Semana del Gran Caribe: la hoja de ruta para unir a los países de la cuenca

hace 1 día 47

Treinta años después, Cartagena de Indias (Colombia) volvió a ser sede de una cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC). Esta semana, del 26 al 30 de mayo, se llevó a cabo la Semana del Gran Caribe, en la que se celebró la cumbre ministerial y presidencial de los países miembros de la AEC. Colombia recibió esta serie de eventos al haber ostentado la presidencia pro tempore durante un año y que este viernes le entregó al presidente de Panamá, José Raúl Mulino.

El regreso a la ciudad amurallada, donde se lanzó oficialmente el bloque en 1994, sirvió para hacer un corte de cuentas de lo que se ha hecho en tres décadas. Se tuvieron muy presentes los objetivos fundacionales de la Asociación: unir a los países de la cuenca en un solo bloque para la preservación del mar Caribe, crear un espacio económico común y buscar el desarrollo sustentable de sus miembros.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada. Foto:Cancillería

Al revisar lo hecho, la AEC tiene deudas pendientes, como lo reconoce su secretaria general, la embajadora Noemí Espinosa Madrid, quien llegó al cargo a comienzos del 2025. La construcción del espacio común no se ha logrado y, por ende, el resto de objetivos tampoco ha tenido buen término. “No hay suficiente articulación o integración. Tanto los partidos del Caribe anglófono como los países caribeños de habla hispana no se ven como los socios que son. No se ha podido aprovechar el espacio”, dijo Espinosa Madrid en diálogo con EL TIEMPO.

En tres décadas no hubo tanto énfasis en lograr esa cohesión regional, pero ahora hay una preocupación por retomar el rumbo ante una realidad incierta, como lo expresaron los varios expositores y diplomáticos que intervinieron en la cumbre. La crisis reputacional de los entes multilaterales, demostrada en la poca acción en conflictos como el de Ucrania o Gaza, se ha visto acentuada por un gobierno de Estados Unidos que decidió hacer un profundo recorte a los recursos destinados para la cooperación, siendo este país el que más dinero daba para estas actividades. También está lo que la Comisión Económica para América Latina (Cepal) ha denominado las trampas del desarrollo. “El Caribe está en las tres trampas del desarrollo: bajo crecimiento y baja capacidad de crecer, baja movilidad social y baja capacidad institucional. El crecimiento está por debajo del uno por ciento en la última década”, diagnosticó Ángela María Penagos, jefa de la oficina de la Cepal en Bogotá.

Ante ese panorama mundial, la Asociación de Estados del Caribe busca mostrarse como alternativa que brinde soluciones eficaces a la incertidumbre mundial. Así lo dice su secretaria general: “Siempre he dicho que esta asociación era una buena idea hace 30 años, ahora es una necesidad absoluta. Justo cuando otros países del norte están cerrando las puertas, nosotros como países caribeños debemos posicionarnos con nuestra soberanía propia y ser nosotros mismos los que solucionemos nuestros problemas”.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada. Foto:Cancillería

En su aniversario número 30, la AEC busca revitalizarse y hacerse relevante para sus 25 Estados miembros y 13 asociados. Es una especie de relanzamiento que ha tenido como enfoque cinco ejes fundamentales: cambio climático (con un enfoque de preservación del mar Caribe); la mitigación del riesgo; cooperación sur-sur; transporte y comercio; y cultura, turismo sostenible y patrimonio.

Precisamente la Semana del Gran Caribe fue el escenario de discusión de estos ejes que buscan servir para unir a toda la cuenca del Caribe como un bloque cohesionado que responde a los retos de un panorama global lleno de incógnitas. Estas son algunas de las formas que se han planteado para lograr una mayor unidad caribeña

Cambio climático

Los 2’754.000 km2 de extensión del Caribe son una de las áreas de mayor biodiversidad del mundo: arrecifes, manglares, bosques secos, bosques húmedos tropicales son tan solo algunos de los ejemplos de la variabilidad ecosistémica de esta zona del Atlántico. Como señala Felippe Ramos, consultor de Cooperación y Movilización de Recursos de la AEC, la Asociación “se lanzó en 1994 con una misión de proteger el gran Caribe, desde su fundación es un mandato”. Ahora el tema es de mayor relevancia, indicó el experto, pues el cambio climático ha aumentado el deterioro ambiental de la cuenca, por eso debe ser este tema uno de los primeros ejes para agrupar a los países caribeños.

