Los recientes debates sobre la canción +57, las derrotas de la Selección Colombia y la sanción a Edwin Cardona al besar el escudo de Atlético Nacional durante el partido contra Independiente Medellín muestran el verdadero +57 de los colombianos, el ADN: el extremismo, combinado con moralismo.
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Desde un pedestal de arena, un día son expertos en música, al otro en fútbol y horas después en política y así transcurren las semanas, entre escándalos de redes sociales, donde dicen que hay que tirar a la hoguera a Karol G, a Luis Díaz o Jhon Córdoba tras fallar un gol cantado en la derrota 0-1 contra Ecuador. Lo que sí deben tener claro los opinadores es que están en todo el derecho de hacerlo, pero no todas las opiniones son respetables. Hay una gran diferencia.
Hace solo mes y medio, la Selección Colombia, para muchos, ya era candidata a ganar el Mundial del 2026, cuando nunca ha llegado ni a semifinales de esa competencia, pero perdió contra Uruguay en el último minuto y empezaron a cuestionar la mentalidad de los jugadores, no pudo con el cerrojo de 10 hombres que puso Ecuador y ahora dicen que a Luis Díaz (goleador del equipo en esta eliminatoria) se le olvida jugar cuando llega a la Selección y que James Rodríguez (que con su zurda mágica ha puesto más de un golazo como con la mano) no debe jugar tanto. Claro la Selección jugó mal, pero no para echarlos a todos.
Los problemas del extremismo
Este extremismo no solo afecta a los jugadores, sino que también refleja un rasgo cultural: la incapacidad de valorar el proceso en lugar de solo el resultado. Proceso del que habló el director técnico Néstor Lorenzo tras perder la final de la Copa América: “Mientras Argentina está en un proceso espectacular, que ya no es una racha, sino una era, nosotros recién empezamos”. Sí, esta Selección Colombia apenas está empezando un proceso y en ese camino habrá que ver cómo gestionan dentro del camerino la primera crisis de resultados del DT argentino.
A Edwin Cardona en el clásico paisa le lanzaron objetos desde la tribuna y su respuesta fue besar el escudo del equipo verde, la comisión disciplinaria lo sancionó por provocación, luego de que el árbitro del partido reportara la situación, como si se tratara de algo gravísimo. Y en redes hay división: para unos es merecida la sanción y para otros, exagerada. Muchos desde un moralismo radical en el que suponen que es peor besar el escudo del equipo, a que los vándalos desde las tribunas atenten contra la integridad de un jugador.
Desde ese pedestal muchos, muchísimos, salieron a condenar al técnico de Nacional Efraín Juárez por su celebración irrespetuosa contra la hinchada del clásico rival, pero como acá la mayoría de acciones responden a lo pedido en redes sociales, en este caso se metió hasta la Alcaldía de Medellín, desde donde lo sancionaron con 3 años sin asistir a los estadios y una multa de $26 millones. Lo mínimo del Código de Policía.
Mismo moralismo con el que muchos salieron a darle hasta con el balde a Karol G y demás por la letra de la canción +57, que puede ser desafortunada, pero lo que la hoguera de opinión no puede olvidar ni obviar es que la cantante paisa ha sido una representante del país en muchísimos escenarios y que, entre otros muchos premios, fue nombrada oficialmente Mujer del Año 2024 de Billboard. Una mala canción no borra su trabajo como embajadora del país.
En una sociedad tan compleja como la colombiana, es urgente aprender a opinar sin caer en extremos. No todo es blanco o negro; hay matices, grises, contextos que se deben considerar. Las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa para la conversación. El desafío está en aprender a escuchar y a debatir, en lugar de destruir. Solo así se podrá construir una cultura de diálogo que acerque, en lugar de separar.
Camila Espinosa Aristizábal
Para EL TIEMPO
@camilanoticia1