En 2017, Ayelen Clavin vivía un momento profesional especial. Junto con su amiga y colega Natacha Visconti, había creado la obra 'Un simple aleteo de pestañas puede expresar cólera' para la Compañía de Danza de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
El proyecto fue un éxito y contó con múltiples presentaciones en el Centro Cultural San Martín. Más tarde, Ayelen se unió a la gira de la obra La Wagner. Sin embargo, al regresar en julio, la esperaba un examen médico que cambiaría su vida.
Un hallazgo inesperado en un examen de rutina
Al realizarse los estudios pre-ocupacionales para reincorporarse como profesora en la UNA, una radiografía de tórax reveló un hallazgo inquietante. “Cuando me realizaron la placa de tórax se vio algo grande en el mediastino que tenía el tamaño de un kiwi. El técnico en imágenes hizo referencia a lo que podría ser un agrandamiento o algo similar, supongo que para no preocuparme”.
Ayelen nunca había sospechado que algo pudiera estar mal con su salud, ya que no presentaba síntomas como fatiga, dificultad para respirar o fiebre. “Nunca me faltó el aire, no me sentía especialmente cansada, ni había tenido fiebre”, comentó. Sin embargo, una punción confirmó el diagnóstico una semana después: linfoma primario de mediastino a células grandes B.
'Compartí tiempos importantes de silencio'
La noticia la recibió junto a su entonces pareja, Gastón, y el hermano de él, un oncólogo que la acompañó durante el proceso. “Me enteré del diagnóstico leyendo el papel con Gastón, mi pareja de ese momento. Enseguida, su hermano, que es oncólogo, nos recibió y nos explicó con mucho amor y contención todo lo que se venía. Yo estaba completamente llena de miedo. Afortunadamente, siempre estuve acompañada”.
Los días posteriores fueron emocionalmente duros. Ayelen se enfrentó al miedo a la muerte y la tristeza por sus seres queridos. Para afrontar lo que venía, decidió dejar sus trabajos y dedicarse a su salud. “Compartí tiempos importantes de silencio junto a las personas más íntimas. Anoté todo: lo que tenía que hacer, lo que me hicieron, lo que iba sintiendo, las drogas que me iban a infundir, los trámites que tenía que hacer. Todo”.
El tratamiento incluyó quimioterapia intensiva y cuidados en casa. Foto:Redes Sociales
'Ahora anda a disfrutar de la vida'
El tratamiento consistió en seis ciclos de quimioterapia intensiva, seguidos de periodos de recuperación en casa, donde Ayelen tomaba medidas rigurosas de higiene, alimentación y meditación.
“Si bien es fuerte quedar pelada y sin cejas ni pestañas, no fue lo más difícil de todo este tránsito. Después del primer ciclo de quimioterapia ya se me empezó a caer bastante. Entonces, mi prima Brenda me lo cortó bien cortito. Un día, en la ducha, vi que se me caían mojones de cabello. Cuando terminé de ducharme me di cuenta de que estaba más pelada que cuando había entrado a la bañera y le mostré a mi novio los lamparones. Él me propuso hacer juntos el ritual de pelarme definitivamente. Eso sí fue fuerte porque armamos una escena en el living de mi casa: elegimos una música triunfal, plantamos la cámara y me empezó a pelar mientras yo lloraba y me reía a la vez”, expresó la mujer.
Todas las sesiones que le tocó afrontar fueron fuertes y las dosis de drogas eran muy altas. Para ello, eligió pasar los diferentes ciclos de internación y los períodos de reclusión en su casa con toda la atención posible. “Traté siempre de estar conectada a todo lo que esa situación me producía. Es decir, de ser sincera conmigo transitando cada sensación. Por momentos aparecía el cansancio, el dolor de cuerpo. Por otros, la confianza y la fortaleza de que todo iba a estar bien y también pasé por días donde tenía sensaciones de derrota”, describió.
Por indicación médica y especialmente considerando el tipo de esquema de quimio que iba a recibir, dejó de trabajar durante el tratamiento pero aprovechó para avanzar mucho en la escritura y entrega de trabajos para la Maestría que estaba cursando, en ese momento eran Estudios de Teatro y Cine latinoamericano y Argentino de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
“Fundamentalmente me enfrenté a un nivel de miedo que nunca había experimentado. También reconocí una fortaleza para transitar ese proceso que, no sin altibajos, me desdobló entre el pragmatismo de resolver cuestiones vinculadas al proceso de tratamiento y el alto grado de introspección y reflexión que necesité para atravesarlo”.
El 13 de marzo de 2018, su hematólogo le dio la noticia más esperada: había superado el cáncer. “Me sentí muy feliz y aliviada. Lloré mucho”.
Superó seis ciclos de quimioterapia y recibió el alta en marzo de 2018. Foto:Redes Sociales
Reflexión tras la experiencia
Tras la enfermedad, Ayelen reflexionó sobre las desigualdades en el acceso a la salud y el apoyo durante una enfermedad grave. “Gozar de buena salud o tener una enfermedad grave se atraviesa de maneras muy distintas y cuestiones muy concretas que marcan esa diferencia: tener cobertura de salud es muy diferente a no tenerla. Tener gente acompañando es muy distinto a pasarla en soledad. Tener posibilidades o ayuda para afrontar un tiempo sin trabajar no es lo mismo que pasar la enfermedad con preocupaciones ligadas a la subsistencia. Incluso, a veces, estas diferencias son tan agudas como vivir o morir”.
Hoy, Ayelen, de 41 años, sigue activa en el mundo de la danza, creando, enseñando e investigando. En 2022, estrenó la obra 'Los ojos mudos. Conversaciones sobre el dolor' junto a Carla Rímola y lanzó el podcast Mi interior atroz: preguntas del cuerpo.
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ALEJANDO GORESTEIN
La Nación (Argentina) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de un periodista y un editor.