Pero esta preservación ambiental no puede ser como se ha llevado a cabo hasta el momento, que se ha percibido como contrario al desarrollo económico de las poblaciones. De acuerdo con Penagos, la experta de la Cepal, “lo más importante es reconocer la dependencia económica de América Latina en la naturaleza”. Esto implica cambiar la mirada extractivista y que los países del bloque comiencen a ver la naturaleza “como un capital que tenemos que regenerar y cuidar, de eso depende nuestra capacidad de resiliencia y enfrentar las crisis e incertidumbre que se está dando en el mundo”.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada.

La canciller Laura Sarabia reemplazó al presidente Petro en los actos de la jornada. Foto:Cancillería

En ese mismo camino de cambiar el discurso, Epsy Campbell, exvicepresidenta de Costa Rica, le comentó a EL TIEMPO que históricamente se ha centrado la mirada en el Caribe como “países vulnerables al cambio climático”. Aunque es correcta esa aproximación, la considera incompleta, pues se terminan viendo a las poblaciones como beneficiarias de la acción climática, como un sujeto pasivo y no como actores con voz y decisión.

“Hay una necesidad de cambiar la perspectiva y fijar una hoja de ruta en temas en común. Un agenda de cooperación entre los Estados”, señaló Campbell, quien apuntó que el asunto debe abordarse es en foros multilaterales, como la AEC, pues temas como la reserva Seaflower, en medio del diferendo limítrofe entre Colombia y Nicaragua, demuestran que “no hay que seguir haciendo lo que no está dando resultado. El interés es proteger y el multilateralismo ahí es una herramienta importante”.

En ese sentido, explicó que otro de los cambios debe ir enfocado en ser incluyentes con las comunidades, que son las que realmente saben de sus territorios, y debe buscarse “una nueva ética que coloque en el centro la corresponsabilidad, reparación e impacto”. Con esta base, se pueden comenzar a buscar estrategias como el canje de deuda por acción climática, propuesta que llevó Colombia al foro y que ha mostrado en otros espacios. También se deben mantener otras acciones conjuntos que ya se vienen adelantando, como es el programa para erradicar el sargazo de las costas y aprovecharlo de manera industrial, uno de los programas banderas de la AEC.

Mitigación del riesgo

Históricamente el Caribe ha sido epicentro de desastres naturales por el tema meteorológico propio de la cuenca. A esto hay que sumarle que buena parte de los países son islas que tienen mayores vulnerabilidades a fenómenos como los huracanes. De ahí viene la necesidad de articulación para mitigar los riesgos y responder a los desastres en la cuenca, pero ahora ha tomado una mayor relevancia por el el cambio climático.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe. Foto:Cancillería

De acuerdo con cifras del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), entre 1998 y 2020 las acciones relacionadas con hechos meteorológicos, agravados por el cambio climático, causaron más de 312.000 muertes y afectaron a más de 277 millones de personas en América Latina y el Caribe. Lo que demuestra la necesidad de la región de estar preparada ante las posibles emergencias.

“Quienes sufren las consecuencias del cambio climático son los que pueden hablar. Si hubo una razón para crear la AEC fue esta, ahora toca aprovecharla y potenciarla y hacerla más pertinente. Más propositiva y pertinente. Que nuestra secretaría general sea más eficiente”, dijo Francisco Gutiérrez, director de Mecanismos de Concertación e Integración Regionales de la Cancillería, en una de las discusiones de la Semana del Gran Caribe.

