en análisis de sangre y estudios especializados en su hígado. Los resultados mostraron fibrosis avanzada, una condición que, de no haber sido detectada, podría haberle costado la vida. Según Mayo Clinic, la fibrosis hepática es una respuesta a daños crónicos en el hígado y, aunque suele ser asintomática, puede provocar complicaciones graves como hipertensión portal o cirrosis.
Gracias a una detección temprana y un año completo de abstinencia, Hazel consiguió revertir su fibrosis. Este logro fue confirmado mediante elastografía, una técnica que mide la rigidez hepática. No obstante, este proceso de recuperación implicó cambios significativos en su estilo de vida. Ella reconoce que dejar el alcohol no fue sencillo, especialmente ante la presión social y la normalización del consumo en eventos como bodas, funerales o cumpleaños.
El impacto cultural del consumo de alcohol
El caso de Hazel es un reflejo de un problema más amplio. En el Reino Unido, las muertes vinculadas al consumo de alcohol han alcanzado niveles históricos desde 2001. Aunque los hombres mayores son los más afectados, las mujeres jóvenes también enfrentan un aumento en enfermedades hepáticas. La hepatóloga Debbie Shawcross advierte que muchas mujeres profesionales con familias jóvenes desarrollan problemas hepáticos graves sin ser alcohólicas, debido a patrones de consumo perjudiciales.
Por su parte, Hazel menciona investigaciones como las de Fiona Measham, que destacan cómo la industria del alcohol ha dirigido estrategias de marketing hacia las mujeres desde los años 90. Bebidas como el vino o el prosecco han sido asociadas con conceptos de empoderamiento y cuidado personal, lo que contribuye a una percepción positiva del consumo.
Hazel concluye que su historia debe ser una advertencia para otros. Aunque logró revertir su condición, recalca que la ausencia de síntomas iniciales convierte a las enfermedades hepáticas en un enemigo silencioso.
GABRIELA CASTILLO
El Universal (México) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de El Universal, y contó con la revisión de un periodista y un editor.