Uno de los grandes reparos que se ha tenido históricamente para hablar de mitigación del riesgo es el costo, un argumento con el que no está de acuerdo Kamal Kishore, representante especial de la Naciones Unidas para la reducción del desastre: “Cada dólar que se invierte en prevención es un ahorro de cuatro dólares al momento”.

Con esta premisa, los expertos señalaron que los países de la cuenca caribeña deben enfocarse en articularse “y hablar un mismo idioma” en sus entidades para la prevención del riesgo. Es decir, deben compartirse datos y tener criterios comunes que permitan manejar un mínimo de información para que los países estén preparados ante hechos naturales.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe. Foto:Cancillería

“Necesitamos herramientas y proyectos que faciliten la toma de decisiones y el intercambio de datos. Sistemas de alerta temprana en todo el Caribe”, explicó Víctor Hugo Morales, embajador de México ante Trinidad y Tobago y representante permanente ante la AEC. Uno de los ejemplos que se dio fue que en el seguimiento de huracanes cada país tiene una metodología en sus oficinas meteorológicas y los datos a veces no permiten hacer un correcto estudio de las trayectorias e intensidades.

“Nos falta dialogar mucho en el sistema de alerta temprana y nos faltan proyectos grandes que nos lleven a homologar estos sistemas. Debemos tener los mismos estándares y que no sean solo nacionales”, concluyó Morales.

Cooperación sur-sur

Los dos aspectos anteriores sin duda dependen en gran parte de lo que se ha llamado la cooperación sur-sur. Ante el difícil panorama por el recorte de recursos de los Estados Unidos, el Caribe debe ver hacia sí mismo. Como se expuso en uno de los foros, al disminuir el origen oficial de los recursos, se deben “fortalecer las capacidades de las entidades vinculadas al Gran Caribe”.

“Oportunidad para que nosotros nos despertemos para trabajar juntos y no depender del país al norte”, explicó la secretaria general, la embajadora Noemí Espinosa Madrid. Sin embargo, se aclaró que esto no puede hacerse a la manera de las potencias, esta debe seguir un principio de igualdad y no de subordinación.

Para Nancy Ramírez, directora de cooperación Internacional de Guatemala, deben primar los siguientes postulados: “Solidaridad, no condicionalidad, beneficio mutuo, y horizontalidad”. El principio rector debe ser, de acuerdo con Ramírez, “una convicción profunda de que los países en desarrollo deben decidir y conducir sus propias estrategias”.(Además: 

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe. Foto:Cancillería

En esa línea, los países del Caribe deberían unirse y compartir sus propias experiencias en las distintas áreas de la cooperación. Para ello debe hacerse un examen interno de buenas prácticas que merecen ser compartidas con la región y esquematizarlas. Sobre esto se refirió en una de las conferencias María Eugenia Pino, directora de Organismos y Conferencias Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá: “Tener un mapeo y un orden sistemático para saber cuáles países pueden brindar esa cooperación. Los países deben apropiarse de su cooperación”.

Según Felippe Ramos, en la cooperación sur-sur que debe desarrollarse en el Caribe debe entenderse que cada país tiene un rol dual: tanto receptor de cooperación como dador de esta. “Ofertar en temas de recursos naturales los países grandes, pero los pequeños pueden ofrecer posiciones estratégicas. Cada país puede aportar basado en el principio de solidaridad. La importancia del acercamiento para que los países se desarrollen”, explicó.

Transporte y comercio

Otro de los ejes de discusión fue la necesidad de una mayor conexión de la cuenca en temas de transporte y comercio, pues está la dificultad geográfica de la región, pero al mismo tiempo está la falta de voluntad política. Así lo expuso la canciller colombiana, Laura Sarabia, en diálogo con EL TIEMPO. “Hay cosas que no tienen lógica, como que el ministro de Relaciones Exteriores de Santa Lucía para venir a Colombia tuvo que viajar a Miami para llegar a Cartagena”, comentó como una de los ejemplos de la necesidad entre los países de la cuenca para interconectarse y no depender de externos.

Sobre este primer punto, Sarabia apuntó que está buscando que Satena inaugure una ruta con Santa Lucía para comenzar a crear conexiones con el Caribe. El vicecanciller de Panamá, Carlos Guevara Mann, también cuestionó el aislamiento que sufren algunos países de la cuenca e incluso elevó la propuesta a que se aproveche a su país como puente. “No solo somos un puente por el canal de Panamá, sino que tenemos un hub de vuelos que es el aeropuerto de Tocumén. Tenemos unas lecciones aprendidas que pueden servir de ejemplo para la región”, explicó el diplomático como una medida temporal mientras que la región se pone de acuerdo para crear rutas internas, un objetivo quedó consignado en la declaración final de la cumbre.

Otras tesis salieron en la búsqueda de unidad comercial. En este caso se ha puesto de presente que los países de la cuenca deben afianzar el comercio a través de interoperabilidad de los sistemas aduaneros. “Las autoridades portuarias y aduaneras no tienen conexión entre ellas. Esa información no se comparte”,dijo William Brown, presidente de la Asociación Marítima del Caribe. Esta sería una forma de ayudar al comercio en la región y al mismo tiempo frenar el contrabando.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe. Foto:Cancillería

Por otro lado, Elisabeth Torres, asesora de la división de comercio y transporte y desarrollo sustentable de la AEC, indicó que el tema también pasa por tener marcos regulatorios estandarizados.

“Cada país es autónomo y de diferentes formas, pero es necesario alinearnos en un lenguaje regulatorio común, sin sobrepasar la autoridad de cada Estado sobre su funcionamiento. La única forma de que exista el comercio es un país receptor y emisor. Un mismo lenguaje entre las partes para que sea una relación de largo plazo”, concluyó.

Cultura, turismo sostenible y patrimonio

Este ha sido uno de los últimos énfasis que ha tomado la AEC en su propuesta de revitalización, como lo ilustra el embajador mexicano, Víctor Hugo Morales: “La cultura no formaba parte de las acciones de Estados del Caribe, pero con la nueva secretaria está tomando forma”. La razón es que en la organización se han dado cuenta de la importancia identitaria como factor de unidad en el Caribe.

María López, exsecretaria de Cultura de Bogotá, lo expuso en diálogo con EL TIEMPO, al advertir que a pesar de la barrera por los múltiples idiomas (español, inglés, francés, creole, entre otros) y los temas geográficos, “si hay algo que une a la región Caribe son temas culturales afines”

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe.

La canciller Laura Sarabia en la cumbre del Gran Caribe. Foto:Cancillería

“Su identidad está constituida por una mezcla con los españoles, de mucha cultura africana y mezcla indígena. Desde ese punto de vista histórico hay una identidad cultural históricamente hablando. De ahí provienen las prácticas culturales y sus manifestaciones”, agregó la experta. De esta forma, planteó que el aspecto cultural puede usarse como una forma de articular las relaciones entre los países caribeños para desarrollar los ítems de integración.

No obstante, va más allá e indicó que esta identidad común incluso es crucial para el desarrollo de un turismo sostenible. Precisamente este debe ser uno de los énfasis que debe primar en la región en las nuevas formas de hacer turismo, pues de otras formas puede ser depredador y nocivo para el medio ambiente, como lo explicó Ángela María Penagos.

“El turismo moverá la economía pero debe ser sostenible, no puede ser en contra de los activos de la naturaleza. No pensamos solo en el turismo mochilero, pero se deben acabar esos proyectos que no tienen en cuenta los manglares y el uso del agua. Si eso sigue, se van a generar desequilibrios”, explicó. Y es que cada eje es interdependiente de los otros cuatro y ninguno puede ir en detrimento de otro para así lograr un bloque caribeño fuerte y capaz de incidir en el sistema internacional.

JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO 

Redacción política 

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